Revista América Latina

Turismo demasiado indignado.

Publicado el 11 enero 2013 por Jmartoranoster

Turismo demasiado indignado.

Posted on 11 enero, 2013 by

AUGUSTO HERNÁNDEZ.

La buena noticia es que será difícil aburrirse durante 2013. Como es lógico, en unos sitios las cosas serán más divertidas que en otros, pero en todo el mundo habrá emociones a granel y los tímidos sudarán la gota gorda para no figurar en primer plano. La buena noticia es que será difícil aburrirse durante 2013. Como es lógico, en unos sitios las cosas serán más divertidas que en otros, pero en todo el mundo habrá emociones a granel y los tímidos sudarán la gota gorda para no figurar en primer plano. Naturalmente, los primeros planos más temidos presentan civiles, de los que muchas veces llaman “indignados” o “agitadores”, enfrentándose a los gorilas antimotines, cuyos métodos son similares en cualquier parte. El fenómeno ha provocado que muchas agencias de turismo ofrezcan “aventuras extremas” en sus visitas programadas para países como Grecia, Italia, España o Portugal. En esos casos se incluyen paquetes que incluyen kits o bolsas preparadas para hacer frente a las eventualidades. En condiciones normales, de baja intensidad, el kit contiene una pequeña máscara lacrimógena y la típica bomba molotov, que no es una bomba, sino una botella medio llena de brandy barato con una mecha de tela. Lo interesante de la molotov es que, si el turista prefiere no aventarla contra una barricada policial, puede optar por tomársela frente a los sedientos agentes de la ley y el orden, provocándoles una intensa sensación de envidia. En ciertos casos ha ocurrido que los policías salten la talanquera y persigan al supuesto manifestante para obligarlo a lanzarles la botella mortífera. Una experiencia emocionante que puede tocarle al turista extremo de las rutas indignadas es presenciar la toma o el asalto a un banco. Tales eventos son a todo color y constituyen una delicia única. Imagínese usted que está haciendo cola en la taquilla de un banco andaluz y de repente una serie de personajes pintorescos empiezan a entrar al banco. En menos de un minuto, dos o tres zafias se colocan en posiciones bastante obscenas, como queriendo hacer alguna cochinada. Luego llega un señor con cara de desempleado y empieza a pegar unos chillidos que no son tales, sino el inicio de un cante hondo, que le explica al banquero por donde se puede meter el dinero. Todo ocurre en segundos y termina sin mayores daños. El turismo extremo ha vuelto a hacer de las suyas. *Último artículo escrito por el columnista    

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