Los pueblos de la Sierra Norte, salvo excepciones, han vivido de la agricultura y la ganadería hasta finales del siglo XX; por eso sus tradiciones y costumbres están ligadas a la tierra y a los animales. Pero cada lugar las ha desarrollado a su manera. Sírvanos como ejemplo Pálmaces de Jadraque:
- La bendición de los campos se realiza en la Cruz de Mayo (día 3) y no por San Isidro (15 de mayo).
- Por San Antón (17 enero), los pastores celebraban La Cencerrá. Al anochecer se ataban a la cintura todos los cencerros y recorrían las calles.
- Cuando cazaban una zorra y/o cualquier alimaña, la paseaban por el pueblo atada una cuerda (viva ó muerta) con gran escándalo; los vecinos recompensaban al cazador con huevos. Se llamaba pasear la zorra.
- Los zancos se construían con palos de olmo y tallos de mimbre. Y servían para cruzar el río Cañamares y los arroyos cuando venían crecidos. No hay constancia de ninguna fiesta y/o actividad ligada a esta costumbre (en Guadalajara hubo durante 200 años una danza de los zancos, ahora recuperada).
- En la matanza no podían faltar la vejiga llena de manteca, el morcón de morcilla y la güeña. Se compraba aceite para conservar chorizos y lomos, pero luego se reciclaba para las migas.
Esta singularidad en tradiciones y costumbres, sumada a otras muchas, hace que Pálmaces de Jadraque sea único. Y no es un caso aislado; ocurre con cada uno de los 80 pueblos y 85 aldeas de la Sierra Norte. ¿Y aún te preguntas por qué estoy enamorado de esta tierra?
Lar-ami
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