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Tú en palabras (no es tan fácil)

Por Lorena White @lorenagwhite

¿Quién eres? ¿A qué te dedicas? ¿En qué trabajas? ¿Por qué estudias esa carrera? ¿Por qué escribes? ¿Qué puedes aportar a nuestra empresa? ¿En qué tienes experiencia? ¿De qué trata tu blog? ¿A qué te gusta dedicar el tiempo libre? ¿Cuál es tu mayor ambición en la vida? ¿Dónde te ves dentro de 10 años?

Podría seguir. No, en serio, podría seguir. Estas son sólo algunas de las muchas preguntas a las que, a veces sin querer, nos enfrentamos. Si alguna de ellas te ha dolido un poquito, es porque no siempre son fáciles de contestar. A veces no encontramos las palabras suficientes y sobre todo, a veces no encontramos las palabras correctas.

En la práctica, en el día a día, sabemos de qué va nuestro blog, porque lo mantenemos siguiendo una serie de normas o rutinas que nosotros mismos hemos establecido; también sabemos qué hacer cuando estamos trabajando y cuáles son nuestras funciones, o tenemos muy claras nuestras habilidades y las cosas que se nos dan bien. Pero ay de nosotros como nos toque definir todo esto con palabras y no con las primeras palabras escogidas al tuntún, sino con palabras que:

  • Expresen lo que queremos decir.
  • Sean entendibles para quien nos pregunta.
  • Sean justas con nosotros mismos (¿no te has dado cuenta? ¡Cada vez que te toca hablar de ti es como si hablaras del vecino de enfrente! (Sobre todo si tu vecino de enfrente te cae mal. ¿Quieres hacer el favor de dejar de machacarte?).

Hoy, a raíz del e-book ¿Qué hago con mi vida? que lancé este miércoles, te voy a proponer, más que un post, un ejercicio con 5 pasos, sobre cómo empezar a enfrentarte a las palabras cuando toque definir y hablar de casi lo más importante que necesitas para saber qué narices hacer con tu vida: TÚ. Espero que te ayude :)

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1. ¿Quién eres?

Aunque parezca mentira, empecemos por lo difícil. Estas dos palabras que parecen tan inocentes a simple vista forman la pregunta principal. Saber quién eres, por qué te gusta lo que te gusta, por qué no lo que no… Saber tus circunstancias, por qué estudias lo uno y no lo otro, si eres feliz o no en tu trabajo, cómo has llegado hasta aquí, los errores que has cometido, las cosas que has hecho bien, los retos que has superado, los que no… En definitiva, saber quién eres no se limita a saber que te llamas Fulanito Pérez, que tienes X años y que, la mayor parte del día dedicas tu vida a estudiar Y o a trabajar en un puesto de Z. Saber quién eres implica un ejercicio de mirarte hacia adentro, para sacar de ahí todo lo que eres, lo que has sido, lo que quieres ser, lo que no quieres, lo que te gusta, lo que no… En definitiva, tu historia. Todas aquellas cosas que te hacen ser la persona que eres en este momento. ¿Mi consejo para estar parte, quizá la más difícil de todo el proceso de poder describirte con las palabras justas y acertadas? Ten un diario.

2. Tormenta de ideas:

Coge un papel en blanco y pon tu cronómetro en 20 minutos. Es el tiempo que tienes para escribir en ese papel todas aquellas palabras que se te pasen por la cabeza y que te definan, definan lo que haces, lo que te gusta o que describan rasgos de tu personalidad. Palabras que tengan que ver con tus habilidades, con tus valores, con tus talentos, con tu forma de ver la vida y tu filosofía para vivirla… ¿Cuántas palabras habrás escrito cuando el cronómetro llegue a cero? En ese momento, repite el ejercicio en otra hoja en blanco, esta vez durante 10 minutos. Cuando termines, compara ambos papeles y, con un rotulador, señala las palabras coincidentes. ESAS PALABRAS serán tus palabras.

IMPORTANTE: No es un ejercicio de memoria. No se trata de recordar cuantas más palabras mejor la segunda vez que escribes. Se trata de despejar tu mente todo lo posible y ver aquellas palabras que, si tú mismo piensas en ti al escribirlas, son más recurrentes. Porque en el fondo, tú sabes que esas son las que valen.

MÁS IMPORTANTE TODAVÍA: Este ejercicio no sirve de nada si te “engañas” a ti mismo. Nadie va a evaluarte, así que 100% sinceridad.

MUCHO MÁS IMPORTANTE TODAVÍA: Lo que buscamos, en pocas palabras, es venderte. Deja de lado tus defectos y tus limitaciones, en serio, no son tan graves como crees. ¿Para qué te van a servir dos hojas de papel poniéndote verde a ti mismo? ¡DEJA DE MACHACARTE! (¡Ojalá te vieras con mis ojos!).

3. Escribe tu elevator pitch:

Dice nuestra querida Wikipedia que el elevator pitch es un anglicismo que se utiliza cuando tienes que presentar un proyecto ante posibles clientes, de la forma más clara, concisa y sintética posible. Recibe su nombre, en referencia al poco tiempo empleado para utilizarlo, asemejando a lo que dura un viaje en ascensor. En marketing, un elevator pitch trata de posicionar primero la imagen sobre la empresa y el producto.

La idea, para que nos entendamos, es condensar un mensaje que capte y retenga la atención de alguien en unos pocos segundos o minutos. Una especie de “aperitivo” que, sin embargo, te será muy útil cuando toque, por ejemplo, definirte en pocas palabras en tu currículum, en una carta de presentación, o cuando hables con alguien.

Y es que hay cosas que yo, personalmente, no dejaría a la inspiración del momento, porque es probable que, sobre todo en una etapa incierta en la que no sabemos realmente qué queremos hacer con nuestra vida, es fácil quedarse bloqueado. Por eso, escribe.

¿Quién es Fulanito Pérez (inserta tu nombre en “Fulanito Pérez”) y qué y cómo contaría de sí mismo en un breve trayecto en ascensor? Exprime todo el paso 1 de este miniplan, añádele las palabras del paso 2 y agítalo todo con un superpoder que te permita diferenciarte, y tendrás en tu elevator pitch. Eso sí, por favor: sé breve.

4. Una biografía interesante:

En algún momento de tu vida, sobre todo si te dedicas a escribir y terminas publicando o escribiendo para otros o participando en algún tipo de evento, como una conferencia o presentación, habrá quien te pida una pequeña biografía que aparecerá publicada al lado de tu artículo, en la solapa de tu libro o que utilizarán para presentarte en un evento o en una reunión de trabajo. Pongámonos en el ejemplo del escritor: ¿de qué sirve currarnos el artículo más fabuloso jamás leído si al lado tenemos una biografía que ni fu ni fa? Aquí 3 tips rápidos para una bio interesante:

  • Quién, dónde y cuándo: saca tu lado periodístico y coge 3 de las 6W que enseñan en toda santa facultad de Periodismo y di, ¿quién eres? ¿dónde naciste? ¿cuándo?
  • Qué eres: ya no se trata de decir quién eres, lo que te gusta o lo que se te da bien. Normalmente, tu biografía va estrechamente relacionada con una actividad profesional, así que, describe tu trabajo en pocas palabras: “Periodista y blogger”. “Experto en Social Media”. “Trabajo en marketing y publicidad”. 3, 4 o 5 palabras: CO-MO-MÁ-XI-MO.
  • Por qué estás aquí: un motor, un motivo, una frase inspiradora, algo que capte la atención de quien lea tu biografía y le apetezca, por ejemplo, pasarse por los enlaces a tus redes sociales o a tu web.

5. La consistencia de tu marca:

Vale, te doy la razón, a veces me pongo realmente pesada con el dichoso “TU MARCA ERES TÚ”. Pero es totalmente cierto. Tú, y lo que transmites, es aquello que te diferencia, que te hace único e irrepetible. Y ya sabes que tienes dos opciones: potenciarlo o dejar que se gestione solo (la última opción es muy poco recomendable, por cierto). En todos los pasos anteriores, tu marca personal, lo que tú eres, es lo que dará consistencia al todo. Todo tiene que ser TÚ, así que empieza a leer sobre ello, y ponte manos a la obra.


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