Podrá gustar más o menos, pero nadie debería cuestionar la inclusión de Notti magiche en el programa de la sexta Semana de Cine Italiano que se llevará a cabo del 6 al 12 de junio en la Ciudad de Buenos Aires. De hecho, la comedia de Paolo Virzi que se estrenó en Roma en noviembre pasado le rinde homenaje a ese cine –o al menos a algunos de sus exponentes– y entre elogios, añoranzas, críticas, humoradas auspicia varios reencuentros significativos. Para empezar, con su realizador, aquí recordado por La prima cosa bella, Loca alegría, El capital humano. Luego, con los actores Giancarlo Giannini, Roberto Herlitzka, Paolo Bonacelli, ¡Ornella Mutti! y con (un doble de) Federico Fellini.
Por si esas razones resultaran insuficientes, vale mencionar el toque argentino de esta comedia que transcurre durante la semifinal del Mundial de Fútbol de 1990, y que se titula como uno de los versos de la canción oficial de aquella contienda deportiva. Es más, el largometraje comienza con la transmisión televisiva del gol que Diego Maradona le hizo al arquero milanés Walter Zenga en tiempo de penales, es decir, en el último tramo del partido que tuvo lugar el 3 de julio de ese año en el estadio San Paolo de Nápoles: mientras los fanáticos de la Squadra Azzurra asisten a la secuencia de la patada eliminatoria, un auto en movimiento derrapa y cae en el río Tíber. Los carabineri encuentran en el vehículo a un productor cinematográfico sin vida.
Virzi convierte la investigación policial de este presunto accidente vial en motivo para retratar a la comunidad cinematográfica activa en la Roma de aquel entonces. El hecho de que los principales sospechosos de la muerte dudosa sean tres guionistas novatos –dos varones y una mujer– sugiere la presencia de algunos elementos autobiográficos en esta película que el realizador toscano (igual que uno de los jóvenes en cuestión) escribió con un varón y una mujer contemporáneos: Francesco Piccolo y Francesca Archibugi.
La mención de Federico Fellini y el cameo del doble que lo representa constituyen la referencia más explícita de la cine-città de fines del siglo XX. Los espectadores porteños disfrutarán más o menos de los guiños cinéfilos según el conocimiento que tengan de aquella época de recambio generacional. En cambio, son aptas para todo público las alusiones a discusiones a esta altura globales o globalizadas, por ejemplo aquélla que contrapone películas de autor y blockbusters.
Roma es la otra gran protagonista de estas Noches mágicas. La Fontana di Trevi, el barrio del Trastevere, la cúpula de la Basílica de San Pedro se lucen gracias a la fotografía de bosnio Vladan Radovic. Y el ambiente nocturno, las fiestas de envergadura cinematográfica, encuentran su ritmo noventoso gracias a la musicalización de Carlo Virzi.