Anteriores estudios han demostrado que mantener la mente activa y realizar ejercicios mentales y físicos pueden ayudar a retrasar los síntomas característicos del mal de Alzheimer. Sin embargo, una nueva investigación realizada con ratones silvestres y desarrollada por neurocientíficos del Brigham and Women’s Hospital, encontró que un entorno enriquecedor y relaciones sociales estimulantes pueden tener mejores resultados a la hora de proteger al cerebro de dicho trastorno.
El mal de alzheimer ocurre cuando la proteína conocida como beta amiloide se acumula en forma de “placas seniles” en el cerebro. Esta acumulación de proteínas bloquea los nervios celulares en el cerebro e interrumpe la comunicación entre las células, dando como resultado un declive en las habilidades mentales: reducción de la memoria y la atención (incapacidad de aprender, entender y procesar nueva información), así como también una disminución en las funciones corporales que pueden causar la muerte.
El Dr. Dennis Selkoe, director de la investigación publicada en la revista Neuron explica que la investigación pudo demostrar que la prolongada exposición en ratones silvestres jóvenes de mediana edad a un entorno enriquecido, puede activar los receptores cerebrales responsables de marcar una vía de señalización. Esto evita que la proteína beta amiloide debilite la comunicación entre las células nerviosas en el hipocampo, el cual juega un rol importante en la memoria a corto y largo plazo.
Los investigadores también encontraron que la exposición del cerebro a nuevas actividades proporcionó una mayor protección contra el mal de alzheimer en comparación con los ratones que solo hicieron ejercicio aeróbico.
Con respecto a la utilidad de la investigación, Solkoe concluyó: Este estudio provee una explicación a nivel molecular sobre los mecanismos por los cuales un ambiente enriquecido puede ayudar a reducir el desgaste de la memoria producido por la acumulación de la proteína beta amiloide.
Fuente: ScienceMag.com