Digamos que Thor ter Kulve se aburre en su ciudad. Digamos también que le pasa como a la mayor parte de los ciudadanos. La rígida planificación urbana y la severa regulación del espacio público hacen de nuestras ciudades lugares anodinos, deshumanizados. En otras palabras, sosangas. Thor, holandés de 22 años propuso como proyecto final de estudios una colección de productos que remodelaran ese espacio público a través del tuning de elementos reconocibles en cualquier ciudad.
Basta con sostener un columpio a una farola para que se convierta en un lugar desde el cual observar el río adyacente. O modificar una boca de riego para conseguir un juego de agua para niños. Gracias a estos diseños, lugares aburridos y abandonados se convierten en lugares de reunión y, lo más importante, nos hacen pensar en nuevas definiciones para los conceptos de “espacio público”, “propiedad colectiva” o “beneficio común”.