Revista América Latina

Un 11-S para derrocar la Revolución

Publicado el 08 septiembre 2015 por Jmartoranoster

Hindu Anderi

Hablar de los planes del imperio, del capitalismo depredador, de las grandes corporaciones criminales y de las oligarquías, es llover sobre mojado. Probablemente no aportemos mayores detalles de los que muchos expertos en el tema han ofrecido. Pero tal vez sea algo de utilidad repasar los motivos y algunas metodologías que utilizan para subyugar a los pueblos del mundo.
Actúan como bestias tras la presa que les saciará el hambre. La buscan, la acechan, la agotan y luego la atacan. Pero puede pasar dos cosas, logran vencerla, la desmembran y se la comen, o ésta, a pesar del cansancio, les gana en agilidad y se escabulle salvándose de la muerte temporalmente, pues salvarse no significa que el peligro desaparezca.
A diferencia de los animales que pueden atacar a una presa vieja o enferma, este conglomerado maligno no ataca a quien nada tenga que ofrecerle. No van a perder tiempo ni dinero en un objetivo que no les aporte las riquezas que ambicionan. Si no tienes nada, entonces sólo serás un basurero, pero como apunta el dicho popular venezolano, prefieren no gastar pólvora en zamuro.
Este es el caso de Venezuela, acechada desde hace siglos, primero por el imperio español y luego por el estadounidense. Así lo advirtió Simón Bolívar cuando señaló que los Estados Unidos parecían predestinados por la providencia para plagar de miseria y hambre el continente esgrimiendo la falsa y farsa espada de la libertad. Pero entonces El Libertador sólo se refería a nuestro continente. No pudo ver Bolívar que esa maldición se extendería a todo el mundo y que Latinoamérica no sería solamente considerada por los gringos su patio trasero, sino que también lo sería el Medio Oriente, África, Asia y hasta Europa, con quienes mantienen una relación de amor-odio enfermiza.
EE.UU. pudo impedir que Chávez fuese presidente
En Venezuela, botín suculento para los yankees, por contar con las mayores reservas petrolíferas y gasíferas del planeta, no se habían dado las condiciones para un ataque desmedido como en estos últimos 26 años. Primero la rebelión popular de 1989, que se enfrentó valientemente y de manera sacrificada al monstruo capitalista en las figuras del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Y que junto con las asonadas militares del año 92 alertaron al imperio, pero no lo suficiente, hasta que Hugo Chávez decidió por la vía de la Ley Habilitante proteger los recursos energéticos, que activaron la alerta y le tomaron en serio como un real enemigo, por además declarar el camino al socialismo, asumir las banderas de la solidaridad internacional y crear los mecanismos de integración latinoamericana, hoy escudo de los gobiernos populares del continente.
Si Washington, hubiese adivinado lo que ocurriría en Venezuela con Chávez en el gobierno, habría activado todos sus mecanismos para impedir que ganara las elecciones. Ese es un error que no se perdonan. Porque además comprobaron que luego de Chávez las democracias no les funcionan. No les interesa un sistema que permita que hombres como Evo Morales, Lula Da´Silva, Rafael Correa, Daniel Ortega y mujeres como Dilma Rousseff, Cristina Kirchner, entre otros, lleguen a dirigir los destinos de sus naciones y las hagan soberanas.
Antes la democracia para el imperio era garantía de mantener en el poder a títeres que bailaran al son que le tocaran. En Venezuela no era necesaria una dictadura militar, pues los pseudos demócratas de AD y COPEI, subordinados al imperio y a la burguesía criolla hicieron muy bien el trabajo sucio.
Pero ese mismo sistema electoral burgués, puesto a la orden de las mayorías, les jugó una mala pasada y los ha puesto en serias dificultades que se traducen en la cohesión de los intereses de las mayorías en el continente para liberarse del yugo imperial.
En contra de Allende se estrenó el método
“…Septiembre aúlla todavía
su doble saldo escalofriante.
Todo sucede un mismo día
gracias a un odio semejante.
Y el mismo ángel que allá en Chile
vio bombardear al presidente,
ve las dos torres con sus miles
cayendo inolvidablemente…”
De Cita con Ángeles. Silvio Rodríguez.
El 11 de septiembre será siempre recordado dolorosamente en nuestra América. El derrocamiento de Salvador Allende y la instauración de una de las dictaduras más sangrientas del continente marcó definitivamente a nuestros pueblos.
Allende y su gobierno fueron acechados por factores internos y externos, que vieron afectados sus intereses. El golpe de estado fue fraguado, según consta en más de 20 mil documentos desclasificados, por Washington, a través de la CIA con el apoyo de Augusto Pinochet.
Las razones que provocaron el golpe del 11 de septiembre de 1073 en Chile -un país de tradición democrática hasta ese momento- tuvieron sostén en la crisis económica, provocada por la guerra contra el pueblo que llevaron a cabo la burguesía, clase media inconsciente, sindicatos y militares traidores apoyados en la ayuda internacional.
Las leyes de nacionalización; la expropiación de amplias extensiones de tierra ociosas, el aumento de controles, nacionalización de empresas extranjeras y medidas para redistribuir la renta petrolera, unidas al acaparamiento de alimentos y la guerra a muerte decretada por los medios de comunicación del sistema capitalista, conformaron un cóctel letal que pudo más que los sueños y los proyectos para dignificar a los más pobres.
Esta fecha, uno de los bisturís que abrieron las venas del continente, quiso ser opacada por los atentados de las torres gemelas, sin embargo, aún es para Latinoamérica una alerta permanente.
Pero el 11-S de 2001 pudiera además haberse convertido en un método del imperio para lograr sus objetivos en contra de los gobiernos que se resisten a arrodillársele.
Meses después de los atentados, en contra del World Trade Center, muchos lograron desmontar la versión que indicaba que los aviones estrellados en contra de las torres gemelas fueron los que provocaron la sucesión de explosiones dentro de las estructuras y su desplome final. La tesis sobre una demolición controlada cobró fuerza y le restó credibilidad a todos los voceros del gobierno de Bush. Aunque ello no significó que Washington subestimara el poder de este procedimiento en el futuro.
No solo amenazan actualmente con un nuevo 11-S contra Siria, a través del grupo terrorista ISIS, creado por ellos como Al- Qaeda, sino que una estrategia similar, pero con otros procedimientos, estarían utilizando contra la Revolución bolivariana.
Pareciera descabellado pero queremos precisar que con poca inversión; sin provocar mayores daños a los vecinos y teniendo mayor control sobre las acciones, se pretende implotar el proceso. Derribarlo desde adentro con pequeñas explosiones controladas por ellos.
Tal es el caso de la crisis que vive el país actualmente. Que no tiene un solo epicentro. Una guerra no convencional que se viene enfrentado orquestada desde afuera al igual que ocurrió en Chile y que no es posible sin la ayuda interna. Bien sea por parte de los traidores que hacen el trabajo como por aquellos que fueron sembrados para tal labor.
Este plan sólo viable con la ayuda de empresarios, partidos políticos, latifundistas, sindicatos traidores, especuladores, comerciantes estafadores y bachaqueros. También con la participación de militares, policías y funcionarios públicos corruptos que permiten o se hacen de la vista gorda frente a todos los ademanes que se cometen en perjuicio de la paz social. Y con la participación importante de medios internacionales como CNN que con su poder criminal avalan falsos positivos.
El presidente Hugo Chávez, quien enfrentó el golpe de estado y luego el sabotaje petrolero de 2002, lo advirtió en su momento cuando acusó el financiamiento que recibían dirigentes de la oposición venezolana desde Washington y Miami para derrocarlo. Igualmente denunció la conspiración en contra de su gobierno por parte de Washington y Bogotá.
En el 24 de julio del año 2010 Chávez ante los restos de Bolívar afirmó o predijo: “Sería semilla…un millón de veces es mejor en vez de terminar cediendo ante las presiones del imperio yankee y sus lacayos. Un millón de veces es mejor para nosotros, en vez de terminar cediendo ante las presiones y agresiones de la burguesía apartida. Un millón de veces preferiríamos correr el mismo camino de Simón Bolívar, pasar por el ostracismo, por la soledad y por la muerte. Ese es el ejemplo que nos dejó Bolívar, si ese fuese nuestro destino. Que lo sepan los imperialistas, que lo sepan los yankkes, que lo sepan los terroristas, que lo sepan los burgueses venezolanos, que lo sepa la burguesía colombiana y su ejército de terroristas, que lo sepan los terroristas de Israel desplegados por esta tierra. Yo lo sé, estoy condenado a muerte, pero no me importa, si yo tuviera que morir y regar mi sangre en esta tierra, estoy listo. Y lo digo aquí, delante de los restos del Libertador, pero no voy a ceder ante el chantaje, ante las amenazas y llamo al pueblo venezolano, a no ceder, a no dejarse confundir, a no dejarnos atemorizar…”
Maduro desafía el poder mundial
Hoy, después de la muerte o el magnicidio de Chávez, los planes siguen y los desafía el Presidente Nicolás Maduro, quien ha sido atacado criminalmente desde el exterior y despiadadamente por sectores de la derecha que no le han dado tregua ni un minuto desde que asumió el compromiso de ganar la presidencia de la República.
Maduro se enfrenta al poder mundial, con la desventaja de no ser Chávez, pero siéndolo en conjunto con una porción importante del pueblo. Se opone a las mafias financieras, a los latifundistas, a los paramilitares, a las burguesías del continente, a las trasnacionales de la comunicación y a los carteles del negocio petrolero, entre otros. También se resiste a la inconciencia de algunos sectores dentro del proceso que tienen una visión reduccionista de la guerra que se desató en el país.
Estos sectores le han seguido el juego a la burguesía que quiere ofender al pueblo subestimando a Maduro por ser de origen obrero, conductor de transporte. Siguen la conseja de que el pueblo no puede gobernar, que eso le corresponde a los “tecnócratas”, “meritócratas” y otras “…ratas”.
Se es muy miserable cuando no se reconoce el esfuerzo sobrehumano que está haciendo Nicolás Maduro, quien ha tenido que trabajar día y noche para poder hacer frente a un país dirigido por un gigante como Chávez. Calzar los zapatos del líder de este proceso, estamos seguras, no lo pudieran hacer muchos, como algunos a veces pretenden sugerir.
Así ocurrió en Chile con algunos sectores que apoyaron a Allende al principio, pero que luego dejaron que el “pequeño burguesismo” se apoderara de ellos; que mezclaran la crítica con el ataque; que el ego aplastara el compromiso de unidad. Y que creyeran más en los medios, en los rumores, en los falsos positivos que en la Revolución. Y no hablamos de ser cómplices de la corrupción ni en ocultar las fallas en el proceso, eso también sería traición.
No es casual que además de la crisis impuesta, el país tenga que enfrentar paralelamente los ataques del gobierno de Obama, que declaró a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional” e impuso sanciones en contra de funcionarios venezolanos. Y además, hacer frente a los ataques a la soberanía nacional que se derivarían del acuerdo de la Exxon con Guyana para explorar yacimientos de petróleo en territorio del Esequibo.
Ellos mismos han logrado poner a pelear a pueblo con pueblo, potenciando el bachaqueo que no es más que pueblo robando a pueblo. Saben que solo el pueblo salva al pueblo y lograron en varios meses de guerra, voltear la conciencia de la gente.
Esta guerra, estamos convencidas, busca implotar el proceso, con detonaciones dispersas. Persigue derribar progresivamente la estructura de la Revolución, atacando al gobierno al cual a pesar de los grandes logros, gestiones y esfuerzos por no ceder en el compromiso con los más pobres, se le pretende señalar como ineficiente, corrupto y hasta como dictadura.
Tomamos algunos ejemplos de uno de los documentos sistematizados por el profesor Carlos Lanz, que junto con los ingredientes de la corrupción que mencionamos anteriormente y la guerra económica, forman un explosivo perfecto para hacer estallar el proceso.
– Profundizar las contradicciones internas y explotar las diferencias étnicas-culturales del país.
– Organizar los actores oponentes dentro y fuera.
– Favorecer el desgaste político-electoral, promoviendo el desconocimiento de resultados para señalar prácticas fraudulentas.
– Incentivar paros y movilizaciones de calle, empujando la conflictividad social para convertirla en un vector de la acumulación de fuerza en lo militar.
– Inducir deserciones y divisiones en las fuerzas den el poder.
– Construir corredores fronterizos y promover operaciones extraterritoriales
– Ejercer el control territorial en algunas ciudades o regiones que sirvan de gobierno paralelo.
– Impulsar el aislamiento internacional del gobierno.
– Infiltrar y posesionar los equipos de fuerzas especiales.
– Entrenar y dotar de armamento, al igual que apoyo logístico a las fuerzas oponentes.
¿Qué hacer nos preguntamos?
Por ahora nos queda decir que no sólo se trata de defendernos, sino de enfrentar y de contraatacar a estos factores de poder que intentan derrocar el proceso para que el país vuelva a las fauces de la derecha capitalista.
Son numerosos los artículos que se han publicado en torno al tema y varios documentos y libros como La Guerra contra el pueblo; 22 puntos para enfrentar la guerra económica, etc., que nos pueden ilustrar.
Pero sin ser expertos en el tema económico, sabemos que los acuerdos y convenios internacionales persiguen fortalecer la economía nacional y protegerla en el futuro, pero internamente, como ciudadanos y ciudadanas asumimos responsabilidades que no son transferibles.
Junto con las instituciones tenemos la obligación de fortalecer la conciencia revolucionaria, construir colectivamente una nueva cultura en lo económico, que transforme nuestra visión desde lo cotidiano hasta los aspectos macro económicos; estamos llamados y llamadas a combatir realmente el burocratismo -que no es más que el “pero” y el “no se puede” perenne, unido a la inoperancia- y a no dejarnos envolver por sus artimañas, para generar eficiencia en la gestión pública. Vale aquí el pensamiento de Simón Bolívar: “Corramos a romper las cadenas de aquellas víctimas que gimen; no burléis su confianza; no seáis insensibles a los lamentos de vuestros hermanos. Id veloces a vengar al muerto, a dar la vida por el moribundo, soltura al oprimido y libertad a todos”.
Debemos atacar la impunidad que es una de las causas principales causas de la crisis. Ello significa combatir la corrupción en aquellos poderes, instituciones que son parte del mal, que “dejan pasar” o que “no ven” para evitar aplicar correctivos. También ser concientes de que como pueblo tenemos la necesidad de producir una buena porción de lo que consumimos y de manejar la distribución. Pero saber que ello requiere participación y sacrificio.
También debemos impulsar una mejor estrategia para generar respuestas y posesionar los mensajes necesarios, a través de todos los medios de comunicación públicos, alternativos, comunitarios y aliados. No basta con administrar los medios, si éstos no comunican, informan y propagan el mensaje adecuado que enfrente los ataques contra el pueblo. Deben abrirse los micrófonos al concierto de muchas voces que en el país tienen que aportar sin temor a que el tono como expresen algunas ideas o el contenido de ellas no nos guste. No podemos atacar por un lado la cultura capitalista y potenciarla por otro lado en la televisión y medios públicos en general.
El fortalecimiento del poder popular es vital, pues la contraloría llana y desinteresada sólo la puede hacer el pueblo organizado. Nos corresponde también estimular la unidad cívico-militar, legado de Hugo Chávez para salvaguardar la soberanía nacional y cumplir con el juramento de lealtad a Chávez, a su legado y a la Revolución, que debemos garantizar todos y todas junto con Nicolás Maduro.

Hindu Anderi


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