TUNXI Y EL HOTEL FANTASMAGÓRICO
Mi siguiente parada la efectúo en la localidad de Tunxi. Me alojo en el fantasmagórico hotel Huangshan Xinguan International.
Su aspecto de pensión de mala muerte, con sus laberínticos pasillos, enmoquetados al uso de aquellas películas de terror de serie B de los años 70, lo tornan idóneo para rodajes de películas de zombis.
El perímetro que lo circuye es igualmente tétrico, e infunde ideas de desasosiego y sombras que se mueven susurrando tras una puerta tapiada o un salón en penumbras.
Superado el soponcio inicial, me dirijo hacia el corazón de esta pequeña ciudad, escindida por dos ríos. En la zona sur reside la modernidad. En el este, el eje de la Tunxi clásica que se arraiga con celo a modelos culturales y estéticos atávicos.
La zona vieja se regodea con su belleza perenne y altanera, arrastrando cicatrices centenarias que me pasan desapercibidas, a causa del asombroso estado de conservación de los edificios que se erigen a ambos lados de la animadísima Ancient Street.
Es la calle más antigua de China (900 años). Atisbo gentío por doquiera, tiendas de té y especias, pinturas, papel para escribir con tinta negra, plumas, tinta negra y todos sus derivados…
Otrora, allá por el siglo XIV, en tiempos de dinastía Ming, este lugar fue concilio de mercaderes y comerciantes.
Me abro paso entre las masas y las bicis concitadas en Ancient Street para desembocar en un glorioso e impecable puente de piedra que cuenta con 5 siglos de antigüedad. Tunxi o “confluencia de ríos”, es una parada obligatoria para retornar la mirada al gusto y la elegancia del más puro clasicismo chino…