Hemos hablado en otras ocasiones de la importancia de cuidar nuestra alimentación y tener buenos hábitos que nos permitan llevar a cabo una rutina lo más saludable posible en este ámbito. Es cierto que hoy en día la sociedad se va concienciando más en este aspecto y tiene más información sobre qué nos es más adecuado ingerir y cómo es la mejor manera de hacerlo. Aun así, los malos hábitos alimentarios pueden derivar en consecuencias más graves de lo que se podría esperar, en trastornos de alimentación que van surgiendo desde la adolescencia más temprana hasta la edad adulta y que se pueden llegar a cronificar.
De los trastornos de la conducta alimentaria, los más conocidos son la anorexia y la bulimia. Hay una amplia información sobre estos trastornos y es muy accesible para toda la población. Se hace especial hincapié en que esta información llegue a los adolescentes, ya que se considera que es una población con mayor riesgo de llegar a padecer este trastorno por los factores de vulnerabilidad que le son intrínsecos. Sin embargo, en este post no nos queremos centrar en estos dos trastornos ampliamente conocidos, sino que nuestro propósito tiene que ver con dar una información más general sobre cómo nuestros hábitos de alimentación nos pueden llegar a dañar sin que seamos conscientes, cómo influye nuestros pensamientos en nuestra manera de comer y cómo lo más jóvenes pueden llegar a sentir una presión social por estar delgados que ya no se limita solo a ellos, sino que se ha extendido a través de toda nuestra sociedad.
La lucha para evitar el sobrepeso lleva a muchas personas a restringir su alimentación o hacer dietas del todo inadecuadas. Se plantean objetivos inalcanzables y restricciones extremas con tal de conseguir disminuir el peso, asociando esta disminución a una mejora de nuestro estado de ánimo y de nuestra autoestima. Estamos cansados de oír hablar de dietas, dietas milagro, dietas exprés, dietas…todos conocemos a alguien que “está a dieta” o “se pone a dieta el lunes”. Hemos normalizado estas expresiones alejándonos del verdadero objetivo, que sería conseguir mantener una alimentación saludable sin tener restricciones de alimentos, solo modificaciones de las proporciones y de la frecuencia con la que los ingerimos.
Teniendo en cuenta que el periodo de Navidad se va acercando y que en esta época solemos cometer algunos excesos en cuanto a la comida se refiere, queremos aprovechar la ocasión para exponer el tema y dar pautas, consejos e información que pueda ser relevante.
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