¿Y si lo divino tuviese cuerpo? ¿Y si el remedio para prevenir y curar la mayor parte de las enfermedades, estuviera aquí mismo, bañando plácidamente las costas? ¿Y si el origen de la vida fuese, además, el medio para prolongarla?
Dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno, la base de toda forma de vida conocida y propiedades físicas desconcertantes. El agua es un dios transparente y complejamente sencillo que alcanza su poder total, más allá de la comprensión científica actual, cuando baña las costas. Es cercana, al alcance de la mano, lo más parecido a tocar el cielo que veremos jamás.

Se ha demostrado (empíricamente, no es seudociencia), que el agua de mar, usada como suero, hace que el cuerpo se recupere mucho más rápido. Previene enfermedades, frena la desnutrición y cura, sin que se sepa bien como, la mayor parte de las enfermedades. En el reportaje que adjuntamos, por ejemplo, se habla sobre la sorprendente terapia llevada a cabo en la clínica Santo Domingo, de Managua, con un 95% de personas sanadas.
Ante la duda de los motivos por los cuales las terapias con agua marina se olvidaron, las claves son sencillas y producen cierta vergüenza: el agua de mar no se puede vender como medicina, ya que no es homogénea ni tiene un uso específico. La sociedad actual arregla desperfectos antes que evitarlos… pero, sobre todo, hablamos de un producto libre de coste. Y si ni siquiera vivir una vida mediocre es gratis, mucho menos 1.370.000.000.000.000.000.000 litros de divinidad. Mejor pase por el cajero (y consulte con su farmacéutico).
Si quieres saber más:
Ángel Gracia, recuperador de toda una filosofía.
René Quinton, padre de la idea y genio olvidado.
PDF de Revista Enlace, Nicaragua.
A continuación, reportaje en Thalassa (catalán – castellano)
