Tortugas de Florida, cotorras, el pez dorado, caracol manzana o, incluso, mapaches son mascotas cada vez más presentes en nuestros hogares. Quizás no seamos conscientes de lo que supone para el medio ambiente cuando estos animales acaban sueltos en nuestros hábitats y se convierten en especies invasoras.
Sabemos que las especies invasoras están aumentando su presencia de manera exponencial en el mundo, desplazando a las autóctonas, transmitiéndoles enfermedades, destruyendo la biodiversidad, y causando estragos en los hábitats y en las infraestructuras.
Centrándonos en casos que están ocurriendo en España, el caracol manzana está arrasando los cultivos. Otro caso es el mejillón cebra, del que cada puesta puede llegar a los 40.000 huevos, afecta a las obras e infraestructuras hidráulicas, causando problemas de obturación, perjudicando incluso al sistema de refrigeración de las centrales nucleares. Fuera de España, su gestión sólo en la zona de los grandes Lagos de Estados Unidos ha provocado pérdidas de más 2.000 millones de dólares.
Estas invasiones representan una amenaza directa para las especies autóctonas, como aves, anfibios, herbívoros y depredadores, lo que podría alterar las cadenas tróficas y por tanto el equilibrio de los ecosistemas. La proliferación de estas especies invasoras es en ocasiones un efecto colateral impulsado por la economía global, el turismo y la negligencia.
Se calcula que en Europa se pierden unos 24.000 euros por minuto en combatirlas, una cifra que seguramente es muy superior ya que los estudios solo contemplan un limitado número de especies. Los controles de aduanas parecen fallar, y la economía global no echará el freno, por lo que estaremos cada vez más interconectados. El gusto por mascotas exóticas lo agrava. Y el cambio climático, en los próximos años, no hará más que allanarles el terreno.
Técnicamente, una vez instaladas estas especies invasoras es prácticamente imposible o muy costoso erradicarlas, por lo que la prevención se torna fundamental. En España tienen condición de especies invasoras declaradas, animales tan variopintos como los mapaches, los galápagos de Florida, la avispa asiática y el mosquito tigre.
No todas las especies exóticas son invasoras. Tienen esta condición aquellas que, como la cotorra, invaden un medio, se hacen autosostenibles, y se expanden en un espacio corto de tiempo por otros territorios. Es este grupo el que se debe combatir y prevenir. Todas estas especies son en extremo adaptables, supervivientes, conquistadoras natas de territorios debilitados. Dentro de este baremo se encuentran aquellas que pueden provocar un gran impacto ecológico, como los depredadores generalistas, y las que compiten por la luz y los recursos con otras especies, o las que modifican por su acción natural el hábitat. Las hay propensas a hibridarse con las autóctonas o las que transmiten enfermedades y parásitos a los humanos.
Las especies invasoras rompen el equilibrio natural, y tienen que ser combatidas desde sus inicios para que después no sea imparable
Pongamos el caso del inocente carpín rojo o pez dorado, una mascota típica en nuestras peceras de agua fría y que es originario de Asia. Se trata de una especie muy prolífica que no necesita mucho oxígeno y que remueve los fondos de los ríos, perturbando a aquellas especies de plantas y animales que necesitan vivir en aguas claras. Puede actuar, además, como vector de enfermedades para otros peces. El sencillo acto de lanzarlo de la pecera al río puede ocasionar, con los factores adecuados, una catástrofe. Estos actos ignorantes, por acción u omisión, han lanzado a los campos y ciudades a especies apreciadas por mascotas, como las tortugas de Florida ,grandes depredadoras capaces de contagiarnos la salmonelosis, o las cotorras argentinas y las de Kramer, que ocasionan molestias de ruidos y peligros por la compleja forma de su nidificación, o el mapache, muy adaptable a zonas urbanizadas, extremadamente agresivo, y que puede atacar al hombre. El mapache puede ser a su vez transmisor de la rabia o del virus del Nilo. La industria peletera ha contribuido también a estas invasiones, así como la caza y la pesca deportiva. El visón americano está amenazando al europeo, que se encuentra en extinción, y afecta a la biodiversidad de las zonas en las que se reproduce.
En España los agricultores del Delta del Ebro conocen el potencial destructivo de estas especies, en concreto el caracol manzana dorado que ha provocado pérdidas del 80% en cosechas. En 2009 hubo denuncias de que unas hectáreas estaban colonizadas por este caracol tropical, debido a un escape en una empresa dedicada a la cría de animales exóticos.
Las especies invasoras son muy lesivas para el sector agroalimentario
Se trata además de un problema global, ya que muchas de las especies autóctonas en la Península Ibérica se convierten en invasoras en otros lugares, como ocurre con el conejo ibérico en las Antípodas o la mosca de la fruta. Países como Australia y Nueva Zelanda, en su condición de islas y con un gran número de especies endémicas, tienen una legislación y unos controles muy exhaustivos.
Es importante que tengamos en cuenta que la biodiversidad tiene un frágil equilibrio que requiere del cuidado de todos para preservarse, por eso ten mucho cuidado con la mascota que introduces en tu casa y piensa en las consecuencias de deshacerte de ella liberándola en tu entorno cercano.
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