Revista Cultura y Ocio
Hoy es un día triste para mí. Habría sido el cumpleaños de una persona muy especial que ya no está. No pasa nada porque las personas tengamos días tristes. Todos los tenemos y es lo normal. No llego a entender que haya personas que intenten ocultarlo a toda costa y siempre muestren lo exitosos que son, lo felices y rodeados de personas que están que los adoran, cuando la tristeza y el dolor forma parte del ser humano y no sentirlo es imposible. Es uno de esos días en que todo te sabe a final. A que la vida cambia irremediablemente y no puedes hacer nada por impedirlo. Las personas pasan por tu vida y si dejan huella te dolerán cuando se vayan y si no te la dejan, no sufres pero tampoco sientes nada. Es el eterno dilema ¿pasar por la vida de puntillas, intentando que nada te afecte ni vincularte a nadie para no sentir dolor o sentirlo todo con todas sus consecuencias?
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Os quiero contar una pequeña historia en memoria de mi abuelita. Resulta que siempre fue muy avanzada en su tiempo y siempre le gustó leer y aprender. Con más de ochenta años le gustaba leer las enciclopedias y aprenderse ríos, montañas, países y costumbres de lugares en los que sabía que jamás podría ir. Era el tipo de persona que bien podría asemejarse a Ana Frank y que si no habéis leído su diario os recomiendo. Algo escribí en el blog de ella, podéis leerlo aquí. En aquella época se quemaban y destruían libros y periódicos que iban en contra del régimen así que ella se empezó a aprender muchos de los textos y poesías de memoria. Decía que era la única manera de que permanecieran. Y vaya si lo hizo. Siempre me alucinó la cantidad de poemas, textos y canciones que recitaba. Incluso hasta el final de sus días en el hospital, mientras las enfermeras se quedaban atónitas y yo lloraba por los pasillos. Nos arrepentiremos siempre de no haberla grabado cantando y recitando porque toda esa sabiduría se ha ido con ella. Lo que no se va a ir de mí es esa sensibilidad y sé que en cada poesía que lea, siempre la recordaré a ella.
Los árboles: testigos mudos de todas mis tristezas.