Sin duda, el efecto que sus inmensas moles producirían sobre el antediluvianos ecosistemas mesozoicos sería de todo menos despreciable. Sólo hay que pensar en los elefantes africanos (Loxodonta africana) actuales y sus dramáticos efectos sobre el hábitat para darse cuenta de el que producían los saurópodos*, con especies varias veces más grandes que el proboscídeo. El efecto sobre la comunidad vegetal debió de ser importante, y es posible que su modo de vida se basara. Desgraciadamente sólo podemos imaginar las ingentes hordas de invertebrados que habrían especializado en vivir a costa de estos enormes animales. Rizando aún más el rizo alimentándose de esos parásitos existirían gran cantidad de especies pterosaurios, aves e incluso puede que insectos alados, y puestos a especular puede que especies que únicamente vivieran de ello. Pequeños terópodos corretearían entre las patas de los saurópodos cazando todo bicho que escapara de morir aplastado. Obviamente, siguiendo el continuo trasiego de las manadas de saurópodos habría toda una caravana de terópodos depredadores y/o carroñeros deseosos de hincarle un diente a algún saurópodo viejo, moribundo o extraviado.
Parece que a estos seres no ponían mucha importancia a lo que pisaban. La paleoecología nos brinda ejemplos de ello. El más famoso, sin duda son las conchas de bivalvos chafadas por algún saurópodo durante el Jurásico de lo que conocemos como Colorado (Estados Unidos) (1). La última noticia curiosa referente al mundo mesozoico viene, como no, de China. En paleontología se conoce como bonebead a todo estrato o formación especialmente rica en fósiles. En la región china de Xinjiang se han ido descubriendo en los últimos años tres nuevos bonebeds en depresiones de entre 1 y 2 metros deprofundidad. En ellas se han encontrado hallazgos tan sonados como Guanlong o Limusaurus, del que ya hablé en este blog. Según los autores de un nuevo estudio (2) publicado en Palaios no existen evidencias para pensar que estas depresiones que actuaron como trampa de pequeños vertebrados fueran algún tipo de accidente topográfico, sino que su origen fuera biológico. Es decir, estas depresiones son en realidad huellas de dinosaurios gigantescos, lo más seguro de saurópodos. La prensa generalista (incluso National Geographic) se atreven a señalar a Mamenchisaurus como el responsable de las huellas. La historia sería la siguiente: un saurópodo se paseó por una zona con un sedimento muy saturado, es decir con la capacidad de absorber agua ya saturada o muy cerca de ella. Debido a su peso dejó unas profundas huellas que, fruto de la inestabilidad del sustrato, se llenó del viscoso barro de los alrededores de la huella. Posteriormente un pequeño vertebrado pasaría por allí y tendría la desgraciada de quedar atrapado (o la fortuna para los paleontólogos) en estas fangosas trampas y quedar preservado de forma excepcional. De hecho, la mayoría de esqueletos se han encontrado totalmente (o casi) articulados, por lo que el tiempo que tardaron los cadáveres en quedar enterrados sería de días, meses como mucho.
Una pareja de Guanlong bucaii han quedado atrapados en el barro que rellenó una de las huellas que dejó un saurópodo durante el jurásico chino. Ilustración de Michael Skrepnik.
Por cierto, hoy ha sido publicado un estudio que sin duda entrará en los anales de la dinosaurología y la paleontología general. Por primera vez tenemos pruebas físicas sobre el color del plumaje de dinosaurios mesozoicos, para enteraros de ello os aconsejo que visitéis la entrada que ha hecho Pakozoico sobre el tema.
Bibliografía:
- Lockley, M. 1993. Siguiendo las huellas de losdinosaurios.Mc Graw-Hill publicaciones.
- Eberth, D. A.; Xu Xing & Clark, J. M. 2010. Dinosaurs death pits from the Jurassic of China. Palaios 25: 112-125. DOI: 10.2110/palo.2009.p09-028r. Resúmen.