Revista Cine
Director: Aleksei German
Tranquilos, las películas de Hitchcock no se han acabado, pero hace un rato vi "Qué difícil es ser un Dios", la última película del ruso Aleksei German (película que no pudo ver estrenada, pues murió antes de que el montaje concluyera), basada en una novela de los hermanos Strugatsky (cuya obra, que parece ser ciencia ficción filosófica, se ve realmente interesante, aunque no se encuentran mucho por acá tristemente) y rodada en impresionante blanco y negro en 35mm, y no podía aguantarme las ganas de hablar de este mastodonte fílmico del que tampoco hablaré mucho, pues su monumental y descomunal experiencia más o menos te deja mudo, anonadado, y se hace absolutamente banal entrar a ponderar aspectos técnicos o narrativos o dramáticos o lo que sea, porque German crea un universo (lo crea con lujo de detalle, la inmersión es total, la ambientación es de lo mejor que he visto, ¡he dicho!) y nos lanza de lleno en él, y nos patea el culo y nos escupe este incesante panorama de podredumbre moral, cultural y social, repleto de mugre y asco y lodo y repugnancia y suciedad y vómitos y vísceras y muerte y ruido, sin descanso, casi revolcándose en su rotundo carácter soez, grosero, inevitablemente pesimista y desolador y ametrallador... Lo mejor que pueden hacer es ver esta magnífica pieza sin saber nada, yo solamente les transmitiré la premisa que el narrador nos comunica al inicio del film: (en el futuro, claramente) cerca de la Tierra se ha descubierto otro planeta, aparentemente igual al nuestro, salvo que allá se encuentran en algo así como la Edad Media, con todo lo que ello acarrea (se dice que es un período de oscuridad), y quienes descubrieron el planeta enviaron científicos esperando con ello avivar un poco un proceso equivalente a nuestro Renacimiento terrícola, aunque todo salió mal porque los intelectuales, los científicos, los artistas, comenzaron a ser perseguidos y asesinados, las ideas mismas y la cultura misma comenzó a ser mutilada, erigiéndose el desorden como el gran gobernante. Nuestro protagonista es un sujeto haciéndose pasar por algún tipo de noble, que vive con cierta comodidad rodeado de pobreza e ignorancia, y bueno, entre ciertas cosas que se propone (encontrar personas, por mencionar algo), poco a poco se verá frustrado y afectado por este crudo y cruel festival de oscurantismo, que cada vez lo encierra más en su mórbido cerco, peor para él considerando que tiene estrictas órdenes de no intervenir, de sólo observar, de no hacer nada... ¿Y cómo es posible mantenerse cuerdo ante semejante caos que se cuece bajo sus barbas?¡Oh!, ¿mencioné que esta genialidad dura tres horas? ¡Tres horas! Parece que este año la navidad se me adelantó, ¿eh?
No se pierdan este inefable y extremo y suicida viaje a los abismos de la humanidad, en donde el argumento se ve devorado por la sinrazón y la oscuridad y la inmundicia imperantes. Si se sienten desorientados, confundidos, golpeados, no teman: así es como debe vivirse esta película, así es como debe comprenderse.
Obra maestra, definitivamente obra maestra.