En el Madrigal, escenario en el que el Villareal había caído ante el Bayern Munich y Manchester City en sus dos encuentros anteriores jugando en condición de local, pero en el que nunca antes un equipo italiano había logrado la victoria en competiciones internacionales, el Nápoli ganó 2-0 y por primera vez en su historia se clasificó a los octavos de final de la UEFA Champions League.
Habiendo sumado tres victorias, dos empates y solo una derrota, el cuadro italiano alcanzó los 11 puntos, finalizó en el segundo lugar por detrás del líder Bayern Munich (13) y relegó al Manchester City (10) al tercer escalafón, obligandolo así a participar de la UEFA Europa League.
Aunque estuvo realmente lejos de redondear una actuación convincente y hasta por momentos pareció verse superado por la presión que le significaba tener que sumar si o si de a tres si es que no quería depender de lo que sucediera entre el Manchester City y el Bayern Munich, el Nápoli acabó imponiendose con absoluta justicia.
Hasta que Gokhan Inler marcó el primer gol y el desarrollo del encuentro le comenzó a ser muchisimo más favorable, el once dirigido por Walter Mazarri siempre pareció bastante lejos de obtener los tres puntos que necesitaba para clasificar.
En el marco de un encuentro en el que el equilibrio fue permanente, las situaciones de gol escasearon y el Villareal presentó bastante más batalla de la que tal vez podía esperarse, al Nápoli le costó muchísimo imponer condiciones. Los nervios se le notaron siempre y ni siquiera las extraordinarias individualidades con las que cuenta en ofensiva pudieron maquillar esa falta de fluidez y conexión que al equipo le impidieron gozar de opciones claras para convertir a lo largo del primer tiempo.
No hizo mucho más el Villareal, quien cumpliendo con su ultimo compromiso en esta olvidable fase de clasificación del certamen e intentando no fallarle al publico que pese al mal momento lo fue a ver, solo logró aproximarse algunas veces gracias al tezón de Marcos Senna y el sacrificio ofensivo de Marco Ruben.
Aunque enterado del tanto anotado con anterioridad por David Silva -luego Yaya Touré aumentó la ventaja para el City- saltó al césped un tanto más decidido, el Nápoli no mejoró sus prestaciones en el complemento. Marek Hamsik fue incapaz de asumir el protagonismo, Ezequiel Lavezzi y Edinson Cavani permanecieron inconexos y sin argumentos ni ideas claras como para imponerse el equipo siguió sin hallar soluciones. Hasta sufrió, incluso, con un remate del paraguayo Hernan Pérez -de gran actuación- que de Morgan De Sanctis desactivo de forma extraordinaria.
Increíblemente, todo cambio tras la expulsión de Walter Mazarri, quien preso de la desesperación empujó Nilmar intentando que su equipo reponga rápido desde el costado. Entre Cavani y Lavezzi desperdiciaron una ocasión clarisima y solo tres minutos después llegó el tremendo zurdazo del suizo Inler que destrabó el encuentro y comenzo a torcer el rumbo.
Todo cambió a partir de entonces. El equipo se asentó y jugó muchísimo más tranquilo, ejerciendo una superioridad que en dicho lapso si fue muy clara e impidiendole reaccionar a un Villareal ya sin energías.
Definitivamente, todo terminó resolviéndose a los 76 minutos, cuando a la salida de un córner y tras un grosero error defensivo del Villareal Hamsik anotó el segundo, enterró definitivamente las ilusiones del Manchester City y aseguró el histórico acceso a los octavos de final de la competencia.