Txakoli Astobiza, aquí todo se recolecta a mano.
Situadas en la localidad Alavesa de Okondo, en una finca que consta de 10 hectáreas de viñedo propio a 300 m sobre el nivel del mar y situado entre montañas, está resguardado de la humedad de la niebla y de las heladas invernales.
El proceso de recolección se hace manualmente en pequeñas cajas donde seleccionan los mejores racimos.
Según su filosofía: “Queremos reflejar en nuestro txakoli el entorno y el clima, unidos al carácter de nuestras uvas autóctonas. Producimos un txakoli seco, afrutado, con color, aroma y sin aguja.
Históricamente, la presencia de la vid en Bizkaia es milenaria. A partir de los siglos XII-XIII se inicia una viticultura de autoabastecimiento y consumo local.
Durante los siglos XIV y XV se comienzan a regular y proteger los vinos locales. La primera prueba documental aparece en un texto de 1616 en el que se lee una referencia al ‘vino chacolin’ para denominar al vino local. Pero a principios del siglo XX la competencia de vinos foráneos y la industrialización, junto a una plaga de filoxera acaban con una buena parte de las 2.874 hectáreas que constaban censadas en 1891.
Pese a este problemático panorama, el txakoli vive a finales del siglo XIX y comienzos del XX uno de sus mayores momentos de esplendor cuando surgen los “chacolines”, tabernas para la venta exclusiva de txakoli, en las que además de el bacalao, los chipirones y hasta las angulas, se sirven en un ambiente alegre y popular.
A mediados de los 80, un pequeño grupo de productores impulsa la recuperación del viñedo y la mejora en la producción del txakoli en Bizkaia. Esta labor es reconocida con la concesión en 1994 de la “Denominación de Origen Txakoli de Bizkaia-Bizkaiko Txakolina”.
Las variedades más utilizadas son preferentemente las autóctonas de nombres tan vascos como Hondarrabi Zuri (para el blanco) y Hondarrabi Beltza (para el tinto).
Descorchamos una añada del 2015 que tiene un consumo recomendable hasta el 2018. Aromas varietales intensos, con notas a fruta blanca, (pera y manzana) cítricas, (pomelo) y de hueso, (melocotón). Fresco en boca, sabroso, equilibrado, final aromático largo y persistente, con leves notas amargas y minerales de carácter varietal y marcadas por el suelo de cultivo.
Para su elaboración, han hecho una selección por parcelas, vendimia a mano en pequeñas cajas, segunda selección en mesa, despalillado y maceración en frío previa al suave prensado, desfangado estático del mosto, fermentación a temperatura controlada, proceso inertizado, estabilizado y microfiltrado.
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Para madirarlo lo ideal es servir frío, en copa, a unos 8º-10º, combinarlo con sashimi, y sushi, pescados poco hechos y mariscos fríos. Para maridajes por contraste, son interesantes los quesos tipo Gorgonzola y Cabrales.
Aquí te ofrecemos un par de ideas con los que acompañarlo: