El año 84 siguió siendo un buen año para Ultravox.
Como ya empezara a atisbarse en Quartet, el grupo va dejando el sonido "Conny Plank" y la producción más barroca y cargada, pero no totalmente. Este disco es producido por el propio grupo, y no le quedó mal. Un sonido más sencillo, pero que aún guarda del pasado.
Ultravox sigue sin problemas para facturar hits inmediatos que los meta en las listar europeas. Es el caso de temas como One Small Day o la dramática y estupenda Dancing With Tears In My Eyes que sonaron en las radiofórmulas y sus vídeos se vieron en todas las televisiones del momento.
En cuanto al Lp que nos ocupa tengo que está claro que no es lo mejor de ellos, pero sin embargo, siempre se me antojó un gran disco. Y digo lo de grande porque el conjunto es grande, me atrevería a decir que está por encima de Quartet, donde había temas que no podían mantener el nivel de otras, y sin embargo aquí no hay ningún altibajo. Hay cuatro pedazo de temas en la cara A y también cuatro pedazo de temas en el lado b.
White China es de lo más Shynt Pop que han hecho nunca. Ritmo sintético acelerado, base robótica y algún sonido metálico mini-industrial. Es fantástica. Al igual que Lament, con ritmo lento, seco, pero con un estribillo arrebatador marca del grupo. Un clásico del grupo.
Man Of Two Worlds abre la segunda cara y tiene un bajo alucinante y la canción va creciendo desde el primer acorde y una voz femenina que canta en gaelico que es preciosa (Mae McKenna).
Heart Of The Country tiene unos arreglos metálicos, un ritmo marcial, y un piano clásico que la convierten en un tema no extraño, pero curioso.
When The Times Comes (I´ll Cry) es tal vez la más floja del lote y sólo se sostiene por el estribillo y esos teclados en el medio arrebatadores de Currie. Parece más un tema de Ure en solitario.
Y para terminar I Friend I Call Desire una de esos temas que yo considero que son, tristemente, pequeñas joyas que se pierden en los Lps. Aquí todo encaja, la guitarra que puntea de Ure, el bajo acojonante de Cross, que recuerda a los mejores New Order, los teclados de Currie que parece que no están pero ¡Vaya si están! y para terminar la batería de ensueño de Warren Can, llevando el peso todo el rato y sin problema alguno.
Este es el último disco del batería, ya que después abandonaría. Warren es el típico batería que siempre me ha sorprendido, porque, si te fijas un poco, parece que siempre tenía el mismo patrón rítmico, es más, me atrevería a decir que, cuando escuchas tema en el que toque él ya sabes de antemano lo que va a suceder y, sin embargo, sabes que encaja a la perfección.
Un disco que no defrauda en ningún momento a los seguidores del grupo en la etapa Ure.