La felicidad es una palabra muy grande, cargada de significados literarios, históricos y políticos. Los científicos prefieren hablar de “bienestar subjetivo”. Si tu sientes que eres feliz, es que lo eres. Si crees que no eres feliz, es que no lo eres. El sentimiento de bienestar viene de dentro y depende de tu actitud. Sin embargo existen factores exteriores que puedes aprovechar para sentirte más energético y más centrado.
Eres lo que comes
Hay pocas cosas que disfrute más que una alimentación basada en ingredientes de alta calidad. Las explosiones de sabor de una ensalada variada de productos de temporada aliñados con salsa de mostaza y miel me transportan a otro mundo. Saborear un brownie crujiente (pero con el interior blandito), preferentemente en buena compañía, puede alegrar un día gris. El truco está en prestar atención a la comida y a tu cuerpo, disfrutando de aquellos alimentos que te hacen sentir bien. Las bases ya las tienes: más fruta y verdura y menos carne. Y si quieres saber más sobre los distintos tipos de alimentación, visita a “Fácil de Digerir“.
Fuiste creado para moverte
Tu cuerpo es una maravilla y es una lástima que solo nos demos cuenta de este milagro cuando nos falla alguna parte. Una lesión en el tobillo te recuerda lo mucho que disfrutas bailando. El dolor de espalda te avisa de que es hora de cambiar unas horas en el ordenador por un paseo por el parque. Y pocas cosas se pueden comparar con la subida de energía positiva que sientes después de una clase de yoga o una escapada para correr.
Lo bueno es que no hace falta incluir horas y horas de deporte en tu agenda. Cambia el ascensor por las escaleras, el metro por la bici y la noche de cine por un baile con tu pareja. Lo importante es que vuelvas a disfrutar de tu cuerpo.
Libera tu cabeza para lo que es realmente importante
Todo lo que te rodea tiene un impacto directo sobre tus capacidades de concentración. Cuando el único programa abierto es el OmmWriter, toda mi energía se dirige hacia la escritura. Cuando la muda de cada día ya está decidida, mis ánimos se salvan de la batalla diaria del “¿qué me pongo?”. Y cuando las zapatillas de correr me esperan en la puerta, me ahorro el debate interno del “debería” y salgo sin pensarlo. Nuevamente el truco no está en una obsesión por el orden, sino en los pequeños hábitos que hacen la vida más agradable: poner cada cosa en su sitio, recoger el desorden por la noche, anotar mis recetas preferidas en la nevera.
Ser feliz es como la decisión de emprender un camino
Una alimentación sana es más que una meta que te pones para después buscar otro reto. Mover tu cuerpo es más que una actividad puntual que haces para tacharla de tu lista de tareas. De la misma forma que el minimalismo es más que la reducción de pertenencias a un número arbitrario. El primer paso es deshacerte de lo superfluo para poder obtener espacio y energía para la vida que deseas . Ahora tú decides qué pasa en tu vida, cómo emplear tu tiempo, y con qué divertirte. Ahora tú posees las cosas y no al revés.
El segundo paso es mantener esta sensación de ligereza y de poder. Tal como puedes incluir una alimentación sana y el movimiento regular en tu rutina diaria, puedes encontrar tu propia forma de organizar tu entorno. Date el gusto de disfrutar de lo que te rodea.
¿Cuál es tu reto más grande relacionado con la organización de tu entorno?