Revista Regiones del Mundo

Tras las murallas de Cartagena de Indias

Por Elainn

Fuimos a Cartagena a través de un vuelo de Viva Air, tarifa super. Comparé precios y esta aerolínea low cost era más económica en la tarifa media, es decir, aquella que permite una valija en bodega  de 15kg y una de cabina de 10kg. En Wingo, la otra low cost, el precio de la tarifa media era superior. Las colas en el aeropuerto eran inmensas ya que la gente no sólo deja las valijas, sino que también pesa y paga los extras. La tarifa super incluye fila rápida. No se olviden de llevar  impreso el pasabordo o “boarding ticket”…¡porque también te lo cobran! Nosotras lo imprimimos en el hostal.

La dueña del hostal de Bogotá nos dio estos consejos para Cartagena:

  • Comprar agua mineral porque no hay agua potable en Cartagena (a diferencia de lo que pasa en Bogotá).
  • Ser desconfiadas. Nunca subir a las mototaxis porque suelen robar a los pasajeros.
  • Sacar plata de los cajeros que están en los supermercados (o en el aeropuerto, agregaría yo).
  • Cenar en El Interno, un restaurante gourmet manejado por reclusas de la cárcel de mujeres. El mejor restaurante de Cartagena al que se accede por reserva previa. Hay un menú fijo, pero el precio era muy alto para mí.

Del aeropuerto de Cartagena -que está muy cerca de la ciudad- hay buses que llevan al centro pero se necesita la tarjeta y también nos dijeron que no funcionaban el fin de semana (?!). Sea como fuera, tomamos un taxi. Primero indicas adónde vas en una ventanilla. Ellos te dan un ticket con el precio y luego lo pagas al taxista. Todo muy serio. Del aeropuerto a la ciudad amurallada cuesta 13.000/14.000 cop.

Tras las murallas de Cartagena de Indias

Por fin llegamos a Getsemaní, hostal Casa de las Américas. La mejor elección que pudimos haber hecho. La ubicación es genial porque está cerca de todo y, aunque casi en el borde, está dentro de la muralla. La calle es muy tranquila lo cual se agradece porque de noche la calle de la Media Luna (que está a la vuelta) es bastante bulliciosa y ni les digo los fines de semana cuando varios bares se convierten en discotecas. O sea, está cerca de la movida nocturna, pero no tanto como para no poder dormir. Pueden caminar a todos lados. Los dueños son más que amables y aunque no cuentan con desayuno, ofrecen café sin cargo. Las habitaciones quedan pequeñas porque la cama es grande y cómoda. Hay aire acondicionado (ultra necesario en la ciudad), wifi, televisor y cajonera. El baño es chico, pero alcanza si uno no tiene grandes pretensiones. Recuerden que es un hostal familiar. Finalmente la ducha sale tibia ya que, si bien no cuentan con agua caliente, el calor ambiente entibia el agua y no resulta necesario un calefón. Y lo digo yo que soy friolenta. En suma. Económico, bien situado y cómodo.

Al rato de llegar fuimos caminando a la Torre del Reloj y el centro del casco histórico. Anduvimos un rato. Pasamos por el portal de los dulces (no dejen de probar las cocadas), me deleité en un local del Chocomuseo y cenamos un riquísimo mini Panne Cook de pollo y champiñones en Crepes & Waffles con jugo de frutillas. Buen precio y lindo lugar.

Al otro día salimos a recorrer Cartagena. Empezamos por los Pegasos y La Bodeguita, un sitio en el muelle donde contratar tours a las islas. La gran mayoría de las islas del Rosario están concesionadas a hoteles que cobran entrada por la estadía y el uso de sus instalaciones.

Algunos precios de los stands:

Otras excursiones: Santa Marta $140.000, tour bus $40.000, chiva $50.000, Playa Blanca $60.000, Yate Alcatraz $55.000.

Originalmente yo quería contratar un paseo en catamarán por la bahía pero lamentablemente los únicos paseos que había por la bahía eran nocturnos y con rumba. Al final contratamos el paseo en chiva por la ciudad para las 13:30hs. Obviamente casi todo se puede hacer caminando pero mi amiga quería andar en chiva y no me pareció mal. Nos separamos con la idea de reencontrarnos a las 13:15 enfrente del Monumento Torre del Reloj desde donde salía la chiva.

Me perdí por las callecitas de Cartagena, sin orden ni plan. No hay nada más placentero. Iglesia de Santo Toribio, vendedores de “hormiga culona”, balcones de ensueño, la famosa escultura de Botero  frente a Santo Domingo, palenqueras y un almuerzo de helado en Gelateria Paradiso: ron con pasas, uva isabella y zapote. Muy rico!!! No pueden perdérselo.

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Volví a la Torre del Reloj para abordar la chiva con mi amiga. El recorrido propiamente dicho comenzó una hora después porque estuvimos largo tiempo buscando gente de los hoteles y dando vueltas en el calor. ¿Un paseo recomendable? No sé. ¿Volvería a hacerlo? No.

¿Qué visitamos? Empezamos por Bocagrande (el barrio más moderno), pasamos por la escultura “Bigfoot” e hicimos nuestra primera parada frente a la bahía. Luego seguimos viaje y pasamos a la isla de Manga (conectada mediante puentes), un suntuoso barrio residencial. La isla de los ricos. La segunda parada fue en el Fuerte San Sebastián del Pastelillo donde seguimos sacando fotos.

¿Sabían que originalmente los barrios del centro y Getsemaní también eran islas separadas por un puente o terraplén?

La tercera parada fue en el Monumento a los Zapatos Viejos, una escultura basada en un poema local. Hay que hacer cola para sacarse fotos con la obra.

De allí fuimos al Castillo San Felipe y todos bajamos para la visita. Antes iban además al convento de Popa pero una grieta en el suelo prohibió los vehículos de gran porte. El castillo es una inmensa fortificación de 1657 construida para defender la ciudad de los constantes ataques de los piratas franceses e ingleses. Es impresionante. Anduvimos por los túneles y las garitas. Me hubiera gustado ir por mi cuenta para manejarme a mis anchas y seguramente quedarme más tiempo. La entrada estaba incluida en el paseo.

Tras pasar por la estatua de la india Catalina y conocer su historia de película (una princesa mokaná raptada de niña y convertida por propia voluntad en intérprete y amante del conquistador de Cartagena; una Malinche colombiana), volvimos a entrar en las murallas de la ciudad y abandonamos la chiva. Seguimos caminando por las casas del centro viendo sus diferentes arquitecturas. El recorrido terminó en una joyería de esmeraldas al lado de la Catedral. Quise ir y conocer la Catedral pero al igual que todos los días subsiguientes, la encontré cerrada.

Esa noche cenamos pollo asado (se come con las manos, te dan guantes descartables) en un barcito cerca del hostal llamado Diego Broaster. 1/4 de pollo asado con papa al horno y ensalada salía 6.800 cop. Bueno y barato.

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Al otro día fuimos a dos tours. La agencia Bike and Arts, a la vuelta del hostal, me permitió unir excursiones de dos operadores diferentes. Y fue genial. La primera fue un tour de snorkel en Barú con la empresa Globals Tour. Nos presentamos a las 8hs en la agencia y ellos nos llevaron hasta la puerta de Globals Tour. Ahí tuvimos una larga espera hasta que se presentaron todos los pasajeros. Ese fue el gran problema de la excursión: la espera. Finalmente salimos en bus hacia Barú. Si bien se trata de una isla, está conectada a Cartagena a través de un puente. Uno puede ir en barco o en autobús (en autobús te ahorrás el impuesto del muelle).

En Barú está la mejor playa pública de la zona: Playa Blanca. El problema es que se llena de gente. Si quieren ver el lugar desierto lo mejor es ir después de las 17hs. Allá hay hostels y otros hospedajes. Si desean ir por libre tienen que tomar la buseta a Pasacaballos y de ahí un taxi colectivo hasta playa blanca.

Bueno, llegamos a Playa Blanca con sus aguas turquesas y dividieron al grupo según el tour que habíamos contratado. A nosotras nos hicieron esperar hasta pasadas las 11 de la mañana. Hagan las cuentas. Finalmente la cosa mejoró y salimos en la lancha Génesis para conocer los manglares y hacer el snorkel con Esnorkel Barú. Era todo muy básico. Dimos de comer a unos peces y luego nos fotografiaron con un coral cerebro. No estaba mal pero hubiera querido algo más.

Volvimos a la playa y almorzamos mojarra frita con patacones. Después nos sirvieron tragos y pasadas las tres de la tarde cuando el grupo volvió a Cartagena nosotras nos quedamos en Barú. Justo entonces que teníamos tiempo libre para ir a la playa se largó a llover torrencialmente. Como era una tormenta eléctrica nos alejamos del mar y nos refugiamos bajo el techo sólido de un restaurante. Ahí conocimos a una familia colombiana que también estaba esperando que amainara la lluvia.

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Cuando dejó de llover fuimos hasta Afronáutica, de donde salía nuestro siguiente tour. Estaba muy cerca. Eran las 16:15. Como Afronáutica tiene un restaurante (Chaka Zulu bar) y un hostel, pudimos dejar nuestras pertenencias, pasar al baño y nadar un rato en una playa privada. Me encantó. Hice un rato de snorkel en la orilla.

Con la lluvia empezó a refrescar un poco y yo no tenía abrigo. Comenzó a llegar el grupo desde Cartagena. Nos sirvieron jugo y vimos un bellísimo atardecer en el mar. Nos dieron una charla sobre el plancton luminiscente que íbamos a conocer y, ya de noche, salimos en lanchas hacia la ciénaga en la zona de manglares. Llegamos. Noche cerrada porque aún estaba nublado. Y nos tiramos al agua caliente en medio de la oscuridad y el agua brilló a nuestro alrededor. Fue mágico. No hay fotos porque estaba muy oscuro, pero créanme que es una experiencia única. Era como bailar entre las estrellas. Cuando nos movíamos dejábamos una estela celeste fosforescente tras nosotros. Era hipnótico. Indescriptible. De otro planeta.

Pero tuvimos que volver. Me cambié en el baño de Afronáutica porque seguía teniendo frío y caminamos por las arenas de Playa Blanca, ahora desierta, hasta el bus. Yo caminaba bien en la orilla, con el mar lamiéndome los pies.

Esa noche comí pizza de sushi en Rollis. Tenía que terminar la noche con algo tan especial como lo que había vivido.

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Después de un día tan largo como el anterior, decidimos quedarnos en Cartagena. Desde Bike and Arts nos consiguieron un taxi para que nos llevara al Convento de La Popa, nos esperara media hora y nos trajera de vuelta por $40.000. Originalmente yo pensaba ir en taxi pero bajar caminando. Sin embargo, todos me dijeron que era una zona muy insegura y que podíamos pasar un mal momento. Resulta que al pie de La Popa hay barrios carenciados y, como es solitario, aprovechan a robar. No hay transporte público al cerro.

Cuenta la leyenda que en el cerro se adoraba al macho cabrío hasta que un religioso de la orden de los Agustinos Recoletos derribó la imagen e inició la construcción de un templo. Desde el convento se tiene una vista panorámica de la ciudad y los alrededores. El patio del claustro es un hermoso jardín colonial. Es una linda visita aunque un poco cara.

El taxi nos dejó en el centro de la ciudad. De allí fuimos caminando por las murallas hasta Las Bóvedas, para ver las artesanías. Interesantes, pero no muy baratas. Ya estábamos muertas de hambre y de calor, así que entramos en el primer sitio que vimos con un menú accesible. Entramos a La Cocina de Cartagena -un hermoso restaurante- y almorzamos el menú ejecutivo: filete de pescado en salsa criolla y leche de coco + sopa del día y jugo a $14.000. Luego fui a unas cuadras a comprar un tour para el día siguiente. Eran las tres de la tarde y regresamos  al hostal.

Salimos luego de ducharnos para hacer unas compras. En principio íbamos a ir a Bocagrande pero finalmente fuimos cerca del hostal. Por eso es que lo único que conozco de Bocagrande es lo que vi desde la chiva. Sé que es un barrio moderno tipo Miami donde hay playas públicas. Si llegan a ir a esas playas tengan cuidado con los vendedores ambulantes. Son muy pesados. Un verdadero acoso. Hay mujeres que van a masajearlos de prepo para sacarles plata. Siempre digan “no, gracias” si no quieren un disgusto (recomendación de una amiga que estuvo en Bocagrande). Te dicen que es gratis, pero nada nunca es gratis.

Bueno, pasamos por el monumento de la India Catalina, cruzamos el puente Avenida Pedro de Heredia y fuimos al Mallplaza. Al final yo no encontré lo que buscaba. Tendríamos que haber cenado ahí. Gran error no hacerlo. Volvimos a Getsemaní y como no queríamos gastar mucho compramos empanadas en Dunia Express. Juro que es la primera vez que me pasa que como algo tan horrible. Había comprado una empanada de pollo y otra hawaiana. Imposible digerirlas. Al final tuve que tirarlas. Terminé gastando más plata porque todavía tenía hambre y fui a la Taquería Municipal sin saber bien los precios de antemano (¡$21.000 dos tacos!). Ya estaba sentada ahí cuando vi la carta. Pedí dos tacos de cochinita pibil que estaban bien, pero no se comparaban con los de Yucatán. No eran igual de sabrosos.

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Al otro día a las 7:30 de la mañana estaba caminando rumbo a la agencia Diving Planet para la excursión que había contratado en la víspera. Mi amiga decidió quedarse en el hostal de modo que fui sola. Fue el tour más caro que pagué, por lejos (283.000 cop). Les aseguro que vale la pena despertarse temprano. No hay nada tan lindo como la ciudad vieja a esa hora. Pocos turistas, sólo gente del lugar que iba a trabajar. Era posible imaginarse atrás en el tiempo caminando por esas callecitas llenas de historia. Así que si pueden levantarse temprano, aprovechen. Es la hora ideal. Cálido pero no bochornoso, tranquilo y silencioso para disfrutar sin atropellos.

A las 8.00 tenía que estar en la oficina. Llegué unos minutos antes y enseguida me abrieron. Luego llegaron los demás. Había 3 estadounidenses que iban a hacer snorkel y un español que iba a bucear. Una vez que estuvimos todos,  nos llevaron en auto al muelle. La tasa portuaria de 16.500 cop. ya estaba incluida. Esperamos un ratito y subimos con otra gente a la lancha que iba al resort de Cocoliso en Las Islas del Rosario. El viaje duró una hora y un guía nos fue explicando un poco: sobre Bocagrande y Bocachica con sus dos fuertes protegiendo la ciudad de los piratas y ¡hasta una escollera submarina del siglo XVIII para impedir el ingreso de buques de gran porte!

En Cocoliso, una pequeña isla paradisíaca aunque sin playas propiamente dichas, nos separamos de quienes iban a pasar el día en el resort. Nosotros fuimos con la gente de Diving Planet a dejar nuestras cosas y probarnos el equipo.

Salimos para hacer el primer descenso de snorkel, conmigo como traductora de inglés porque el guía no sabía. Fue hermoso nadar entre corales. ¡Tantos peces! Nada espectacular como en Galápagos pero el agua era terriblemente cristalina.

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Volvimos a Cocoliso, descansamos por 15 minutos y realizamos el segundo snorkel. Esta vez no fue tan lindo porque vi muchas medusas y como en Galápagos una me picó me preocupé un poco. Luego el guía me dijo que esas medusas no hacen nada, ¡pero el guía iba tan rápido que no pude preguntarle en el agua! Lo más interesante es que casi vi cómo un pez se comía a otro. En serio. Era un pez muy colorido y al parecer inofensivo, hasta que abrió la boca para comerse a otro y vi su boca llena de pequeños dientes afilados. Al final la víctima pudo huir.

Volvimos a tierra y almorzamos juntos. Pescado frito con arroz, patacones y ensalada. Como la ensalada me gustó mucho pedí la receta. Aquí va: repollo colorado y común cortado en juliana muy finita + zanahoria también cortada en juliana. Después se le coloca un aderezo que mezcla mayonesa, mostaza, limón y aceite de oliva. De postre comimos sandía.

En el resort hay una pileta pero yo preferí meterme en el mar. Para pileta no necesito ir al Caribe. Para entrar al mar hay que bajar una escalera. La parte permitida está delimitada por boyas, casi como una pileta natural. Hacía mucho calor así que me metí en el agua a nadar. Afuera no se soportaba. Estaba nadando cuando avisaron por altavoces que en 10 minutos salía la lancha. ¿¿QUÉEE?????? No me habían avisado de la hora. No me dio ni tiempo a cambiarme. Apenas pude sacar mis cosas del locker y así como estaba subir a la lancha.

Ahí nos dijeron que todas las lanchas vuelven a las 15hs por precaución ya que en la tarde el mar se vuelve más peligroso. Cuanto más tarde peor. De hecho, eran sólo las 15 y ya volvimos con bastante oleaje, parecía que estábamos en la atracción de un parque acuático con tantos saltos. Llegamos a la Bodeguita y ahí pude cambiarme. Tienen baños gratuitos con duchas y vestuarios. Yo no sabía si la gente de Diving Planet iba a estar, no fueron muy claros al respecto.

Volví al hotel a ducharme y cambiarme de ropa. Mi amiga se había ido al Mallplaza así que volví al centro. Visité la iglesia San Pedro Claver y comí un helado en Crepes & Waffles: Guanábana, helado de temporada (limón y hierbabuena, super refrescante) y brownie (es-pec-ta-cu-lar).

Salí a pasear un poco por la ciudad. De noche es una maravilla con sus carruajes y sus faroles. Fui un rato al Café del Mar, que casualmente no tiene café sino tragos. Todo era carísimo y como estaba sola no me quedé más que para sacar fotos. Volví al hostal caminando por la muralla. Me encantó.

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Me reencontré con mi amiga en el hostal y fuimos a cenar juntas. Otra vez no tuvimos suerte. Fuimos a un restaurant indú fusión llamado Maharaja. El lugar parecía lindo. Pedimos pasta con camarones y jugo de piña. El jugo de piña fue lo único decente. El plato tenía 10 camarones (los conté) pero cuando lo trajeron no sabía si reírme o llorar. La “pasta” eran esos fideos chinos que se usan en las sopas instantáneas (esas a las que uno le agrega agua caliente y se hacen enseguida). O sea fideos de sopa sin nada, totalmente insípidos. Y la salsa era ¡un poco de ketchup! Preferible que hubieran ido a comprar unos fideos secos en el supermercado de enfrente. Y lo peor es que por esa porquería nos cobraron  20.000 cop c/u. Ni tendría que haberlo pagado pero estaba pasmada. Jamás de los jamases me habían servido un plato tan malo en un restaurant. ¡Eso es comida de soltero sin nada en la heladera que improvisa con lo que tiene!

Al día siguiente dejamos las valijas en el guardaequipaje del hostal y salimos hacia el aeropuerto. Nos recomendaron que al tomar el taxi dijéramos que íbamos a la iglesia de Crespo, más específicamente que nos dejara en la Droguería Rebajas (a una cuadra de la iglesia). La droguería se encuentra a una cuadra de la entrada del aeropuerto. Sólo por el hecho de dar la vuelta y entrar al aeropuerto te cobran entre 13.000 y 14.000 cop. En cambio nosotras pagamos 8.000 cop (yo actué como si ya hubiera hecho el recorrido; como me habían dicho que debía salir $7.000 eso es lo que ofrecí originalmente).

También pueden ir en un taxi colectivo, es decir, en un taxi compartido. Los que van al aeropuerto cuestan unos $2.000 por persona. O el bus a Crespo.

Tres días después estábamos de regreso. Conseguimos un taxi en la avenida y le pagamos lo mismo al taxista aunque se quejó un poco.

Nos hospedamos en otro hotel, uno ubicado a unos metros del anterior (un tema de reserva, largo de explicar). El hotel Akel House pertenece a una cadena hotelera. Sólo nos quedamos una noche pero fue una linda experiencia. Habíamos reservado una habitación con balcón (no podía irme de Cartagena sin ver las calles de la ciudad vieja desde uno de sus balcones) que era por tanto un poquito más ruidosa que la que tenía en el hostal. El cuarto era amplio, con heladera, gran armario, televisor, wifi gratuita, aire acondicionado, ducha caliente, secador de pelo, etc. Acaso fueron un poco pobres cuando pedimos una cobija (ese es el tema con los aires acondicionados, cuando lo apagás te morís de calor, cuando lo prendés te morís de frío) y a mi amiga le dieron ¡una toalla playera! Espero que haya sido una equivocación. El desayuno es completo pero se ofrece en el hotel de enfrente, en la terraza, así que no es apto para quienes no quieren subir escaleras. Por lo demás, me gustó su estilo.

Como llegamos a la tardecita no tuvimos tiempo de hacer mucho. Fuimos al centro histórico y cenamos de nuevo en Crepes and Waffles. Esta vez pedí un mini panne cook de calamares con salsa de la casa y un batido exótico. El batido, impecable. El panne cook…hum… La salsa era muy buena pero apenas tenía calamares: todo pan.

Fue nuestra última noche en Cartagena. Partimos de la ciudad de las murallas poco después del desayuno.

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¿Qué me quedó pendiente? Bueno, el recorrido sobre el escritor Gabriel García Márquez, el Museo del Oro Zenú, la Casa de Rafael Nuñez, el barrio de Bocagrande, un paseo en tranvía, tomar algo en “Donde Fidel”, tal vez el galeón Bucanero, un paseo en la Bahía de las Ánimas, la isla Múcura, algún otro recorrido por las islas del Rosario, escaparme a Santa Marta y el parque Tayrona…


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Otros tours en Cartagena:

  • Cholón y Agua Azul: $150.000 (son otras playas de Barú)
  • Playa Tranquila: $90.000 (también en Barú) Hay opciones con hospedaje.
  • Isla Bela: $150.000. En principio es a isla privada con mejores críticas.
  • Rumba en Chiva, de 19:30 a 23:30 con licor y discoteca: $40.000.
  • Volcán del Totumo (baño de lodo y piscina): $65.000.
  • Isla Múcura (miércoles y domingo): $150.000. Me quedé con las ganas de conocer las islas de San Bernardo pero quedan muy lejos de Cartagena.
  • Tour Snorkfly: $110.000.
  • Playa Blanca en bus (sólo traslado y almuerzo):
  • Tour Islas del Rosario con oceanario (no incluye la entrada): $65.000.

Cómo ir a las islas Múcura y Tintipán por cuenta propia :

Pueden ir en lancha desde Santiago de Tolú a las 8am (Club Náutico Tolumar) o desde Cartagena a las 9 con reserva(Tranqiteasy). La lancha va a Casa en el Agua, Tintipán y Múcura.  Desde Cartagena el viaje dura más de dos horas y cuesta 100.000 cop más impuestos.  Si lo hacen desde Tolú (o San Onofre) lo ideal es pasar la noche ahí y salir al otro día.

Paseos en Carruaje (Asociación Cartagenera de Cocheros):

  • Corto (20-25 minutos): $ 60.000
  • Largo (30-35 minutos): $80.000
  • Una hora: $120.000

Máximo de pasajeros: 4 adultos o 3 adultos y 2 niños menores de 12 años.

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DATOS:

  • Otros hoteles en la ciudad. Hotel Pueblito Playa en Bocagrande, hostal Santo Domingo Vidal, Hostal 1811 en Getsemaní y  hostel El Viajero en el centro.
  • Casa de las Américas: Tel (57-5) 679-8825. Calle de las Maravillas # 30-55 (Getsemaní). Es mejor si reservan por email directamente con David: [email protected]
  • Una agencia que me habían recomendado y que al final no encontré es Backpackers Cartagena. Me interesaba el tour Islas del Rosario que iba a Cholón y Agua Azul.
  • En Bike and Arts alquilan bicicletas y realizan tours en bicicleta por la noche. Está en la calle de la Media Luna, en Getsemaní. [email protected]  tel whatsapp: +573135064472, 3113521574.
  • A la vuelta de la calle Tumba Muertos (allí está La Cocina de Cartagena), hay varios restaurantes. Es “la zona” donde almorzar.
  • Recuerden que si van a Santa Marta necesitan el certificado de la fiebre amarilla.
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Atardecer en Barú


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