En el transcurso de nuestra vida, todas y todos pasamos, en algún momento, por un evento traumático, o situación extrema. A raíz de ello, algunos de nosotros acabaremos desarrollando un TEPT, o trastorno de estrés postraumático, y otros no.
Pero, ¿qué es exactamente el TEPT? ¿Cuáles son sus síntomas? ¿Cómo se aborda desde la psicoterapia? ¡Respondemos a todas estas cuestiones!
TEPT: ¿qué es? Principales síntomas
El TEPT, o trastorno de estrés postraumático, es un trastorno derivado de una vivencia traumática, que manifiestan algunas personas tras vivir una experiencia así, como por ejemplo: una guerra, un accidente automovilístico, una agresión sexual o un desastre natural.
Los síntomas del trastorno se agrupan en tres grandes áreas. En primer lugar, las víctimas suelen revivir intensamente la agresión sufrida o la experiencia vivida en forma de pesadillas y de imágenes y recuerdos constantes e involuntarios. Por otro lado, las personas tienden a evitar o a escaparse de los lugares o situaciones asociados al hecho traumático, e incluso rechazar el pensar voluntariamente y dialogar con sus seres queridos sobre lo ocurrido.
Finalmente, en tercer lugar surge una respuesta de alarma exagerada, que se manifiesta a través de: dificultades de concentración, irritabilidad, problemas para dormir… Todo ello acaba originando un malestar clínico profundo y una interferencia importante en el funcionamiento diario del sujeto.
Prevalencia de eventos traumáticos y del TEPT
Pero, ¿todos vivimos, o viviremos, un evento traumático en nuestra vida? ¿De qué probabilidades hablamos o por cuántos de estos eventos se calcula que pasaremos?
Según autores como Breslau (2004), citado en el Manual de Psicología Clínica de preparación al PIR de Cede (2018), a lo largo de nuestra vida, vivimos de 1 a 5 acontecimientos traumáticos. Otro autor, en este caso Yasan (2009), también citado en el manual, sugiere que entre el 53-60% de los hombres, y entre el 44-50% de las mujeres, se expondrá al menos a un acontecimiento traumático, a lo largo de la vida.
Finalmente, Norris y Slone (2010), apuntan que en torno al 50% de las personas vivimos al menos dos eventos traumáticos en la vida.
A raíz de estos sucesos, como decíamos, algunas personas desarrollarán TEPT y otras no. Esto dependerá del tipo de suceso, de los recursos personales de cada uno y de otras variables como el sexo. Y es que, según los estudios, aunque los hombres tienen tasas de prevalencia más altas que las mujeres en lo referente a vivir un acontecimiento traumático a lo largo de su vida, son las mujeres las que, tras la vivencia del acontecimiento, tienen mayor probabilidad de desarrollar un TEPT.
El DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales) estima en un 8,7% el riesgo vital de haber presentado un TEPT a la edad de 75 años, en EEUU, y sitúa la prevalencia anual del trastorno en 3,5%.
Síntomas del TEPT (criterios diagnósticos)
Para poder hablar de un TEPT, la duración mínima de los síntomas es de un mes. Pero, ¿cuáles son estos síntomas? Según el DSM-5 (APA, 2013), los criterios diagnósticos para este trastorno (que incluyen sus síntomas) son:
Exposición a un suceso traumático
La exposición a una muerte real o peligro de muerte, lesiones graves o violencia sexual de una o más de las siguientes maneras:
- Experimentación directa del evento traumático (o eventos traumáticos).
- Ser testigo, en persona, del acontecimiento mientras le ocurre a otros.
- Tener conocimiento de un acontecimiento que le ha ocurrido a alguien cercano o a un amigo. En los casos de muerte real o amenaza de muerte de un miembro de la familia o amigo, el evento debe haber sido violento o accidental.
- Experimentar repetidamente o exposición extrema a detalles aversivos del acontecimiento. Por ejemplo, en personal de emergencias que recoge restos humanos, agentes de policia expuestos repetidamente a detalles sobre abuso sexual a menores, bomberos, etc.
Síntomas intrusivos
El segundo criterio diagnóstico del TEPT hace referencia a síntomas intrusivos que se asocian con el evento traumático en cuestión. Dichos síntomas empiezan después del suceso traumático, y pueden ser:
- Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del suceso o sucesos traumáticos.
- Sueños angustiosos recurrentes, cuyo contenido y/o afecto del sueño se relaciona con el trauma.
- Reacciones de tipo disociativo, donde uno siente como si se repitiera el evento, o como si aún actuara en él.
- Malestar psicológico intenso o prolongado, que surge cuando uno se expone a factores internos o externos que simbolizan o se asimilan a un aspecto concreto del evento traumático.
- Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos, que también simbolizan o se parecen a un aspecto del evento en cuestión.
Síntomas evitativos (evitación)
El tercer criterio diagnóstico para el TEPT es la evitación persistente de estímulos asociados al suceso o sucesos traumáticos. Igual que en el caso anterior, dichos síntomas aparecen después del evento, y se traducen en una o dos de las siguientes manifestaciones:
- Evitación, o gran esfuerzo, destinados a evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos relacionados con el trauma.
- También evitación o esfuerzos con la finalidad de evitar recordatorios externos (por ejemplo: personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones…), los cuales despiertan recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos relacionados de forma directa con el evento traumático.
Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo
Dichas alteraciones se manifiestan de diferentes formas:
- Incapacidad para recordar un aspecto importante del suceso o sucesos traumáticos; esta es típicamente debida a la amnesia disociativa, y no a otros factores como podrían ser las drogas.
- Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas sobre uno mismo, los demás o el mundo. Por ejemplo, surgen pensamientos del tipo: “estoy mal”, “el mundo es terrible”, etc.
- Percepción distorsionada persistente de la causa o las consecuencias del suceso, que hace que la persona se acuse a sí misma del mismo (o a los demás).
- Un estado emocional negativo persistente, que puede ser: culpa, enfado, rabia, terror, miedo, vergüenza…
- Disminución importante del interés o de la participación en actividades significativas.
- Un sentimiento de desapego o de extrañamiento de los demás.
- Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas, como la felicidad, la satisfacción o el afecto positivo.
Alteración de la alerta y reactividad
Se da también una hiperactividad en la persona, que se traduce en:
- Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación). Estos se expresan típicamente como una agresión verbal o física contra personas u objetos.
- Comportamiento imprudente o autodestructivo.
- Hipervigilancia.
- Respuesta de sobresalto exagerada.
- Problemas de concentración.
- Alteración del sueño; por ejemplo, dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto.
Tratamientos psicológicos
¿Qué tratamientos han demostrado evidencia científica para abordar los síntomas del TEPT? Según la Guía de tratamientos psicológicos eficaces de M. Pérez (2010), la terapia de exposición prolongada sería un tratamiento bien establecido para el trastorno (eficaz), considerado el de elección.
Así también lo asegura el Manual de Terapia de Conducta de M.A. Vallejo (2016), además de la Guía de Práctica Clínica para el tratamiento del TEPT de la APA (2017). Pero también encontramos otras terapias validadas (aunque no tan eficaces, según la investigación actual), como la terapia EMDR, el entrenamiento en inoculación de estrés y la terapia de exposición narrativa.
Finalmente, dos terapias psicológicas que se encuentran en fase experimental para el TEPT, según M. Pérez, son: la hipnoterapia y el debriefing psicológico (intervención breve que se realiza en los primeros días tras el evento traumático).
Referencias:
- American Psychiatric Association –APA- (2014). DSM-5. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Madrid: Panamericana.
- Azcárate Mengual, M. A. (2007). Trastorno de Estrés Post Traumático y Daño Cerebral. Madrid: Díaz de Santos.
- Belloch, A., Sandín, B. y Ramos, F. (2010). Manual de Psicopatología. Volumen I y II. Madrid: McGraw-Hill.
- Pérez, M.; Fernández, J.R.; Fernández, C. y Amigo, I. (2010). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I y II:. Madrid: Pirámide.
- Ruiz, M. y Villalobos, A. (2012). Manual de técnicas de intervención cognitiva conductuales. Editorial Desclée de Brouwer. España. Referencia.