Desde que conozco Ucrania (y ya son varias decenas de años) siempre me ha sorprendido la capacidad de encaje vital, adaptación a las circunstancias y supervivencia de sus ciudadanos frente a todas las dificultades. No olvido cuando, aún no vigente el Euro, por un puñado de dólares se podía disfrutar de vida opulenta en Kiev, aunque para ello era preciso contar con esos dólares que pocos de los ucranianos tenían en su bolsillo. Por ejemplo, en un viaje que efectué por carretera allá por los años 2.000, desde los Cárpatos hasta Kiev, la mayor parte por la ruta M6, una de las
radiales y principales del país, que une las fronteras polaca, eslovaca y húngara con la capital, Kiev.
Como la vía no estaba precisamente en buenas condiciones, con firme muy deficiente y multitud de viejos camiones, el tiempo de viaje se hacía casi eterno y el conductor, en este caso yo mismo, se veía en la necesidad de efectuar varias paradas, no solamente por causa de sus exigencias fisiológicas, sino también para al menos tomar un café que mantuviera la capacidad de conducción. Pues bien, en ese viaje, durante más de quinientos kilómetros resultó imposible hallar un bar, barete o casa de comidas, en la que se pudiera tomar un café, ya que ni existían las cafeteras, y se indicaba que solamente era viable servir un te, ya que para ello bastaba con hervir agua e introducir las hierbas de la infusión. No menos complicado resultaba conseguir una “toilette”, que así se denominan en ruso los WC, porque al preguntar por ello, se indicaba el campo abierto…Hasta en la mismísima capital de Kiev la venta ambulante de alimentos y ropas era habitual. Y a fe que se vendían buenas confecciones y de calidad a precios baratos.Con el paso del tiempo, la hostelería dio un paso de gigante, que se consolidó con motivo de la celebración de la Eurocopa 2012 (compartida con Polonia), y las carreteras se repararon bastante y se dotaron de una bastante razonable infraestructura hostelera, con bares y restaurantes bastante modernos y numerosos. En cuanto a los transportes, los vetustos autobuses del comienzo del siglo pasaron a ser reemplazados por otros mucho más modernos, algunos nuevos, de forma que las apariencias de país aproximado a la Europa de la cultura y el bienestar se incrementaban. En medio de todo ello, la mal llamada “revolución naranja”, que sembró unas ilusiones de cambio y libertad que resultaron absolutamente frustradas, por falta de base ideológica y de posibilidades políticas
que desembocaron en la pseudo-dictadura del sátrapa Yanukóvich; y más adelante, para defenestrar a este infumable líder, el fenómeno “Maidan” (ahora hace dos años), en el que si bien se puso en huida al nefasto presidente, no cuajó el espíritu utópico de la integración plena en Europa que todos deseaban pero que nadie estaba en condiciones de conseguir.
Así, surgió la guerra del este, el enfrentamiento con Rusia y los pro-rusos, que causó la expoliación de Crimea y sembró de destrucción las dos ricas regiones de Donestk y Lugansk, y la economía de la nación ucraniana, nunca boyante, se deshizo como un azucarillo, volviendo a dominar los oligarcas (ahora de otro signo) y continuando la corrupción. Parecería, pues, que Ucrania va abocada al caos o a su derrumbe. Pero no es así. He tenido una vez más la ocasión de comprobar cómo el pueblo ucraniano, especialmente la juventud, con base en su buena y sólida educación desde la escuela primeria y excelente formación universitaria en muchos casos, ha conseguido sobreponerse a las dificultades de la economía interna y ha ido alcanzando objetivos laborales importantes, si bien en muchos casos basados en trabajos para empresas y organizaciones extranjeras o de tipo mixto. Está abierto, así, un tiempo de transición, en el que, pese a la insatisfacción notoria con los políticos (poco hacen y poco más pueden hacer mientras no se produzca un cambio esencial en las condiciones socio-económicas), la nación sigue pudiendo soportar
una guerra en el este y continuar una dura vida por elevados precios y bajos y escasos salarios.
Cierro esta serie de comentarios sobre la Ucrania de 2016, poniendo de manifiesto que, cuando me desplazaba con mi esposa a una comida con sus amigas y colegas de la medicina y fuimos recogiendo en sus diferentes domicilios a cada una, me resultó sorprendente que tras las salutaciones de rigor, se hilvanara durante el viaje el comentario sobre la aplicación de la física cuántica a la medicina, con un alto nivel de expresión y análisis. Quedé tan maravillado como sorprendido de la predominancia intelectual entre amigas y colegas, que me prometí contarlo a mi regreso a esta España
nuestra, en la que parece que los tiempos de vacaciones, de sol, de ocio y de turismo se han impuesto al rigor en el trabajo bien hecho y en el estudio.
Así lo hago y espero llame la atención del lector.¡En España “pasamos” de Europa y en Ucrania se suspira por llegar a integrarse!Y es que nunca llueve a gusto en la casa de cada uno.SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA