La Asociación Psiquiátrica Norteamericana considera un trastorno mental, el pensamiento desafiante, algo inconveniente para mantener una sociedad de personas (o autómatas) conformes con la normalidad.
Pensar distinto a los patrones dominantes de la sociedad, el llamado “libre pensamiento”, es una enfermedad mental según la nueva edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana. Este manual identifica una nueva enfermedad que llama “trastorno de desafío oposicional” (ODD, por sus siglas en inglés) y la define como “un patrón constante de comportamiento desobediente, hostil y desafiante” con síntomas que incluyen cuestionar la autoridad, actitud retadora, tendencia a discutir y a molestarse fácilmente.
Este manual lo utilizan los doctores para definir enfermedades mentales y en cada edición aumenta de forma notable el número de enfermedades mentales, por lo cual se cuestiona si nos estamos trastornando mentalmente cada vez más o es más difícil estar mentalmente saludable. Los doctores dicen que se debe a que actualmente se puede identificar con mayor facilidad estos trastornos, lo cual también significa que se puede medicar a más personas y recluirlas en instituciones mentales.
El manual recientemente ha identificado como enfermedades la arrogancia, el narcisismo, la creatividad fuera del promedio, el cinismo y el comportamiento antisocial. En el pasado todos estos solo eran rasgos de la personalidad, pero ahora ya son enfermedades tratables.
En los últimos 50 años sus páginas han pasado de 130 enfermedades mentales a 357, muchas de las cuales afectan a los niños, quienes en consecuencia reciben altas dosis de fármacos. Se ha especulado que si Mozart naciera hoy se le diagnosticaría déficit de atención y sería medicado hasta volverlo normal, desperdiciando su genialidad natural. ¿Cuántos niños brillantes, de una sensibilidad diferente, han sido acondicionados a la normalidad?
Esta nueva enfermedad que ve como un trastorno el pensamiento desafiante puede ser usada incluso de forma política, como un método de legislar qué es valido pensar dentro de una sociedad automatizada e impedir la generación y comunicación del pensamiento inconforme con los valores de la sociedad.