Con el nombre de úlcera varicosa se conoce popularmente a un absceso en la pierna que no se cura, duele y del que no deja de salir líquido de forma desagradable.
La causa de un absceso suele ser cualquier trastorno en el flujo de las venas, desde la flebitis hasta las arritmias. Pueden ser hereditarios, pero también pueden ser causa de desarreglos alimenticios, un trabajo que exija pasar mucho rato de pie, el estreñimiento o llevar ropa inadecuada. Con frecuencia las varices son el estadio anterior a la aparición de abscesos en las piernas.
Cuando la dermis y la epidermis se inflaman debido a trastornos circulatorios por las venas, aparece la llamada dermatitis congestiva y abona el terreno para gérmenes y hongos que el cuerpo intenta eliminar por medio de una mayor presencia de glóbulos rojos, pero rara vez lo logra.
Los apósitos de hierbas medicinales sobre las heridas producen alivio, pero para curar se debe eliminar la causa, solo así curará la úlcera varicosa. No se aconseja un tratamiento a base de calor, porque dilataría las venas y, al estar enfermas, podría producir una congestión.
Se recomienda seguir una dieta que incluya muchos alimentos crudos y vitaminas. El paciente debería tomar en cuenta la posibilidad de realizar ayunos terapéuticos.
Un remedio consiste en aplicar hojas de consuelda recién cogida y machacada con un rodillo. La pasta de las hojas frescas se aplica sobre la zona afectada y se fija con un paño limpio. La consuelda es una planta que pertenece a la familia de las borrajas y tiene la propiedad, como su nombre indica, de soldar.
También pueden ayudar los lavados a partes iguales con caléndula y cola de caballo. Esta última posee trazas de vitamina C, alcaloides, resinas y saponósidos que le proporcionan propiedades cicatrizantes de úlceras y heridas.
Hay otras formas de aliviar los efectos: tomar baños a temperatura alterna de cola de caballo y preparado de malva enana, apósitos en la pantorrilla o baños de medio cuerpo elevando la temperatura, meter las piernas en el agua, duchas de piernas, apósitos en el pecho y abdomen, ejercicios de respiración y, sobre todo, mucho movimiento.