Revista Cine
La muerte sólo toma vacaciones en las películas. En la vida real no respeta ni el más inmisericorde calor agosteño y este año parece estar especialmente interesada en cebarse en los actores. Ayer nos enteramos del fallecimiento, el pasado jueves 6 de agosto de 2009, de la actriz Lola Lemos. Nacida en Brea de Aragón (Zaragoza) -porque por allí pasaba, por así decir, “el carro de los cómicos”- el 5 de mayo de 1913 en el seno de una familia de larga tradición en el terreno de la interpretación, Dolores García Lemos, hermana menor del gran Carlos Lemos, fue una presencia cotidiana en los programas dramáticos de la época dorada de Televisión Española, cuando en los años sesenta y setenta se emitían numerosas producciones de género dramático, dirigidas por grandes profesionales como Pedro Amalio López, Alberto González Vergel, Gustavo Pérez Puig o Chicho Ibáñez Serrador, y los repartos los formaban actores ya consagrados en el teatro, como la recientemente fallecida Mary Carrillo o Guillermo Marín, o nuevos valores muy cualificados como el también recientemente desaparecido Fernando Delgado, o Pablo Sanz, por citar sólo algún ejemplo.
Compartiendo espacio con, curiosamente, otra hermana de primer actor, Mercedes Prendes (Cándida Losada, a primera vista, candidata a ocupar similar posición escénica, tenía un perfil de aristas más duras) era la de Lola Lemos una presencia por lo general bondadosa y dulce, dada a la mansedumbre, que solía encarnar personajes secundarios, más bien propensos a ser sujetos pasivos (y con frecuencia abnegados) de alguna desgracia. Ideal para dar vida a la madre del héroe, como sucedía en la popularísima serie “Curro Jiménez” (1977), o de la mujer de éste, tal como podía verse en “Cañas y barro” (1978), adaptación de la novela de Blasco Ibáñez que dirigió Rafael Romero Marchent en la que incorporaba el rol de “La tía Hueso”, la madre de “Rosa” (Ana Marzoa), Lola Lemos llevaba ya a sus espaldas, a la hora de acometer tales roles, una larga experiencia en el medio, frecuentando con especial asiduidad los repartos del espacio “Novela”, pero no siendo vista mucho menos en “Teatro de siempre” o la mítica serie “Historias para no dormir”, dando vida a una largas sucesión de madres y criadas. Como tal fue vista, por ejemplo en la adaptación de “Crimen y castigo” que protagonizó Julián Mateos dirigido por Alberto González Vergel, o en el capítulo “El cuervo”, junto a Rafael Navarro, de “Historias para no dormir”.
Una actriz de la generación de Lola Lemos lo era desde el teatro. En su caso, además, como en el de otros hijos de actores, desde su mismísima llegada al mundo. De su paso por los escenarios de los Teatros Nacionales, podemos citar las siguientes obras: de las estrenadas en el Teatro Español: ”¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita”, de José Martín Recuerda (dirección de Adolfo Marsillach, 1965, con, entre otros, Mari Carrillo, Jacinto Martín, José Vivó, Charo Soriano, Terele Pávez, Tina Sáinz o Fernando Chinarro), “David Copperfield“ (bajo dirección de Antonio Guirao, con Encarna Paso, Ramón Corroto, José Luis Coll, y Pedro del Río, entre otros), en el “El condenado por desconfiado”, de Tirso de Molina (según dirección de Miguel Narros, 1970, teniendo como compañeros de reparto a, por citar a los más conocidos, Francisco Piquer, Javier Loyola, Charo López, José Luis Pellicena, Guillermo Marín y Luchy Soto); el mismo año, en el mismo escenario y contando con el mismo director, actuó también en “La marquesa Rosalinda” (montaje en el que intervinieron también Guillermo Marín, Luchy Soto, Amparo Soler Leal, Charo López, Javier Loyola, José Luis Pellicena, María José Román y Paloma Hurtado), en 1971 fue el turno de “Proceso de un régimen”, de Luis Emilio Calvo Sotelo (con dirección de José María Loperena, y con actuaciones estelares de Guillermo Marín, Lola Cardona, Cándida Losada, Estanis González, Antonio Medina, y José Luis Pellicena). Pisando el escenario del Teatro María Guerrero, encontramos en la carrera de Lola Lemos intervenciones en “El último Robinsón”, de Luisa Simón (con la dirección de Antonio Guirao, obra estrenada en 1976, con un reparto formado por Josefina Calatayud, Cándida Tena, Alfonso Vallejo y Fernando Tejada, entre otros), y, dando un salto atrás en el tiempo, formando parte de la compañía “Los títeres”, de teatro para la infancia, en las obras “La feria del come y calla”, de Alfredo Mañas y con dirección de Ángel Fernández Montesinos (1964), “El pequeño príncipe”, de Antoine de Saint-Exupery (1965) y “El pájaro azul”, de Maeterlinck (dirección de Ángel Fernández Montesinos, 1967, con Manuel Galiana, Venancio Muro, Conchita Goyanes, José Luis Lespe, Pedro Valentín, Conchita de Leza, Margarita Calahorra, Nicolás Dueñas y un largo etcétera formando el reparto).
Los casi cien años de vida que le cupo vivir a Lola Lemos no le permitieron ser debidamente aprovechada por el cine, medio en el que disfrutó de pocas oportunidades de lucimiento. En su filmografía podemos citar algunas películas tremendamente populares, como “Sor Citroen” y “¿Qué hacemos con los hijos?” (ambas de Pedro Lazaga y estrenadas en 1967), y otras de distinto tono, como las policíacas “De espaldas a la puerta” (José María Forqué, 1959) y “Autopsia de un criminal” (Ricardo Blasco, 1963), o las colaboraciones en films de Fernando Fernán Gómez, tales como “Cinco tenedores” (1979) y “Fuera de juego” (1991).
Y esto es, a la hora del adiós, lo que este burgomaestre dice hoy sobre la trayectoria de Lola Lemos. Actriz que nos deja una carrera profesional merecedora sin duda de un repaso más detallado y sosegado el cual queda para una futura entrada.
Compartiendo espacio con, curiosamente, otra hermana de primer actor, Mercedes Prendes (Cándida Losada, a primera vista, candidata a ocupar similar posición escénica, tenía un perfil de aristas más duras) era la de Lola Lemos una presencia por lo general bondadosa y dulce, dada a la mansedumbre, que solía encarnar personajes secundarios, más bien propensos a ser sujetos pasivos (y con frecuencia abnegados) de alguna desgracia. Ideal para dar vida a la madre del héroe, como sucedía en la popularísima serie “Curro Jiménez” (1977), o de la mujer de éste, tal como podía verse en “Cañas y barro” (1978), adaptación de la novela de Blasco Ibáñez que dirigió Rafael Romero Marchent en la que incorporaba el rol de “La tía Hueso”, la madre de “Rosa” (Ana Marzoa), Lola Lemos llevaba ya a sus espaldas, a la hora de acometer tales roles, una larga experiencia en el medio, frecuentando con especial asiduidad los repartos del espacio “Novela”, pero no siendo vista mucho menos en “Teatro de siempre” o la mítica serie “Historias para no dormir”, dando vida a una largas sucesión de madres y criadas. Como tal fue vista, por ejemplo en la adaptación de “Crimen y castigo” que protagonizó Julián Mateos dirigido por Alberto González Vergel, o en el capítulo “El cuervo”, junto a Rafael Navarro, de “Historias para no dormir”.
Una actriz de la generación de Lola Lemos lo era desde el teatro. En su caso, además, como en el de otros hijos de actores, desde su mismísima llegada al mundo. De su paso por los escenarios de los Teatros Nacionales, podemos citar las siguientes obras: de las estrenadas en el Teatro Español: ”¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita”, de José Martín Recuerda (dirección de Adolfo Marsillach, 1965, con, entre otros, Mari Carrillo, Jacinto Martín, José Vivó, Charo Soriano, Terele Pávez, Tina Sáinz o Fernando Chinarro), “David Copperfield“ (bajo dirección de Antonio Guirao, con Encarna Paso, Ramón Corroto, José Luis Coll, y Pedro del Río, entre otros), en el “El condenado por desconfiado”, de Tirso de Molina (según dirección de Miguel Narros, 1970, teniendo como compañeros de reparto a, por citar a los más conocidos, Francisco Piquer, Javier Loyola, Charo López, José Luis Pellicena, Guillermo Marín y Luchy Soto); el mismo año, en el mismo escenario y contando con el mismo director, actuó también en “La marquesa Rosalinda” (montaje en el que intervinieron también Guillermo Marín, Luchy Soto, Amparo Soler Leal, Charo López, Javier Loyola, José Luis Pellicena, María José Román y Paloma Hurtado), en 1971 fue el turno de “Proceso de un régimen”, de Luis Emilio Calvo Sotelo (con dirección de José María Loperena, y con actuaciones estelares de Guillermo Marín, Lola Cardona, Cándida Losada, Estanis González, Antonio Medina, y José Luis Pellicena). Pisando el escenario del Teatro María Guerrero, encontramos en la carrera de Lola Lemos intervenciones en “El último Robinsón”, de Luisa Simón (con la dirección de Antonio Guirao, obra estrenada en 1976, con un reparto formado por Josefina Calatayud, Cándida Tena, Alfonso Vallejo y Fernando Tejada, entre otros), y, dando un salto atrás en el tiempo, formando parte de la compañía “Los títeres”, de teatro para la infancia, en las obras “La feria del come y calla”, de Alfredo Mañas y con dirección de Ángel Fernández Montesinos (1964), “El pequeño príncipe”, de Antoine de Saint-Exupery (1965) y “El pájaro azul”, de Maeterlinck (dirección de Ángel Fernández Montesinos, 1967, con Manuel Galiana, Venancio Muro, Conchita Goyanes, José Luis Lespe, Pedro Valentín, Conchita de Leza, Margarita Calahorra, Nicolás Dueñas y un largo etcétera formando el reparto).
Los casi cien años de vida que le cupo vivir a Lola Lemos no le permitieron ser debidamente aprovechada por el cine, medio en el que disfrutó de pocas oportunidades de lucimiento. En su filmografía podemos citar algunas películas tremendamente populares, como “Sor Citroen” y “¿Qué hacemos con los hijos?” (ambas de Pedro Lazaga y estrenadas en 1967), y otras de distinto tono, como las policíacas “De espaldas a la puerta” (José María Forqué, 1959) y “Autopsia de un criminal” (Ricardo Blasco, 1963), o las colaboraciones en films de Fernando Fernán Gómez, tales como “Cinco tenedores” (1979) y “Fuera de juego” (1991).
Y esto es, a la hora del adiós, lo que este burgomaestre dice hoy sobre la trayectoria de Lola Lemos. Actriz que nos deja una carrera profesional merecedora sin duda de un repaso más detallado y sosegado el cual queda para una futura entrada.