Revista Maternidad

Trapos sucios

Por Mamaenalemania
Que los trapos sucios se lavan en casa (Schmutzige Wäsche wäscht man zu Hause) es, por lo visto, sabiduría universal. Que los teutones apliquen estas cosas de forma literal puede dar lugar a situaciones rocambolescas.
Ya he hablado por aquí de lo poco que les gusta mojarse y de las artimañas que usan para abrir el grifo lo menos posible; y todo esto estaría muy bien si se limitasen a hacerlo en su casa.
El problema es cuando el tema de los trapos sucios traspasa las puertas del hogar y te los encuentras en un hospital.
Cuando pocos días antes de salir de cuentas mi ginecólogo me dijo que se iba de vacaciones y que las siguientes revisiones tendrían lugar en el Krankenhaus, me pareció estupendo: Así aprovecharía para presentarme y llevar mi historial. Con lo que no contaba es que con ellos aprovecharían para ahorrarse un par de lavadoras.
Durante la primera revisión me tuvieron de un lado para otro (ecografía en una sala, CTG en la otra…etc.). La matrona que me controlaba, al pasarme de una sala a otra, me dijo que hiciese el favor de llevar el trapo que cubría la camilla en la que acababa de estar y lo extendiese en la siguiente. Me pareció un poco cutre, la verdad, pero a sabiendas de lo “ahorradores” que son por aquí, no le di mayor importancia.
Sí que empecé a preocuparme por mi salud cuando, al marcharme, la enfermera me devolvió mi Mutterpass y, con él, el trapo. Inocente de mí pensé que de cutres nanai, que mira tú por dónde cómo son de higiénicos que ese trapo ya no lo querían volver a usar.
Ja, ja, ja.
No hubo más revisiones. La siguiente vez que pisé el hospital estaba de parto y ¿alguien adivina qué es lo que me pidieron además de la tarjeta del seguro al llegar? Sí sí, el trapo.
Menuda cara pusieron al ir a por un trapo nuevo (y de verdad que espero que estuviese limpio) para la silla de partos. No me hubiese extrañado que, además del trapo aquél, al darme el alta me hubiesen reclamado 20 céntimos de detergente.
Personalmente me alegré de no haber sabido que aquél trapo era mi responsabilidad. Pero sobre todo me sentí aliviada por haber tenido partos naturales porque, llega a ser una cesárea, y además de para el niño, tendríamos que haber buscado nombres para todas las bacterias que pululaban por el quirófano.
Luego salen noticias como esta: Escándalos sobre falta de higiene en hospitales alemanes, en los que la suciedad de los instrumentos quirúrgicos salta a la vista. ¿Y a quién le extraña? Teniendo en cuenta cómo friegan los platos, no era de esperar que el cirujano conociese otros métodos para sus instrumentos que, supongo, tendría que lavar en su propia casa.

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