En cada década aparece un británico excéntrico dispuesto a quebrantar las reglas, excitar al personal y agitar las butacas de las salas de cine. Ben Wheatley ya ha dado mucho que hablar con sólo 40 años. Su cine es una mezcla muy personal del género burlesco a lo Benny Hill, la rabia y violencia de Alan Clarke (en los años 80 realizó para la televisión, Made in Britain, en la primera aparición de Tim Roth, y Elephant, que inspiró la versión posterior de Gus Van Sant), la crítica social a lo Ken Loach (por cierto, excelente su último documental, The Spirit of ’45) y unas gotas de surrealismo absurdo estilo Monty Python.Su carrera, como casi todo artista de la nueva generación, comienza por una serie de vídeos de caídas y accidentes (falsos, evidentemente) en la más pura tradición del género burlesco, actualizado al gusto de la época de redes sociales e internet. El éxito, tan inmediato como viral, le permite pasar a las series de televisión y de ahí a su primer largometraje en 2009, Down Terrace.Dos años después su segundo film, Kill List, deja boquiabierto al público de los innumerables festivales por los que se pasea, entre ellos, Sitges. Esta inteligente mezcla de géneros, bañada en una mala leche de ramas tomar, con unos actores impecables y un final imprevisible convierten esta historia, sobre un asesino a sueldo deprimido por su “inactividad” laboral, en un impresionante trabajo. En su tercer trabajo para el cine, por primera vez, no es el guionista de las aventuras de verano de esta pareja singular que protagoniza la película. Son los propios actores, Steve Oram y Alice Lowe, los autores e intérpretes los que se han llevado varios premios por su escritura, como por ejemplo, en el festival de Sitges o en el de Mar de Plata.Chris se lleva de vacaciones a su flamante novia por las húmedas tierras británicas en su inseparable caravana. Unas vacaciones que no serán como las de todo el mundo, dado que en lugar de evitar, como hacemos todos, a pesados, intransigentes, petardos e insoportables compatriotas, ellos los eliminan directamente. Con un argumento muy próximo al de la producción americana, God Bless America (2011) de Bob Goldthwait, ambas películas constituyen dos buenos trabajos para desahogarse pacífica y visualmente.