Rodado discurrir
Príncipe Pio… renuevo mi ilusión… Pirámides… las mismas estaciones… Delicias… ayer fui y volví nueve veces… Méndez Álvaro… igual que antes de ayer… Atocha… igual que antes de antes de ayer… Recoletos… los viajeros ya me son más familiares; los vigilantes también… Nuevos Ministerios… los primeros me saludan; los segundos saben que no soy peligroso… Chamartín… han pasado varios días desde que me dijiste que te ibas… Fuente de la Mora… desde entonces sólo pienso en tu retorno… Aeropuerto T-4… aún no estás en el andén… quizás en el siguiente recorrido… es tiempo de volver…
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Teletransportación gastronómica
Desayunamos en una chicharronería limeña, donde el sándwich de cerdo se acompaña de un fresco jugo de papaya, para después hacer el aperitivo en Bilbao, con un chacolí y un pincho de gulas con changurro. Vamos a casa de un amigo bonaerense a maridar el mejor asado de la ciudad con un noble malbec carmesí y luego disfrutamos del atardecer con una tarta sacher y un café vienés a las puertas de la Staatsoper. Cenamos pasta ligera mientras brindamos con lambrusco en Little Italy y volvemos a casa para tomar un alka-seltzer antes de irnos a dormir.
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Futuroscope
Parecía un día cualquiera en Futuroscope, cuando de repente dos Rabbids salen de “La máquina del tiempo”. Se les ve que están muy disgustados. Creo que no les gustó la atracción montada en sus personajes. “¡Bladuba babadubla!” le dice uno al otro en su ininteligible idioma. Enfrascados en su discusión, uno de ellos se tropieza conmigo. Se levanta refunfuñando y me empieza a gritar con aspaviento. “¡Bladuba babadubla!” me repite una y otra vez. Le pido disculpas pero no me entiende. Antes de alejarse con su compañero, se despide con una peineta y se pierden en el parque.
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