Hay un anuncio que ha conmovido al planeta… Más de cinco millones de visitas en unos días. Los periódicos hablan de él y se comenta que podría considerarse el anuncio más bonito de la historia…
Cuando uno lee estas cosas, tiene sueños sobre una humanidad que se va por las tuberías del retrete sin que haya fontanero que la recupere. Pero ese uno es cada vez más reacio a las premoniciones, y no tiene dinero para que se lo interprete un psicoanalista, y como decía Jung que nadie debería interpretar sus propios sueños sin ayuda por aquello de que las cosas hay que verlas desde fuera, no sabe muy bien qué hacer al respecto…
Por cierto, hay tres tipos de retrete, que se sepa. O eso dice, a falta de consultar con algún experto, el filósofo Slavoj Zizek: el diseño alemán, donde las deposiciones quedan depositadas en la base antes de tirar de la cadena; el francés, cuyo sistema hace desaparecer los excrementos según son evacuados del cuerpo; y el americano, que deja las heces flotando en el cubículo lleno de agua.
Tales diseños responden a tres ideologías diferentes: la alemana, analítica y examinadora, por la que el sujeto necesita comprobar, para su tranquilidad en temas de salud, que todo está en orden, incluso el color y forma de lo que ya no le pertenece; la francesa, de alta carga estética y en permanente huida de todo aquello que atenta contra el buen gusto establecido, y que no puede ver ni por un segundo los aspectos más desagradables del mundo en que vive, ni siquiera su propia basura; y la americana, pragmática hasta el aburrimiento y necesitada de tenerlo todo, así que une lo mejor de unos y de otros, y si hay algo peor lo transforma para que sea útil, de manera que el detritus americano puede ser analizado pero con un toque lo menos desagradable posible, rodeado de abundante agua protectora que garantice la seguridad nacional.
Pero, en fin, este artículo iba sobre el anuncio molón que hace llorar al personal. Es éste:
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El anuncio, como se puede ver, pertenece a “True Move H”, operador de móviles subsidiario del conglomerado de telecomunicaciones “True Corporation”, una firma tailandesa que forma parte del grupo “Charoen Pokphand”.
“Charoen Pokphand” se gana los cuartos en tres grandes campos: “Charoen Pokphand Food”, dedicada a la comida y a los asuntos agrícolas; “CP ALL”, especializada en el ámbito de la logística y la distribución; y la ya mencionada “True Corporation”, la de telecomunicaciones.
La mente inquieta que levantó el imperio Charoen, o “CP Group” para los amigos del ramo mercantil y financiero internacional, responde al nombre de Dhanin Chearavanont. La historia no es muy original y, como todo tópico bien contado, seguramente que también haría llorar. Aquí sólo la pondré regular para evitar más lagrimones a la peña: va de un tipo que de la nada y con esfuerzo se forja un negocio que, con más esfuerzo, crece y crece y crece y crece y, a pesar de todos los obstáculos y disgustos de una vida díficil, sigue creciendo hasta que, con todavía más esfuerzo y sacrificio personal, se convierte en ejemplo para toda una nación y luego para todo un continente y luego se vuelve tan del copón que el pequeño Dhanin, nacido en una de las épocas más difíciles para los honrados ciudadanos de una China convulsa donde ganarse la vida es una labor diaría sin futuro a la vista y tal y tal acaba siendo una de las fortunas más influyentes del planeta y sale en la revista Forbes porque pasa de los 7.000 millones de dolares y más tal.
Por no hacerlo muy largo, Chearavanont sale mencionado en artículos sobre tráfico de influencias con miembros de la Casa Blanca estadounidense: primero, el denominado Chinagate, un escándalo que afectó a Bill Clinton en 1996 por el que los demócratas habrían recibido, supuestamente, financiación de empresarios asiáticos para favorecer sus relaciones comerciales con Estados Unidos; y después, en la década siguiente, con la familia Bush.
Más entretenido resulta leer cómo algunos piensan que el ejemplo de hombre hecho a sí mismo que todo buen emprendedor debería seguir se las apañó para no arruinar parte de su imperio cuando aquello de la gripe aviar. Y es que uno de los grandes logros de “Charoen Pokphand Food” es haber sido pionera en la producción de pollos, nótese “producción” y no “cría”, al estilo americano, que rentabiliza el espacio, el crecimiento y demás cosas que hagan los pollos en favor de un mayor beneficio para el negocio.
El caso es que, allá por el otoño de 2003, los pollos empezaron a palmarla en plan bestia, así de repente y todos a una, de modo que cundió la alarma dentro de las esforzadas y sacrificadas mentes de Charoenpoploquesea, hasta que finalmente encontraron la solución: coger los pollos muertos y pasarlos por la trituradora antes de que se descubriese el percal.
Durante un tiempo, se acusó a Chearavanont de haber extendido la gripe aviar por medio mundo con tales prácticas, pero luego se dijo que era mentira y hasta algún ministro de sanidad le debió mencionar como ejemplo de buen hacer y esas cosas que dicen los ministros que prefieren otros manjares ajenos a la carne de pollo.
En cada país suele haber alguno de esos. Y todos son un ejemplo. En España, por poner un caso al vuelo, hay uno que en navidad da 20 millones de euros en caridad, o algo así. También sale en los periódicos y dicen que es todo un ejemplo para que el país crezca y esas cosas que se dicen de los que son todo un ejemplo.
Pero como el retrete que se estila por estos lares es del tipo francés –aunque tiene defectillos de forma que lo vuelven un pelín alemán y casi más americano que otra cosa—, la información sobre el secreto de su éxito se va por las tuberías antes de que uno se levante del artefacto.
Del mismo modo, a nadie que vea el anuncio le importará lo que se esconde detrás de las empresas que lo promocionan. Y es que, pese a la inhumanidad que se busca ocultar, sienta tan bien llorar con un mensaje así, “humano”…
Lo escribió Edward Bernays en 1928 y lo corroboró la ciencia del marketing durante décadas. El mensaje de aquellos pioneros en el arte de la manipulación de masas se puede resumir del siguiente modo: la democracia no es una forma de gobierno viable sin una horda de cretinos adoctrinados en el hedonismo y a quienes se les ha estirpado todo sentido de la responsabilidad personal en los asuntos realmente importantes, incluyendo sus propias vidas.
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