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Tres son Multitud. Capítulo 20

Publicado el 05 febrero 2014 por Pfroche @RochePF

Tres son Multitud. Capítulo 20
   CAPÍTULO 20
El Juego del Gato y el Ratón
-¿Estás completamente segura de que no quieres acompañarnos al partido? -me pregunta Nerea por milésima vez esa noche. -No, sólo quiero estar sola un rato. No te ofendas -le respondo. -De acuerdo.-Diviértete -la despido, y por fin consigo mi objetivo. Me sorprende levemente no sentir ganas de llorar. Ver a Abel, aunque fuese tras la ventana de una cafetería, ha hecho que algo cambie dentro de mí. Y me doy cuenta de que podría haber hablado con él, al menos para explicarle lo que realmente sucedió esa noche con Pablo, pero he decidido dejarlo estar. ¿Qué necesidad hay de revolver las cosas? Lo pasado, pasado está...


Tal y como Nerea había predicho, los dos días siguientes me quedo metida en la cama.Al tercer día, miércoles, por fin me animo a bajar al comedor para desayunar. Mi amiga no está, al parecer los chicos americanos son tan sumamente entretenidos que no paran de organizar actividades y visitas a distintos lugares de la ciudad. Nerea apenas ha pisado la habitación en todo este tiempo. Supongo que sus ausencias nocturnas pueden explicarse también por otros motivos, aunque no logro adivinar en qué cama habrá dormido. Podría ser la del rubio, Liam, o la del moreno, Matthew. Incluso podría ser la de ambos. En cualquier caso, me alegro por ella.Para mi sorpresa, un rato después aparece por la puerta del comedor. Sola.-Buenos días -me saluda. Parece contenta.-Hola.-Al fin has salido de la habitación -observa, y yo me limito a asentir. -¿Tienes intención de hacer algo más que compadecerte? Nos quedan apenas unos días aquí y no has visto nada de la ciudad. Si te apetece, los chicos podrían llevarnos a...-No hace falta -la interrumpo.-Vamos, Sara. Ya que has venido hasta aquí, deberías aprovechar para hacer turismo.-Pero no me apetece, Nerea.-Pues lo siento, pero hoy te voy a obligar a acompañarnos -declara -Vamos a la playa. Nos han hablado de un sitio precioso a una hora de camino, junto al lago.-¡Qué pesada eres! -le recrimino.-Y más que lo voy a ser si no aceptas.-Está bien.-Genial -repone con una sonrisa -Ponte guapa, Matthew me pregunta mucho por ti. Creo que le gustas.Resignada, pongo los ojos en blanco. -Por cierto ¿Has llamado a Hana? -me pregunta.-La verdad es que no. Lo he olvidado -admito.-Ya... La he llamado yo -me informa.-¿Y...?-Y dice que eres estúpida. Creo que se plantea seriamente coger un vuelo y plantarse aquí para echarte la gran bronca que te mereces.-Si quiere perder el tiempo...-No te preocupes, la he convencido de que espere en casa. Tendrá tiempo de sobra para regañarte en cuanto cruces la puerta del piso. -¡Qué bien! Lo estoy deseando.-replico con sarcasmo.Termino mi comida sin más comentarios ácidos ni reproches por suerte, y me veo obligada a subir de nuevo a la habitación para ducharme y vestirme. No sé por qué Nerea insiste en que me ponga un vestido que considero muy poco apropiado para un día de playa pero no me apetece seguir discutiendo con ella, de modo que lo hago.Abajo en la recepción nos esperan los dos americanos. Me sorprende ver que han alquilado un coche.-Hi Sara -me saluda Matthew -It's a pleasure to see you.-Dice que se alegra de verte -me traduce Nerea.-Bien, gracias.Con cara de póquer entro en el coche alquilado. Es una marca nacional, un chevrolet de color rojo apagado. Nada más entrar los chicos encienden la radio y la música inunda el interior del vehículo. ¡Tanto mejor! Así puedo fingir que presto atención a las canciones en lugar de a la incomprensible charla que se sucede entre ellos y Nerea.En cuestión de poco más de una hora me fijo en que el coche deja la autovía y se adentra por una carretera pedregosa. Frente a nosotros contemplo la gran extensión de agua de color azul intenso que es el lago Michigan y, por un instante, me permito admirar su belleza. Parece una balsa, un mar en calma, pues soy incapaz de vislumbrar la otra orilla.De pronto el vehículo toma un giro por un sendero más transitado de lo normal. Hay varios coches que buscan un lugar donde estacionarse.-¿Toda esta gente va a la playa? -inquiero.-Sí, supongo -responde Nerea, sin embargo noto un entusiasmo en su voz que levanta mis sospechas. Y entonces lo comprendo... Nos detenemos junto a una arboleda decorada con guirnaldas y centros de flores. Sobre el césped hay un camino enlosado que lleva a algún misterioso lugar oculto entre los árboles. Y creo saber de qué se trata.-Me has traído a la boda -mascullo, tan sorprendida que apenas puedo enfurecerme. -¡Bingo!Entonces, toda mi furia, mi tensión y mi dolor estallan.-¡No tienes derecho, Nerea! -grito, y salgo del coche airadamente. Ella me sigue.-Por Dios, date un respiro -me exige mi amiga.-Decidí dejarlo correr -continúo bramando -¿Es que no puedes respetar mi decisión?-No cuando veo que te estás equivocando.-No tienes ni idea, maldita sea. -repongo, cegada por la ira -¡Me voy!-Ni se te ocurra -me amenaza Nerea.-¿Por qué? -inquiero, las lágrimas me escuecen en los ojos. -Porque no vas a estropear mi boda -dice entonces una voz a mis espaldas. Atónita, giro sobre mis talones y me enfrento a una persona que, aunque jamás había visto, reconozco al instante. Es Mónica, la hermana de Abel. -Pero...-Nada de peros -replica ella. Es hermosa, con el cabello negro igual que el de Abel recogido en la nuca en un sofisticado moño adornado con una rosa blanca, y los ojos azules tan similares a los de su hermano mirándome fijamente. Lleva un vestido que sería la envidia de cualquier novia, un diseño moderno de color blanco inmaculado, adornado con perlas y rosas naturales. -Por fin te conozco, Sara -continúa hablando ella -He oído hablar mucho de ti. Le has hecho mucho daño a mi hermano.Las lágrimas atrapadas entre mis pestañas se deslizan por mis mejillas. -Lo...siento.-No lo sientas -replica Mónica -Ahora estás aquí, has venido por él y no voy a dejar que cambies de idea y te marches sin más. -Pero él está bien aquí -balbuceo -Es feliz.-¿Te lo ha dicho él? -inquiere la novia.-No -admito.-Entonces...¿Cómo puedes estar tan segura?De pronto todos mis argumentos desaparecen, se desvanecen. Me quedo muda sin saber cómo responder a una pregunta tan sencilla. Mónica sigue hablando.-Tu amiga insistió mucho en hablar conmigo y cuando me contó que estabas aquí, no lo podía creer. Mi hermano me había contado lo ocurrido y no comprendía cómo era posible que hubieras venido hasta aquí. Pero como siempre, hay dos versiones de la misma historia, y la que me contó Nerea es muy diferente de la de Abel. Él creía que todo se había acabado, hasta que...-¿Hasta que...? -la insto a seguir.-Hasta que entró de nuevo en ese blog tan maravilloso que llevas tiempo escribiendo.Sus palabras me dejan helada. ¿El blog? ¿Qué demonios tiene que ver el blog en todo esto? No consigo encontrar la conexión. Al menos hasta que Nerea interviene.-¿Recuerdas el mensaje que Hana dejó para él? Le pedía que te perdonara... Pues él lo leyó y estaba planeando su viaje de vuelta.-Tenía que quedarse para la boda -añade Mónica -Pero compró el billete para dentro de unos días. -¿Sabe él que estoy aquí? -inquiero.-No -responde ella -Por suerte, con todos los preparativos no ha vuelto a entrar al blog. ¡Y me alegro! Verte aquí será una gran sorpresa.-Yo... yo, no sé... -No consigo encontrar las palabras, porque no consigo entender mis propios sentimientos. Abel iba a volver, incluso antes de que yo decidiera venir a Chicago a por él. Eso significa que no me ha sustituido por una rubia americana. Significa que, tal y como decía Nerea, las apariencias nos han engañado una vez más.Entonces, la mano blanca y delicada de Mónica se extiende hacia mí.-Vamos, es hora de que dejéis de jugar al gato y al ratón -declara. Yo cojo su mano. Es cálida y me infunde ánimos. Antes de guiarme al interior de la arboleda, hacia Abel, se vuelve una última vez para mirar a Nerea y a los chicos.-Thanks for comming -dice en inglés -Enjoy the wedding.Y la sigo por el camino enlosado, bordeado con cintas blancas y fragantes flores rosas.

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