Revista Ciencia

Transgénicos, modelos sociales y soberanía alimentaria

Por Jmmulet

Cualquier teoría o modelo, por perfecto o hermoso que parezca sobre el papel, tarde o temprano tiene que enfrentarse a la realidad, ver si se ajusta a lo esperado y en caso contrario, mejorarse o descartarse. Muchos modelos sociales simplemente no funcionan. Vayamos a algo tan importante como es la alimentación. Un modelo sería el de soberanía alimentaria es decir, que una sociedad sea autosuficiente en materia alimentaria, una batalla que Europa y la mayoría de países occidentales hace tiempo que ha perdido. Actualmente Europa es absolutamente dependiente de las importaciones de comida de terceros países. Esto plantea el problema de que si en algún momento nos cierran las fronteras o los terceros países (África y Sudamérica) deciden vender a otro comprador, vamos a pasar hambre. La única solución es conseguir que la agricultura sea más eficiente y gestione mejor los recursos. Curiosamente hay muchas estrategias que esgrimen el argumento de soberanía alimentaria, pero que consiguen exactamente lo contrario. Cualquier modelo agrario que implique una caída de producción y un precio más alto del producto final solo conseguirá que un derecho como la alimentación pase a convertirse en un lujo y más dependencia de las importaciones. Otra objeción es que mucho modelos (fallidos) que buscan conseguir la soberanía alimentaria parten de un rechazo a la tecnología, con lo cual ellos mismos se lastran y aquí entramos en el controvertido tema de los transgénicos en agricultura ¿son un problema para la soberanía alimentaría? Para muchos los transgénicos representan un modelo dependiente del gran capital y de la agroindustria y por eso hay que frenar su desarrollo. De hecho esta es la opinión mayoritaria en Europa, pero minoritaria en el resto del mundo. 

Transgénicos, modelos sociales y soberanía alimentaria.

El mayor crecimiento se ha dado en países en vías de desarrollo.


Asumir esta afirmación supone tener una percepción muy sesgada de la cuestión. Si que es verdad que la estricta normativa Europea de autorización ha favorecido que el mercado se quede en manos de unas pocas grandes empresas, puesto que ninguna compañía pequeña ni pública puede afrontar el monstruoso costo de sacar un transgénico al mercado. No obstante solo se han autorizado la siembra de tres transgénicos en Europa (dos maíces y una patata), y solo una de estas variedades (el maíz MON810) ha tenido aceptación entre los agricultores, que por cierto, su patente caducó el pasado 1 de abril, por lo que ha pasado a ser una semilla libre. Sin embargo la Unión Europea si que permite la exportación de maíz, soja, colza y algodón transgénico, lo que atenta contra la soberanía alimentaria y contra nuestros agricultores, que no pueden competir en igualdad de condiciones. Actualmente todo el ganado en Europa se alimenta con piensos hechos con maíz y soja transgénica y la mayoría de la ropa (alguna con sello “organic”), el algodón sanitario o los billetes de euro también se hacen con algodón transgénico. Pero salgamos de los límites de Europa y de nuestra visión, a veces demasiado parcial o mediatizada. ¿Qué impacto ha tenido esta tecnología en los países productores? ¿Son realmente los transgénicos la amenaza anunciada por muchos? Pues lo cierto es que, ha sido la tecnología que más rápida aceptación ha tenido en agricultura, y en los últimos años el mayor crecimiento se ha dado en países en vías de desarrollo. Los últimos países en sembrar transgénicos han sido Cuba y Sudán, algo que tendría que hacer recapacitar a todos los que asocian transgénicos con capitalismo o con grandes empresas como Monsanto, que no olvidemos es una más de las muchas (públicas o privadas) que desarrollan esta tecnología. Pongamos por ejemplo el caso de Brasil, el segundo productor mundial de transgénicos. Ha alcanzado esta posición bajo los gobiernos de izquierda de Lula da Silva y de Dilma Rousseff, con al peculiaridad de que Lula llevaba en su programa electoral una prohibición de los cultivos transgénicos. 

Transgénicos, modelos sociales y soberanía alimentaria. ¿Cuba se ha vendido al capitalismo?
No obstante una vez en el poder vio que había una demanda por parte de los agricultores que estaban cultivando semillas de contrabando de Argentina. Por lo que autorizó su uso, y no solo eso, desarrollo por medio de empresas públicas variedades propias como judías resistentes a virus. Este modelo de utilizar la tecnología transgénica con fondos públicos lo han llevado a cabo otros países como la propia Cuba, Nigeria o Indonesia, país que ha empezado a desarrollar ensayos de campo con Caña de azúcar tolerante a sequía este año. ¿Por qué Europa no sigue esta vía? Utilizar transgénicos con un modelo de inversión pública sería algo que beneficiaría a nuestros agricultores y en última instancia nos haría menos dependientes de las exportaciones, por lo tanto tendríamos más soberanía alimentaria. ¿Podría hacerse? ¿Sería factible? Bueno evidencias a favor ya tenemos. Por ejemplo, En Europa se desarrolló el arroz dorado, que produce provitamina A y la intención es distribuirlo libre de patentes en los países donde la ceguera infantil es endémica. Otro ejemplo el trigo apto para celíacos, desarrollado por un centro del CSIC en córdoba o el tomate púrpura, rico en antioxidantes, desarrollado en un centro público inglés. La ley Europea prácticamente imposibilita su desarrollo, por lo que algo estamos haciendo mal si el producto de la investigación de centros públicos europeos va a acabar llegando al mercado de la mano de empresas americanas, esto si que es un auténtico atentado a nuestra soberanía alimentaria. Cuando los productos derivados del trigo apto para celíacos salgan al mercado, os aseguro que a los padres de un niño celíaco les va a dar igual si es transgénico o no. Como pasa con los cientos de miles de diabéticos europeos que utilizan insulina proveniente de bacterias que expresan un gen de humanos y que no han puesto ninguna pega, y esto viene siendo así para la mayoría de los medicamentos que tenemos en la farmacia, sin que nadie haya expresado su rechazo. Al contrario, los beneficios son bastante palpables, puesto que ha permitido abaratar los precios y que mucha más gente pueda permitirse tratamientos que antes eran prohibitivos. ¿Por que rechazar una tecnología que nos permitiría lo mismo en alimentación? La soberanía alimentaria será con transgénicos o no será.

Transgénicos, modelos sociales y soberanía alimentaria.

Sugerencia de articulista en Diagonal. Parece que coinciden en la visión ética

Suelo ir bastante pillado de tiempo y bastante me cuesta tener actualizado el blog y colaborar de vez en cuando (muy de vez en cuando) en Naukas, por lo que no suelo prodigarme por otros medios salvo circunstancias excepcionales. Este artículo que acabo de transcribir fue solicitado por un colaborador de un medio de comunicación llamado "diagonal periódico", supongo que para compensar que cuando ese medio de comunicación ha tratado el tema de la biotecnología vegetal solo ha ofrecido artículos muy flojos e inexactos, escritos por gente con ninguna formación en el tema (respecto al último enlace, realmente el debate no existe, cuando nos sentaron a debatir Gustau Duch huyó por piernas). El consejo editorial decidió no publicar el artículo (se ve que lo llegaba al nivel mínimo, aunque viendo los otros, creo que el criterio es peculiar). No pasa nada, se publica aquí y punto. Lo más divertido de esta historia es que hace unas semanas recibí este comentario, que deja en muy mal lugar al mencionado medio de comunicación:

No te has planteado de que quizás es que no te dejan participar en medios con criterio que están al margen de las multis y del capital? Me contaban mis compas del Diagonal, entre risas, tus intentos fallidos suplicando una y otra vez de la manera más lamentable para que te dejaran dártelas de listo por ahí. 
En un medio como Diagonal que apuesta por un consumo responsable y transformador, que proyecta opciones y alternativas más éticas y sostenibles a los lectores y donde sólo tiene cabida la publicidad ética, lo vas a tener difícil chaval.
Marta 

A ver, amiga Marta:  No tengo ningún interés en participar en vuestro medio de comunicación, principalmente porque no me dedico a esto y si me dedicara, preferiría medios de comunicación que anteponen el rigor a la ideología. Me gustaría que aportaran pruebas documentales de mis supuestas "súplicas" puesto que tengo todos los correos de las solicitudes de escritura del artículo (con bastante insistencia, todo sea dicho) por parte de un colaborador del medio, o sea, que la historia ha sido al revés. Por cierto, respecto a publicidad ética... la única que veo es de agricultura ecológica. No se si es ético, pero veo que os dirigís al mercado gourmet, ¿eso no es  muy pijo?C


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