Los papeles revelados por Edward Snowden demuestran que EE.UU. ha expiado a más de 200 millones de ciudadanos del mundo, que ha grabado conversaciones del gobierno de Alemania y, los dos, conjuntamente, a todos sus aliados europeos.
Los ficheros informáticos que ha desvelado Hervé Falciani demuestran un fraude fiscal organizado y extendido a decenas de países, entre ellos y de manera especial en España.
La policía ha desvelado, investigado y detenido a centenares de miembros del PP en gobiernos, autonomías y ayuntamientos. Se ha demostrado la existencia de una contabilidad B y una financiación ilegal del partido desde su nacimiento como formación política. Sus cuatros últimos tesoreros están imputados o en libertad provisional. Un ex vicepresidente de Gobierno está imputado en una docena de delitos económicos.
Decenas de miembros del gobierno de la Junta de Andalucía y centenares de altos funcionarios de designación directa y política están imputados, condenados o detenidos.
La FAO documenta que uno de cada diez niños españoles padece hambre y la UNICEF que somos el segundo país con mayor pobreza de Europa, sólo por detrás de Rumania.
¡Y no pasa nada! La intimidad de millones de personas, el fraude organizado de miles, la corrupción generalizada y sistémica de los principales partidos de España, la pobreza y el hambre como lacra y diagnóstico no mueven más titulares o tertulias que una pitada masiva al Rey o al himno nacional, el regreso a la cárcel de una diva defraudadora de permiso o la petición de “templanza” de un asesino del volante.
Todo parecen ya cuestiones subsidiarias, meros trámites, información vacía de unos telediarios no menos vacíos.
Uno podría empezar a reclamar guillotinas o bidones de gasolina, pero ha nacido en la tierra de un filósofo hispano latino que cultivo el desdén, por eso prefiero irme a la anécdota, a lo fungible: Cuando el boom del aprendizaje de bailes sevillanas, Carlos Cano, andaluz nacionalista y genial, se enteró de que hasta Mario Conde acudía a una academia para aprender “la primera” y todas las demás. Compuso un estribillo para unas letras de ese baile que decía:
“Que le den, que le den, que le vayan dando…”
Pues eso, a Occidente y sus “valores”, a Obama, a Merkel, a Lagarde, a Rato, a Bárcenas, al PP, a los “suizos” de cuenta, al PSOE y sus administraciones paralelas, a los borbones, a los banqueros, y a los de las tertulias…
“Que le den, que le den, que le vayan dando.
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