"No puedo pensar en ninguna necesidad en la infancia tan fuerte como la necesidad de la protección de un padre."
Sigmund Freud
Aunque de Yeon Sang-ho, ya conocíamos su trabajo de animación, este es su primer largometraje de live action, con el que ha logrado no sólo la mejor taquilla en su país sino en todo un trabajo de culto sobre zombies. Sang -ho, graduado en artes o mejor en pintura, desde sus primeros trabajos de animación a mostrado la cara más pesimista y cruel de la humanidad sin dejar de lado la crítica social y desconexión cultural de su país; logrando diversas nominaciones, premios y reconocimientos, por su honesto pero descarnado retrato de su sociedad. Aunque Train to Busan, sea su obra más optimista - entendiendo que estamos en un apocalipsis zombie-, sigue manejando esos elementos, personajes y estructuras dramáticas que han hecho de este director surcoreano, no solo uno de los más prometedores, sino un nuevo talento, en esa indiscutible y mejorada industria cinematográfica de oriente.
Escrita a cuatro manos, por el propio director Sang - ho y Park Joo Suk, quienes toman como excusa un apocalipsis zombie generado por un virus desconocido, para hablar sobre las relaciones paternales, la familia y sobre la misma sociedad surcoreana. La película, con un ritmo bastante acelerado, nos presenta a grandes rasgos el riesgo biológico, y a Seok - Woo (Goong -Yo) un gestor de fondos, divorciado y adicto al trabajo, que no logra entenderse con su pequeña hija Soo -an, la cual desea para su cumpleaños volver con su madre que está en Busan, aunque reticente, por la falta de tiempo, el padre acepta, y temprano en la mañana, se dirigen a la estación del tren en Seúl; pero la aparente tranquilidad del viaje, se verá afectada cuando una chica infectada de un virus, empiece a transformar a los demás pasajeros; ahora la supervivencia y la unión entre la niña y su padre será lo más importante. En el recorrido, escape y lucha se unirán a Sang Hwa, su esposa embarazada, unos jóvenes beisbolistas, un vagabundo y otro par de personajes, que harán todo lo posible por salir adelante. Como queda claro en el guión, no sólo los zombies son la amenaza sino las mismas personas, sus miedos, ira y odio, perfectamente, puede ser la combinación entre el virus y la naturaleza humana.
La fotografía de Lee Hyung-deok, es eficiente en su tratamiento y labor, no tiene específicamente una labor estética sino técnica, en función de la misma acción, sin que esto le reste a la calidad de la misma; mucho más interesante resulta la labor de montaje, tan frenética y desmedida como la historia, pero igualmente, de gran calidad y eficiente en el mismo desarrollo de la historia.La música de Jang Young-gyu, no sólo cumple con los valores dramáticos sino con la afectación en las mismas escenas de acción, es decir refuerza a tal grado dichas secuencias y sensaciones, que su sonido termina siendo otro personaje; obviamente su trabajo de diseño sonoro es impecable, y uno de los puntos más fuertes de esta película.
Más que los efectos especiales, que igualmente están muy bien trabajados, es el diseño de los mismos zombies, en donde mejor funciona la labor del director, que sí bien recuerdan a los de Guerra Mundial Z y a los de Danny Boyle en 28 días después, están adaptados a la cultura oriental, como explicaba el director en alguna entrevista, además de sus enrevesados movimientos, posiciones del cuerpo y demás, alejándose del cuerpo en descomposición y más bien, cercanos a uno humanos llenos de odio y violencia.
Pero si tenemos que encontrar el punto más fuerte de este largometraje, está en sus actores, no precisamente por sus actuaciones, que en la mayor parte están bien y se adecuan al género y estilo, sino a la construcción de sus personajes, y es en definitiva donde mejor cuadra este trabajo, personajes absolutamente arquetípicos pero muy bien delimitados en su humanidad, en sus zonas grises, virtudes y defectos. Aunque los protagonistas sean el padre y su hija, a medida que pasa el largometraje, sea hace mucho más coral los protagonismos, y cada uno dependiendo de lo que se va desarrollando, desde la acción más "trepidante" hasta el dramatismo absoluto.
Aunque hiperbólica en todos los sentidos, y fiel al género, también tiene cierto sentido discursivo, del que no se puede apartar el director surcoreano; la película a pesar o mejor gracias a su ritmo delirante, que muchas veces no da respiro, aún así tiene tiempo para hacer reflexionar sobre la familia, el miedo y la decadencia de una sociedad, que le tiene aún más miedo a sus propios delirios que a los monstruos, que perfectamente pueden ser fruto de dichos delirios. Train to Busan, aunque pueda pecar de exagerada, previsible y efectista en ciertos giros dramáticos, tiene en su misma estructura, personajes y fondo, una metáfora, forzada o no, sobre las sociedades contemporáneas, incomunicadas, individualistas y en constante paranoia, que maneja con buen pulso el director Yeon Sang-ho.
Zoom in: Con un presupuesto de 9 millones ha logrado un ingreso 10 veces superior en todo el mundo.Es una de las películas más taquilleras de Corea del Sur. Presentada en Cannes a selección oficial (fuera de concurso) y Sitges, mejor director y efectos.
Montaje Paralelo: War World Z (2013) - Snowpiercer (2013)