Es cierto que los niños no deben decidir sobre las nuevas uniones de sus madres y padres. No es adecuado preguntarles si les gusta, si están de acuerdo e incluso tomar decisiones sobre la base de esa aceptación. Por muchas razones el niño puede no ser objetivo y aunque siempre resulta interesante y hasta justo, escuchar sus opiniones e incluso sus intuiciones, esto no es lo mismo que dejar que el niño decida.
Por otra parte es muy bueno que madres y padres solos, puedan rehacer proyectos de vida y de pareja; la búsqueda de la felicidad personal puede tributar también a un mejor ejercicio de los roles parentales. Un hijo debe aceptar la pareja escogida por su madre o padre y respetarlo; por supuesto el mejor modo de lograrlo es cuando esa persona- que es completamente ajena y no escogida por el niño- también acepta y respeta a ese niño.
Resulta imprescindible puntualizar que así como el menor no decide sobre las nuevas uniones, los padrastros y madrastras tampoco tienen derechos a hacer regulaciones sobre la vida de niños que no son propios. Eso solo debe ocurrir después de que el niño se siente apreciado y querido por esta persona. Y cuando perciba y se sienta tranquilo acerca de que el lugar de su madre o padre (el que no está en el hogar reensamblado) se respeta y no se pretende suplantar. Una buena estrategia es que al principio los padastros/madastras solo participen de actividades de esparcimiento y contacto afectivo con el niño, en tanto sus padres siguen ocupándose de las cuestiones regulativas y los llamados de atención. -"Es que quiero ayudar a mi esposo" o "es para apoyar a su mamá porque es muy majadero"... son planteamientos comunes que justifican los intentos de imponer nuevas normas, plantar nuevos límites y disciplinar más en general.
Sin embargo, la ayuda y el apoyo en los primeros tiempos pueden enfocarse hasta otros aspectos de la vida familiar, hasta tanto se produzca - y si llega a producirse- un buen vínculo entre el niño y la nueva pareja de mamá o papá. Hay que tener en cuenta que el niño no está obligado a querer a esa persona y el afecto nunca puede ser exigido.
Detrás de un niño que grita con rebeldía- "¡Tú no eres mi papá!"- casi siempre hay buena parte de razón. A las madres y padres que rehacen sus vidas, les corresponde tener en cuenta estas cuestiones, por el bienestar psicológico familiar y en especial por el de sus hijos.