A la luz de las últimas revelaciones que están saliendo sobre el fraude electoral en las elecciones de 2020 en Estados Unidos, cada vez más estadounidenses comprenden que enfrentamos a alguien más que a Biden o a Harris; enfrentamos a una Camarilla responsable del robo electoral a Trump. La verdadera pandemia no es el virus creado en el laboratorio de Wuhan o sus variantes, que se expanden muy convenientemente dondequiera que vayamos o hagamos y alcanza sus picos en ciertas épocas del año, por ejemplo, antes de las elecciones o cuando los gobiernos desean imponer restricciones a los ciudadanos a capricho; la auténtica pandemia es esa Camarilla arrogante y corrupta hasta la médula que amenaza al país y al mundo, y que, de hecho, ya ha erosionado parte de la democracia rumbo a una tiranía.
Trump expone cada día a esta Camarilla que se piensa que puede gobernar Estados Unidos y tomar medidas para controlar las vidas de los ciudadanos y de todo el mundo como si fuesen todopoderosos que no tienen que dar explicaciones a nadie.
No tienen más que mirar lo que sucede en Estados Unidos, España, Australia, Francia y otros países, cuyos ciudadanos se han convertido en semi esclavos de unos gobiernos que utilizan la excusa del virus chino para eliminar las libertades individuales. En Estados Unidos, al menos, millones de ciudadanos están dando la batalla para que no caigamos del todo en una dictadura, pero en Europa la mentalidad borreguil es otra y esa dictadura global está más avanzada e implantada, incluso con la connivencia de muchos ciudadanos desinformados y manipulados por sus medios de comunicación.
No podemos mirar hacia otro lado. Independientemente de que se vote o se apoye o no a Trump, que es quien lidera esta lucha contra esa Camarilla, de la que forman parte el establishment mediático, político y empresarial, es necesario ponerse en pie, resistir y luchar contra aquellos que nos quieren quitar nuestras libertades y esclavizar con excusas sanitarias y de otra índole.
El movimiento MAGA de Trump se ha convertido no sólo en el más dinámico y activo políticamente, sino también en el último bastión de la democracia y en la última oportunidad para un renacimiento del país.
El panorama nacional y mundial es aterrador, pero aun así hay razones para la esperanza y no dejar que la desesperación se apodere de nosotros. La esperanza está en los oficiales militares y veteranos que se oponen con furia al adoctrinamiento de la teoría crítica de la raza y el "woke" (despertar); en los padres que se levantan y hacen frente al adoctrinamiento feminazi y socialista en las escuelas; en los ciudadanos que ponen su dinero y su voz en causas justas y patrióticas para defender lo mejor de este país; en aquellos que defienden contra viento y marea la cultura de la vida frente al aborto; en aquellos que deciden libremente si se vacunan o no; en los padres que deciden con razón no poner mascarillas a sus hijos; en los estudiantes universitarios, trabajadores sanitarios y empleados del gobierno que presentan demandas contra los mandatos de vacunas y restricciones absurdas; en esos ciudadanos que se preparan de forma inteligente para el futuro comprando suministros, semillas, aves y animales de corral, artículos de supervivencia, etc; en aquellos que participan en la política local y nacional de la mano de los principios de America First; en todos esos ciudadanos que resisten al rodillo socialista pública y privadamente; en esos valientes que están enfocados en el nacionalismo económico, el conservadurismo cultural, la realización de auditorías forenses de las elecciones y en la lucha contra el globalismo depredador que busca destruir nuestra república constitucional.
El poder de estos millones de ciudadanos apenas ha empezado a experimentarse y tienen en Donald Trump a su mejor líder. Es por ello que éste sigue siendo el objetivo de esa Camarilla que no acepta que el pueblo tome sus propias decisiones. Retirado de la presidencia a través de un colosal fraude electoral y numerosas artimañas, afortunadamente Trump no se ha quedado en silencio ni han podido amordazarlo, tal como era el deseo de ese establishment que gobierna en la sombra.
Es más, Trump acaba de lanzar su campaña de reelección con dos importantes mítines a celebrar próximamente en Iowa y Georgia; respaldando a nuevos candidatos MAGA para el Congreso en 2022, como Mike Waltz y Diana Harshbarger, entre otros; realizando entrevistas en medios de comunicación; y lanzando anuncios contundentes.
La capacidad de Trump de conectar con los ciudadanos estadounidenses sigue siendo asombrosa. Lo está demostrando de nuevo en los mítines realizados en las últimas semanas. El vínculo entre Trump y millones de estadounidenses es real y sigue siendo palpable. Es una base fiel, no exenta de crítica cuando es necesaria, pero consciente de que Trump es la última esperanza para los valores tradicionales americanos y para proteger nuestras libertades y salvaguardar la democracia.
Durante este año 2021, el presidente Trump está haciendo un mejor trabajo al discernir quién realmente apoya su agenda MAGA y quién simplemente pronuncia esas palabras pero no lo dice en serio y no la defenderá si es elegido en las elecciones midterm de 2022. Por ello, está formando un gran equipo MAGA y, con suerte, lo haremos muy bien en las elecciones al Congreso y las gobernaturas estatales, y avanzaremos firmes hacia las presidenciales de 2024.
A día de hoy, defender MAGA significa ser fuerte contra el crimen y defender fronteras seguras y una inmigración legal y ordenada; apoyar la Segunda Enmienda; defender a nuestros militares y veteranos; ser pro-vida; y luchar por la integridad de las elecciones, la independencia energética, una inflación controlada, emprendimiento empresarial, gobierno limitado e impuestos bajos.
En definitiva, Trump no busca hacer que el Partido Republicano sea su partido. Si se mantiene activo es para ayudar al Partido Republicano a adoptar las políticas MAGA que fortalecieron a su Administración y movimiento, no se trata de él, se trata de salvar el país, es política no pleitesía. Lo que busca Trump es recuperar y tener una gran nación de la que todos se sientan orgullosos; esa América en la que la libertad, la unidad nacional, el respeto a nuestros símbolos, al adversario y a nuestra herencia cultural e histórica, y el auténtico patriotismo, son nuestra bandera como nación.
Nuestra cultura y nuestros valores, nuestra historia y nuestra herencia están siendo destruidas por la izquierda, y no podemos permitir que eso suceda por más tiempo.
La solución es más MAGA y más Trump, que es quien encarna mejor que nadie el espíritu de "America First" (America Primero) y cuyas recientes palabras anuncian una nueva revolución americana:
"El movimiento MAGA es más fuerte de lo que creo que alguna vez ha sido. Este es el movimiento más grande en la historia de nuestro país, nunca ha habido nada igual".
Está claro que ahora más que nunca, Estados Unidos necesita más combatientes por la libertad y contra los izquierdistas radicales, el corrupto Estado Profundo, los principales medios de comunicación, las grandes tecnológicas y los cobardes conservadores sólo de nombre que se han rendido por completo a la izquierda. Lo que no necesitamos más es gente con información privilegiada o políticos de carrera en Washington, especialmente aquellos con vínculos con el Partido Comunista Chino y otras organizaciones socialistas.
Los movimientos MAGA y America First son realmente los únicos movimientos conservadores sólidos y patriotas que pueden derrotar al socialismo.