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Tres son Multitud. Capítulo 17

Publicado el 17 enero 2014 por Pfroche @RochePF
Tres son Multitud. Capítulo 17
         CAPÍTULO 17

   Un Giro Inesperado


>>Pensé que nunca volvería a hacer esto. Creía que esta parte de mi vida se había acabado, pero ¡Hay que ver como son las cosas! Aquí estoy de nuevo, sentada frente al ordenador, escribiendo. Sin embargo en realidad me siento como si estuviera reencontrándome con un montón de viejos y queridos amigos. ¿Cómo estáis?
He de confesar que os he echado de menos...Después de todos esos comentarios, sobre todo el de H, os preguntaréis qué es lo que me ha hecho cambiar de opinión con respecto a escribir en este blog. Pues ha sido P.Sí, sí... P me ha salvado.Pero no os llevéis las manos a la cabeza todavía. No me he enamorado de él (por desgracia) sigo completamente loca por A. Como sabéis, no hay razón ni lógica que valga en las cosas del corazón...Os explico. Resulta que aquella fatídica noche que pasé con P, en realidad no hicimos nada, y tengo un vídeo que lo demuestra.(Antes de que a alguno de vosotros se os ocurra, NO... desde luego que no lo voy a poner en el blog para que lo veáis. Tendréis que fiaros de mi palabra)
Por eso, amigos, voy a ir en busca de A. Voy a pedirle perdón por ser tan sumamente estúpida, y voy a suplicarle que me de otra oportunidad. ¡Deseadme suerte! < <
Nada más presionar el botón de publicar la entrada, cierro los ojos y me concentro. Necesitaba escribirlo para darme ánimos.Ahora mismo voy a salir de casa y a plantarme frente a la puerta de Abel. Y voy a hacer justo lo que he dicho que voy a hacer. Luchar por él. Recuperarle cueste lo que cueste. ¡Estoy decidida!- ¿Seguro que no quieres que te acompañe?- me pregunta Hana por milésima vez en el día.- ¿Quieres venir para apoyarme o para enterarte de todo al mínimo detalle y luego ponerlo en el blog? -inquiero, sospechando. Ha sido muy insistente en venir desde que le revelé mi plan.- Bueno... ambas cosas. Eres mi amiga y quiero estar a tu lado -responde. -Pero tu historia ya es de dominio ciber-público, y semejante acontecimiento se merece una corresponsal en condiciones que informe a la ávida audiencia.- Ya... Pues si quieres venir, hay una condición. Te quedarás abajo, en el portal.Hana refunfuña, pero tras pensarlo durante unos instantes, accede.El trayecto hasta el ya conocido edificio de Abel se me hace eterno. Hana no para de parlotear. Está esta entusiasmada, de hecho, nunca la había visto tan alegre. Sospecho que no es solo por mi causa, aunque desde el principio haya sido la más acérrima defensora de mi relación con Abel. Deduzco que el chico del otro día tiene, definitivamente, mucho que ver con su estado de ánimo. Cuando Nerea y yo regresamos a casa esa noche, ya no había nadie. Hana y su nuevo novio habían salido a tomar algo y nuestra amiga no volvió hasta la madrugada. A la mañana siguiente no soltó prenda, con la excusa de no gafarlo. Sin embargo está claro que la radiante sonrisa que exhibe desde entonces es buena señal.Decido sacar el tema para matar el tiempo y aplacar mis nervios.- ¿Qué me dices del chico del otro día? ¿Qué ha sido de el? No ha vuelto a venir.Hana no puede evitar una sonrisilla.- ¡Ah! ¿te refieres a Luis? Ya os dije que era un amigo.- Sí, uno con derecho a roce, al parecer.- Bueno, Nerea es la de los ligues, tu la de los amores novelescos... Yo soy la de los amigos con derechos.- Pero ¿Qué pasa? ¿Es que no te gusta como novio?- No es eso, Sara. Es que no quiero apresurar las cosas.Por una parte, la entiendo. Hacer las cosas rápido, trae problemas. De eso Nerea y yo sabemos un poco, y observando nuestros fiascos, Hana ha aprendido. Es una chica lista.- ¿Cómo os conocisteis? -le pregunto. Quiero saber más.- Viene a las reuniones de la asociación. AMACA, ¿Recuerdas?- Sí, sí, manga, anime y cultura asiática.- Comenzó a venir hace un mes. Lo cierto es que le eché el ojo al instante. ¿Es guapo, verdad?- Sí, lo es -declaro con franqueza.- Desde el primer día empezamos a tontear y una cosa ha llevado a la otra. -declara. Hay un brillo en sus ojos que parece iluminarla como si de un ángel se tratara, es por eso que no creo al 100% lo que dice. Estoy segura de que la única razón por la que no se decide a poner toda la carne en el asador con Luis es por miedo. Miedo a pasarlo mal...- Es informático, tiene mi edad y esta soltero. -Continúa ella -Vive con compañeros de piso a un par de bloques de nuestra casa. Por eso no lo habéis visto mucho. Yo voy a su casa porque sus compañeros son mucho menos cotillas que vosotras.-¡Oye! -replico, molesta- Le dijo la sartén al cazo. Aquí a cotilla no te gana nadie.- Touché -contesta ella, y ambas nos reímos.De pronto, me doy cuenta de que ya hemos llegado, el portal de Abel está a tan solo unos pasos, y el nudo de mi estómago se aprieta. Me tiemblan las manos y tengo flojas las rodillas. La suerte está echada.- Ánimo -me susurra mi amiga, adivinando mi estado.Respiro hondo y me dispongo a presionar el botón del piso de Abel en el interfono. Por suerte, o por desgracia, un vecino sale en ese momento y, amablemente, me invita a entrar. Lo medito y decido aceptar. Será más impactante aparecer en su puerta.- Allá voy -le digo a Hana como despedida. Ella levanta ambos pulgares.Nunca en mi vida he estado tan nerviosa. Creo que voy a vomitar... Imagino miles de reacciones diferentes, miles de respuestas que podría obtener de Abel. En algunas terminamos abrazados, besándonos y acariciándonos. Reconciliándonos y viviendo felices para siempre. En otras, me cierra la puerta en las narices, o me dice fríamente que no le intereso, que ya no siente nada por mí. En la peor de todas las situaciones imaginadas, Abel abre la puerta, me mira de forma ausente y me pregunta quién soy, como si en vez de poco mas de un mes, hubiesen pasado años y ya se hubiese olvidado de mi cara.Al fin me encuentro frente a la puerta, delante de la pulida superficie de madera barnizada. Mis manos ya no tiemblan, más bien se sacuden como si me estuviera dando un ataque epiléptico. Y golpeo la madera un par de veces.Nada...Llamo al timbre.Nada...Vuelvo a llamar.¡Mierda! No está en casa.Justo entonces otra puerta en el mismo rellano se abre y distingo la cara confusa y arrugada de una mujer mayor.- Hola guapa. ¿A quién estas buscando? -me pregunta.No se si sentirme molesta por su intromisión o aliviada porque quiera ayudarme.- El chico... que vive aquí -respondo balbuceando- Alto, moreno... ojos azules.- Sí, Abel. Un chico estupendo. Yo soy su casera.- Ah- digo tontamente.- Se ha ido.- ¿A donde? ¿A trabajar? - inquiero -¿Sabe cuándo volverá?- No cielo, ha dejado el piso y se ha ido a América con su hermana. Parece ser que consiguió un trabajo allí, así que no creo que vuelva pronto. Me dijo que alquilase el piso a otra persona. ¿Te interesa?Las palabras de la anciana se clavan en mi cerebro como afiladas agujas. Esas agujas parecen llevar impregnado algún tipo de veneno paralizante, porque soy incapaz de moverme. Me he quedado ahí, helada, petrificada... Y comienzo a sentir que el suelo se deshace bajo mis pies, que el aire que respiro se hace poco a poco más denso. Me falta el aliento, la herida de mi pecho sangra y se desgarra. Entonces rompo a llorar escandalosa y desconsoladamente, en ese mismo rellano frente a la atónita anciana.La mujer intenta animarme, pero de pronto Hana aparece por las escaleras, al rescate de la situación, y me coge de los hombros mientras disculpas a la mujer y me arrastra fuera del edificio. Yo no puedo parar de llorar. Al menos hasta que noto que las pequeñas y finas manos de mi amiga me sacuden. Consigo enfocar sus ojos de un color verde irreal en el campo de mi visión borrosa. Me miran duramente.- ¡Sara! ¡Tranquilízate! Te estas pasando.- Se ha ido, se ha ido para siempre.- Lo sé. Estaba escuchando.No me quedan fuerzas para enfadarme con ella, de modo que lo dejo pasar.- No puedo creerlo. Se ha marchado.- Bueno, no es descabellado. Le partiste el corazón. Y su hermana vive en Estados Unidos. Quizá necesitaba que alguien estuviese con él, igual que Nerea y yo hemos estado contigo.- Ya pero...- ¿Sabes lo que tienes que hacer ahora?- No...- Tienes que comprar un billete de avión e ir a buscarle.A pesar del gran disgusto que tengo encima, las palabras de Hana están a punto de hacerme reír.- Eso es una locura.- A estas alturas, es hora de que hagas una locura por amor. - Pero no sé dónde vive su hermana. Solo se que trabaja en Chicago, es abogada.- Pues vas a ir a Chicago.- Hana, Chicago es una ciudad enorme -replico- ¿Como piensas que voy a encontrarle?- No lo sé, pero tienes que intentarlo o te arrepentirás toda tu vida, Sara.Tiene razón. Es la cosa mas absurda que haré en mi vida, seguro, pero si no viajo hasta Chicago e intento encontrar a Abel, jamas me lo perdonaré.- Está bien -accedo finalmente.- ¿Y cómo lo hago?- Lo primero, es investigar...Tras haber conseguido aplacar mi acceso irracional de llanto, Hana vuelve a subir las escaleras con la firme intención de hacerle unas cuantas preguntas a la anciana casera de Abel. Con las ideas bullendo en mi cabeza como si fuera una olla a presión, yo la espero en el portal, comiéndome las uñas hasta convertir mis dedos en muñones. Al cabo de unos minutos, mi amiga regresa con una amplia sonrisa en la cara. - Hecho -anuncia, y agita un papel que lleva en la mano -Tenemos una dirección.- ¿En serio? -Me sorprendo. - Ha habido suerte, la señora es una romántica, y cuando le he explicado la historia le ha faltado tiempo para darme la dirección donde Abel le dijo que enviara el correo a su nombre. Tomo el papel entre mis dedos temblorosos y lo examino. Es una calle cualquiera de un barrio cualquiera de una ciudad situada a casi 7.000 kilómetros de distancia.La cabeza comienza a darme vueltas. ¿De verdad me voy a atrever a hacer algo tan temerario?* * *No puedo creerlo... Parece que ya no hay vuelta atrás.Ni siquiera me he hecho a la idea de viajar a otro continente cuando, dos días después, Hana llega a casa con dos billetes de avión en la mano.- Ya está- anuncia. -Conseguí un buen precio. 1500 ida y vuelta.Se me cae el alma a los pies.- ¡¡1500!! -exclamo.- ¿Por qué los has comprado? No puedo pagar eso... ¡Estás loca!- No te alteres tan rápido. Ya están pagados, y no los has pagado tú. Han sido tus padres. - ¿Mis padres? -pregunto, incrédula.- Los llamé y les expliqué lo que te ocurría. Me mandaron el dinero para pagar tu viaje enseguida. -Declara mi amiga- Son unos padres estupendos, deberías valorarlos más.Estoy tan sumamente anonadada que no le discuto esa ultima afirmación.- ¿Y por qué dos billetes? ¿Vas a acompañarme?Creí que le iba a ser imposible pedir días en su nuevo trabajo.- No, yo no.Entonces Nerea aparece tras ella, haciendo una entrada teatral en mi habitación. - Yo iré contigo -anuncia con una gran sonrisa- He pensado que con tu nivel de inglés de instituto no llegarías muy lejos, además necesitarás un poco de desparpajo y cara dura para conseguir lo que te propones. Por eso y porque siempre he querido visitar Chicago, voy contigo.Jamás lo habría esperado. Nerea va a ser mi compañera de viaje.Lo cierto es que me siento mucho mas aliviada y confiada ahora que sé que no voy a ir sola. De pronto, una pequeña parte de mí comienza a pensar que quizá este loco plan puede salir bien. El optimismo, hasta ahora enterrado junto a mí en mi pozo personal, se arrastra entonces lentamente hacia la superficie. Comienzo a pensar que es posible que, al fin y al cabo, en cuestión de días pueda ver a Abel. Tenerlo frente a frente, poder decirle todo lo que siento... Los nervios se agitan en mi estómago, como mariposas.No puedo contener el impulso de abrazar a mis amigas, y decido no luchar contra las lágrimas que brotan en ese instante de mis ojos. Éstas no son como tantas otras que he derramado, éstas son de felicidad, y por eso merecen que las deje aflorar.- Vale vale... -murmura Nerea, algo incómoda por mi efusivo abrazo. Nunca ha sido muy cariñosa.- A cambio quiero que me traigáis muchos regalos -dice Hana con su cantarina risa característica.- No te quejes, que vas a tener la casa para ti sola durante una semana.- Podrás traer a Luis...-Añado con picardía.- ¿Quién es Luis?- pregunta Nerea.- Te lo contaré durante el viaje.-Le prometo, y acto seguido me apresuro a sacar la maleta.¡Tengo mucho que preparar! Nos vamos en tan solo tres días.

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