Revista Cultura y Ocio

Tragarse las palabras – @JokersMayCry + @Moab__

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAARGGGGGHHH!!!

Y así es como suena la voz de tu alma cuando se quiebra bajo el peso de las palabras que te tragas.
Porque, por si no lo sabéis, las palabras están vivas y se retuercen, se defienden cual gatos panza arriba si intentas encadenarlas a tu garganta. Gritan a través de tus ojos en forma de lágrimas; a través de tus manos, en las siluetas de poemas oscuros y de romántica decadencia que riman consonantemente con el temblor de tus dedos; en los insomnios delirantes anhelando una piel distinta a la que duerme a tu lado y que no abrazas cada noche porque las palabras redentoras se están montando una orgía con tu cobardía y esos labios que no besas porque no puedes quemar los kilómetros que se despliegan implacables dentro de tu mente. Exacto, nena, si de verdad lo deseas, nada está tan lejos como tú piensas.
Hoy, os he reunido aquí porque tengo las palabras ulceradas y la sangre y la bilis se me derraman por la boca envenenando las canciones, los recuerdos y los poemas. Os he reunido porque ya no puedo más.
A ti, mi niño, sólo puedo pedirte perdón por todas esas promesas que me va a ser imposible cumplir, por no haber sabido cuidar de tus lágrimas y porque sé que cuidarías de mí cuando me rompiera de dolor aunque sufrieras, como siempre has hecho. También debo darte las gracias por… joder… por existir… por recoger mis pedazos y darles una nueva forma que es, al mismo tiempo, la más antigua de todas; por haber recolectado mis lágrimas y haberme hecho una guirnalda con ellas; por ser, mi amor, todas las flores de mi primavera en esas noches que el frío invierno desataba huracanes en el interior de mi pecho. Gracias por hacerme reír en Groenlandia y pintar una cara de payaso en la amarga tarta de hiel la noche de mi cumpleaños.
Gracias por protegerme de la vida en la burbuja de tus brazos.
Y que te quiero, mi niño, probablemente el último príncipe azul que queda en este mundo de mierda donde las princesas nos enamoramos de dragones.
Y a ti… Dios… ¿por dónde coño empiezo?
Quizás, mejor por el principio.
Te quiero. Te he querido siempre más de lo que he podido querer a nadie en la vida. Pese a todo, como se debe querer. Pese a mí misma incluso, pese a mi intución que me gritaba a diario “¡sal corriendo de ahí, joder!”, pese a tener que esconderme para poder hacer lo que me gustaba aunque no dañara a nadie. Te di todo lo que tenía y si algo no estaba a mi alcance, lo conseguía para ti. Podías haberme pedido la luna… y lo hiciste… mientras tú mismo te servías estrellas del buffet libre de la noche. Has pasado por tantos brazos estando conmigo, querido, que ya ni como producto de segunda mano puedo venderte.
Por tu culpa la música es una proscrita y todos mis silencios están en clave de sol. Por tu culpa he llegado a no saber quién soy.
¿Sabes lo qué se siente cuando la persona a la que más amas en este mundo te demuestra a diario que, a pesar de darlo todo, no eres suficiente?
No, claro que no… tú eres un regalo del cielo para todas, ¿verdad, mi amor?
Me has manipulado, humillado, insultado, engañado… has maltratado y retorcido mi mente a voluntad para que no pueda ni respirar sin ti mientras tu decidías desde otras camas el rumbo de mi vida…
Y de repente… cambiaste… o al menos eso parecía. Tan dulce, enamorado y atento que volví a escuchar tus promesas de amor eterno, aunque con miedo, duda y recelo… de la noche a la mañana te convertiste en el que siempre deberías haber sido. En el tú de mis sueños.
Pero ya es tarde… El momento no es hoy, fue ayer… Todos los ayeres de los últimos diez años cuando tus palabras no me chirríaban en el cerebro como el sonido de las gaitas escocesas. Ya no puedo creerte mi amor.
Y quiero que sepas que en estos momentos me estoy leyendo a mí misma, sentada sobre las rodillas de quien para mí es amor y olvido, de aquel que me ha cuidado cuando deberías haberlo hecho tú.
Disfrutad de mis últimas palabras. Las que me trago con el último hielo de esta última copa de whisky y que no verán la luz atrapadas en las comisuras de estos labios que besan el cañón de la pistola.
¡Salud!
BANG.

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