El papel de liderazgo que está ejerciendo Donald Trump entre los republicanos para hacer frente a las políticas socialistas del régimen de Biden y Harris está siendo determinante para poner en evidencia todos los fracasos y crisis que ha desatado éste.
Desde Biden hasta el último monigote de esta Administración fraudulenta y de los medios de comunicación corruptos que la apoyan, se quejan día sí y día también, llorando con nenazas, porque las acertadas críticas conservadoras han hundido el apoyo ciudadano a esta caterva de inútiles. La desaprobación de los votantes es tan elevada que ya ni los medios que taparon el fraude pueden silenciar el fracaso de esta Administración.
Trump y los republicanos tienen el derecho y el deber de oponerse a unas políticas que están devastando Estados Unidos porque los demócratas controlan ahora la Casa Blanca y el Congreso. Toda la responsabilidad de lo que sucede es exclusivamente suya.
La agenda política socialista demócrata es la que está fracasando y la que se debate y se pone en cuestión. Trump no deja pasar ni una, y es su obligación hacerlo en representación de los más 74 millones de ciudadanos que lo votamos.
Las meteduras de pata de Biden son tantas que ocuparían varios reportajes. Entre las más recientes cuando sugirió airadamente durante su última conferencia de prensa, teatralizada con medios afines, una "incursión menor" de Rusia en Ucrania y cuestionó la legitimidad de las elecciones de 2022, que ni siquiera se han llevado a cabo aún. Otros "deslices" han molestado aún más a los ciudadanos, como su insistencia en que los estantes de las tiendas y de los supermercados "apenas han cambiado y no hay escasez" desde antes de la pandemia, o su desestimación de las encuestas que muestran que los votantes independientes desaprueban el trabajo que está haciendo.
Trump ha visto lo que todos hemos visto y lo ha denunciado: un hombre fuera de la realidad con evidentes síntomas de senilidad. El colmo de la desvergüenza de Biden y su Administración es culpar a los republicanos por la falta de progreso para abordar los problemas del país. Debe olvidarse también que él y sus demócratas de izquierda son los que gobiernan ahora y tienen todo el poder. Son sus políticas las que están destrozando el país. Todas las encuestas reflejan ya que los ciudadanos consideran la presidencia de Trump mejor que la Administración Biden.
La política de inmigración de Biden se ha estrellado contra el muro de Trump, nunca mejor dicho, que siempre funcionó. Mientras Trump cumplía y defiende que se cumplan las leyes de inmigración y se asegure la frontera, como él hizo en su mandato, Biden la ha convertido en un peligroso coladero de más de 2.500.000 de inmigrantes ilegales y un foco de violencia y narcotráfico sin control. Esta es la frontera que preocupa a los ciudadanos, no la de Ucrania con Rusia.
Trump y los republicanos estamos a favor de la ley y el orden, de modo que han sido acertadas sus críticas a las atroces decisiones judiciales tomadas por fiscales de distrito de extrema izquierda en las grandes ciudades controladas por los demócratas. No es casualidad que el millonario socialista George Soros haya inyectado 125 millones de dólares a los demócratas para las elecciones midterm de noviembre de este año y al menos 29 millones de dólares para financiar la carrera de 23 fiscales de distritos, y otros alcaldes, gobernadores y congresistas elegidos a dedo de tendencia socialista. Quieren controlar las leyes para utilizarlas en su aplicación de una agenda que les beneficia a ellos pero que hunde a los ciudadanos. De momento, los fiscales de distrito activistas de izquierda colocados por George Soros en todo el país han hecho que el país sea mucho más peligroso para los ciudadanos y, especialmente, para aquellos atrapados en los vecindarios más pobres.
Trump pone el dedo en la llaga también en otro tema sangrante: las comunidades minoritarias están sufriendo aumentos históricos en las tasas de homicidios y Biden no hace nada para protegerlas y aumentar su seguridad. Bien podría, por lo menos, avergonzar a los fiscales de izquierda para que hicieran su trabajo o, más enérgicamente, amenazar con cortar las subvenciones del Departamento de Justicia si continúan liberando a los criminales violentos en las calles, como están haciendo de forma irresponsable.
Algunos fracasos de Biden son éxitos de Trump y para el país. Al bloquear el multimillonario plan de gastos Build Back Better, es previsible que la menor demanda debilitará la inflación y que más adultos comenzarán a ocupar el número récord de puestos de trabajo vacantes. Trump y los republicanos también apoyan el fin de todos los mandatos de mascarillas y vacunas que están empeorando la escasez de mano de obra, interrumpiendo las cadenas de suministro, y desestabilizando la economía y las relaciones sociales. La decisión del Tribunal Supremo de declarar inconstitucional el mandado de vacunas de Biden es un éxito para los republicanos y para la nación.
Los republicanos no son perfectos en política, ahí tenemos a los Republicanos Sólo de Nombre (RINOs) para demostrarlo, pero Donald Trump es lo que más se acerca a defender una agenda verdaderamente conservadora y defensora de los intereses de los ciudadanos.
Trump sabe que todas las críticas son importantes, pero tal vez la que más lo sea es la que se refiere a recuperar la integridad y transparencia electoral. Al denunciar el fraude demócrata en las elecciones de 2020, evidencia una de las grandes manchas en la democracia norteamericana. El tiempo y las pruebas demostrarán que será uno de los grandes logros de Trump para recuperar lo mejor de nuestro país. Las reformas electorales que se está llevando a cabo en algunos estados, como Wisconsin, Arizona y Pennsylvania, deben garantizar que no vuelvan a cometerse fraudes de la magnitud del que llevó a Biden a la Casa Blanca.
Entretanto, las últimas encuestas muestran claramente que una gran mayoría de votantes confía en los republicanos y en Trump por encima de los demócratas en temas vitales como la seguridad nacional, la seguridad fronteriza, la gestión de la policía, la economía, la inmigración, la defensa, la gestión del coronavirus, y los nombramientos judiciales. Y que una gran mayoría siente que ahora vamos en la dirección equivocada.
Frente a una mayoría de medios cómplices con los demócratas para silenciar las críticas y ocultar la realidad, los votantes saben lo que quieren y entienden que las posturas de Trump y los republicanos sobre estos temas se alinean mejor con las suyas que las de Biden y sus demócratas socialistas.
Los medios aliados de Biden lo mostraron desde el principio como un hombre competente, compasivo, sereno, y tranquilo. Todos ellos promocionaron su experiencia y alabaron su ternura y amabilidad. La realidad es que no es nada de eso, como ya sabíamos muchos. Lo ha demostrado claramente. Tal vez el momento en que se le cayó la máscara fue cuando llamó al periodista Peter Doocy "estúpido hijo de puta" cuando le preguntó acerca de la elevada inflación. Ése es el tipo en realidad. Un fanfarrón falso aupado por unos multimillonarios tan hipócritas y desvergonzados como él.
Tal y como nos recuerda Trump en sus intervenciones llenas de entusiasmo y juvenil optimismo, apenas un año después de entrar en el Despacho Oval, Biden ha demostrado que es peor de lo que nadie podría haber esperado nunca. De hecho, encabeza una de las peores y más incompetentes Administraciones de la historia.
Hoy, es difícil pensar en algo bueno que Biden haya hecho realmente. No sólo lo piensa y lo dice Trump, lo decimos la mayoría de los ciudadanos. Nosotros, el pueblo.
La conclusión es que Biden no ha hecho nada bien y ha demostrado que Trump fue el mejor presidente que hemos tenido en los últimos 30 años.