Revista Historia

Un año del atentado de Oslo

Por Lparmino @lparmino

Las rosas y la primavera

Homenaje a las víctimas del atentado en Oslo
en julio de 2011
Fotografía: 
Oskar Seljeskog - Fuente


Es un asunto simple pero de difícil resolución: un acto producto de una estado mental enajenado; o una acción reflexiva fruto de una ideología exacerbada y radicalizada que defiende la supremacía de una supuesta etnia noruega, de claras resonancias “arias” al más puro estilo del Mein Kampf, y que considera al “multiculturalismo” como uno de los principales males que azotan a las sociedades occidentales. El próximo 24 de agosto de 2012 la juez principal Wenche Elizabeth Arntzen deberá emitir el veredicto relativo a la peor tragedia sufrida por Noruega desde la Segunda Guerra Mundial: un viernes, 22 de julio de 2011, Anders Behring Breivik provocaba la muerte de ocho personas en el centro financiero y administrativo de la capital de Noruega, Oslo, mediante un atentado con bomba; un par de horas después, acababa con la vida de sesenta y ocho jóvenes que asistían a un campamento de las juventudes socialdemócratas en la isla de Utoya, apenas a cuarenta kilómetros de la ciudad. El propio autor de la masacre ha exigido someterse a la “responsabilidad penal” de sus hechos.

 

La sucesión de los acontecimientos aquel 22 de julio de 2011 era tan incomprensible que las noticias, a cada cual más contradictoria, se sucedían de forma vertiginosa sin ser capaces los medios de ofrecer una información coherente sobre lo que estaba ocurriendo. Una explosión sacudió el centro de Oslo provocando ocho muertos y más de treinta heridos, sin hacer referencia a los daños materiales. Dos horas después, Breivik, con uniforme policial, acudía a la isla de Utoya donde se celebraba una reunión de las juventudes socialdemócratas noruegas. Consiguió engañar a los jóvenes allí reunidos y llegó a agrupar a un total de quinientos sesenta personas, la mayoría con edades comprendidas entre los trece y los quince años. Inmediatamente, abrió fuego sobre la multitud. El tiroteo se prolongó durante cuarenta y cinco interminables minutos, el tiempo que tardaron en llegar a la isla las fuerzas especiales de la policía noruega, a las que se rindió Breivik en tan sólo dos minutos.

Las rosas y la primavera

El ejército noruego protegió el centro
de Oslo tras los atentados
Fotografía: 
Johannes Grødem - Fuente

La sociedad noruega se vio estremecida por la brutalidad de unos actos incomprensibles y cuyas causas escapaban a una población no acostumbrada al desarrollo de la violencia como método de resolución de litigios políticos. De hecho, fuentes gubernamentales noruegas y medios de comunicación manejaron las más variadas hipótesis respecto a los ataques: en un principio, el grupo afín a al – Qaeda, Ansar al – Jihad al – Alami, llegó a reclamar la autoría de los atentados según The New York Times, supuesto luego desmentido; posteriormente, responsables políticos noruegos afirmaron la implicación de grupos anti – sistema; y, por último, tras la detención de Breivik, se confirmó su actuación en solitario. Sólo restaba conocer quién era este siniestro personaje.

Breivik, de treinta y dos años, ha sido definido como “ultraderechista”, un “fundamentalista cristiano” con amplias conexiones con partidos políticos ultra – conservadores. Su abogado defensor, Geir Lippestad, durante el juicio decía de él que “Está loco, se ve como un guerrero. Vive en una burbuja y tiene una visión de la realidad rara y difícil de explicar”, como recogía David Álvaro García en un artículo de El Confidencial digital del pasado 20 de julio de 2012. Pero él mismo, según se puede extraer de sus declaraciones, se considera como un héroe obligado a luchar contra la invasión islámica y el multiculturalismo que está acabando con la esencia de la Europa aria y cristiana. Afirma su cordura y exige que sea castigado penalmente. De hecho, hizo público en Internet 2083. Una declaración de independencia europea, panfleto que el periodista Gustavo Adolfo Ordoño calificaba en un artículo publicado en Suite101.net como una “burda imitación seudointelectual de la “biblia” nazi Mein Kampf de Adolf Hitler,… en resumen, una “joya” de la barbarie del discurso ultraderechista”.

Las rosas y la primavera

Marcha de las Rosas en Oslo después de la matanza
provocada por Breivik en julio de 2011
Fotografía: 
Henrik Lied - Fuente

Y este mismo autor apuntaba las terribles similitudes que apunta este terrorismo de vertiente ultra – derecha y las recientes formas de violencia sectaria de la que hace gala el Islamismo más radical. F.J. Luque Castillo en su artículo “El nuevo terrorismo de extrema derecha” (edición digital de LaOpinión de Málaga del 26 de julio de 2011) incide en esta idea distinguiendo los pilares básicos y comunes a ambas concepciones del terror: todo gobierno democrático es “culpable”; cualquier forma de pensamiento contraria es considerada como “marxista” y hay que aplastarla; y, por último, la xenofobia en general. A estas características, habría que añadir el anti – multiculturalismo, considerado como uno de los principales males de la sociedad europea actual a erradicar. El objetivo prioritario del ataque de Breivik, según sus propias declaraciones, era el primer ministro noruego, Jens Stoltenberg, último responsable de las políticas excesivamente permisivas con la inmigración y el Islamismo en el país. Todas las víctimas serían males necesarios de una barbarie necesaria.

A la espera de la sentencia, la sociedad noruega ya dio buenas muestras de su madurez. Como recogía el Diario de Navarra (edición digital del 25 de julio de 2011) el propio Stoltenberg aseguraba que la única respuesta debía ser “más apertura, más democracia”. Por su parte, Eskil Pedersen, líder de la juventud socialdemócrata, ponía punto final con sus palabras, a la espera de la sentencia, al afirmar esperanzadoramente que “Él [Breivik] ha arrancado algunas de nuestras rosas más bellas, pero él no puede parar la primavera”.

Luis Pérez Armiño


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