Reconozco que soy poco objetivo con esta autora, el cine de Mia Hansen-Løve. se ha ido apoderando de mi hasta embotarme con sus trabajos. Si las anteriores Tout est pardone y Le pere de mes enfants me habían parecido trabajos sobresalientes, en Un amour de Jeunesse sigue dando la talla, con una historia, esta vez, en tres tiempos, No está demás recordar que el formato de las otras dos películas anteriores son tratados como dos segmentos temporales, casi simetricos, uno el primero que representa la acción, y el segundo separados en el tiempo, la reacción. En Un amour de jeunesse nos vamos a 1999, 2003 y 2007, una joven niña, Camille (15 años, increíble la actriz Lola Creton, pero en la caracterización de esos quince años parece mucho más adulta, en fin, James Stewart también se tiño el pelo para Liberty Vallance) esta viviendo una experiencia amorosa casi obsesiva, un amor “fou”, con Sullivan (19 año, el nombre quizás sea un guiño a algún viajero cinefilo), un joven que ha decidido marcharse a América del sur, para buscar nuevas “experiencias”, algo que llevará a la joven Camile hacía la confusión y el dolor, a pesar de una fuerza vital imparable, cae en la desesperación, como le dice a su madre que él es sú única razón de vivir, incluso tiene un intento de suicidio (Está claro que los gestos autolíticos son un referente, pues aparecen en las tres películas.)., Este segmento con el que se inicia la película se desarrolla en 1999 que es cuando finalmente Sullivan se va. Durante los primeros meses mantienen una dinámica relación escrita, las cartas van llegando con regularidad y ella va marcando en el mapa los sitios que Sullivan recorre en su experiencia, Camille hace un viaje en paralelo lleno de añoranza y melancolía.. Esta separación esta hecha de una forma pactada, racional y recíproca Pero ese amor , digamos en libertad compartida se va diluyendo poco a poco en el tiempo, hasta que las cartas definitivamente, cesan de llegar y ella retira el mapa de la pared.En el segundo acto, cuatro años más tarde (2003) no sabemos nada de Sullivan, los padres de Camille se han separado y ella tiene un nuevo look con el pelo más corto ( como siempre le aconsejaba Sullivan):, está estudiando arquitectura. Esta parte de la película es más lacónica que la anterior, compuesta por unas serie de escenas con “forma de diálogo”, En este entreacto, el tiempo, al contrarío que el primero, se expande, con algún momento musical , con el que va adquiriendo un tono melancólico, mientras que el fantasma de Sullivan se va alejando cada vez más. Camille trabaja para un afamado arquitecto (Lorenz), que le duplica la edad, y que le descubre todos los secretos de la arquitectura, visitando las obras, de Bahuaus por toda Europa, el contacto con el arquitecto se va agrandando por momentos. El paralelismo de la puesta en escena, comparando la arquitectura como símbolo de reconstrucción personal, al mismo tiempo que Camille se va enamorando de la obra de Bahuaus y del propio arquitecto, un hombre maduro y coherente, uniendo arte y tecnología, la definición de un estilo, y por lo tanto la búsqueda de la belleza, conduce ya de una forma inexorable en su relación con el arquitecto en algo lo suficientemente serio, para borrar todos sus recuerdos vividos anteriormente.Y una nueva elipsis nos lleva al último acto, estamos en el año 2007, otros cuatro años han pasado y Camille es una mujer madura, que vive con Lorenz una vida más o menos plena y sobre todo sólida. Nada sabemos de Sullivan, pero el suspense sentimental sube de tono, hasta que ¿casualmente? Camille reencuentra a Sullivan, que lleva varios años de vuelta, viviendo en París, parece que la indecisión se apodera de ella, pero Camille ha cambiado, de todas formas ambos saben, después de un par de rendez vous, que nada volverá a ser como antes. Al superar esta prueba, Camille con 22 años adquiere, un tono de despedida, Camille se despide de su infancia, de su juventud, ese amor de juventud, título acertadísimo, de una Camille adulta... despidiéndose de una etapa, convirtiéndose en un personaje maduro, como parece querer decirnos Mia Hansen con esta trilogía de la juventud, en la que como una balanza los acontecimientos y ahora hablo de sus tres películas, de su madurez como directora, con una clase y elegancia narrativa que te atrapa porque está llena de verdad.. Y todo ello sin gastarse un duro en edulcorante.
REPARTO:
Lola Créton...Camille
Sebastian Urzendowsky...Sullivan
Magne-Håvard Brekke...Lorenz (as Magne Håvard Brekke)
Valérie Bonneton...La mère de Camille
Serge Renko...Le père de Camille
Özay Fecht...La mère de Sullivan
Max Ricat...Le frère de Sullivan