La U de Chile se consagró campeón de la Copa Bridgestone Sudamericana en un premio totalmente merecido por ser el mejor equipo en todo sentido. En la final se impuso ante la siempre complicada Liga de Quito y lo superó en los 180 minutos que duraron los partidos de ida y vuelta.
Dirigidos por el argentino casi desconocido Jorge Sampaoli, logró jugar un fútbol de alto vuelo y eliminó a rivales de primera talla (Flamengo, Nacional, entre otros). Al mejor estilo Bielsa, desde el desmarque y la presión propuso y fue protagonista en todos los estadios.
Esta noche no fue la excepción. El público universitario se merecía un triunfo así desde hace mucho tiempo e hizo notar su euforia al colmar el Estadio Nacional y generar expectativas más allá de Santiago. El jolgorio llegó temprano cuando a los dos minutos, Eduardo Vargas, estelar figura de este equipo abrió el marcador de zurda al encontrar una pelota muerta en el área grande.
El partido ocurrió a merced de los locales, que a pesar del gol y la ventaja del partido de ida (se impuso 1-0 en la altura de Quito), fue siempre quien quiso tener la pelota y no lo dejó jugar al conjunto de Bauza. Desde los pies de Ezequiel González, apuntaron a ganar alguna pelota parada, aunque ni eso le salió bien.
Con Matías Rodríguez (argentino, habitual defensor) por derecha, el doble cinco Charles Aranguiz (una debilidad personal, actual de selección, elegido mejor jugador de la Copa y con inmensa proyección)- Marcelo Díaz y por izquierda Mena, los trasandinos tomaron el mediocampo y se adueñaron de la posesión.
El segundo tiempo ocurrió de la misma manera con el agregado de un Canales poco fino para la definición y un Domínguez, en el arco visitante que sacó provecho de sus casi dos metros de altura. Prácticamente, LDU no tuvo llegadas al arco y abusó del juego frontal a Hernán Barcos, bien controlado por Marcos González.
El punto de inflexión a tal baile fue la expulsión de Guagua, por un codazo malintencionado digo de impotencia a Lorenzetti, reciente ingresado. Justamente el zurdo encontró un rebote del arquero Domínguez y la colocó al palo derecho cuando quedaban menos de quince minutos.
Hubo tiempo para una más, para que el mejor jugador del equipo se consagre como máximo goleador de la Copa Sudamericana (once tantos) y explique por qué vale más de diez millones de dólares. Tomó la pelota adelante del círculo central y con una muestra de su velocidad y potencia al llevar la pelota, desparramó a tres defensores y definió de punta ante la salida del uno. Fue un resultado justo, con dos goles sobre el final, pero fruto del desgaste generado los minutos anteriores.
No será un equipo chileno más el de la U. Probablemente será recordado por su estilo, por varios jugadores de selección (Marcos González, Aranguiz, Vargas), por una camada de jóvenes que confirman el crecimiento del país en materia futbolística y la ambición y propuesta ofensiva. Un lujo para ver, merecidísimo premio.
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