Agoreros del mundo ¡hundíos!
Si quieres llamar la atención a base de bien tan solo precisas vaticinar desgracias futuras y verás como se te quedan mirando todos con cara de bobo, al tiempo que te creas reputación de lucidez.
En la segunda mitad del siglo XX se amenazó generosamente con una catástrofe tras otra: guerra nuclear, contaminación, sobrepoblación, plagas radioactivas, culminando todo con el caos social que seguiría al fallo informático del efecto 2000. ¿Lo recordais?
En el 92, en la Conferencia de Rio, se pensaba que estábamos al borde de la hambruna global. Y, no obstante, la década que siguió vio como disminuían agudamente el analfabetismo, la pobreza, el hambre y la enfermedad, hasta niveles nunca vistos en la historia de la humanidad, cosa que casi nadie menciona porque no resulta sensacionalista.
Si pegas un vistazo a la sección de ensayos verás a los perpetuamente ensalzados Al Gore, Naomi Klein, Noam Chomski, Michael Moore, etc, así como los ecogurús de cada mes. Todas estas encantadoras personas destacan por argumentar lo siguiente, aquí resumido por vuestro bloguero preferido:
a) El mundo es un lugar terrible; b) Cada vez está peor; c) La culpa es del progreso tecnológico y d) Hemos alcanzado un momento crítico. Y vienen metiendo continuamente la pata hasta el desgarrón de la columna. Si no, veamos.
-”Nuestro futuro robado” . En el 96 se publicó un libro con este título donde se decía que los espermatozoides iban a la baja y el cáncer de mama a la alta, así como las malformaciones cerebrales. Y para colmo de males, los peces estaban cambiando de sexo como si fueran reinonas folclóricas, ay, señor. Todo por unas hormonas sintéticas, producto de la industria, que alteraban el “equilibrio natural”. Y después, se vió que lo de los espermatozoides era falso y las hormonas sintéticas no afectaban a la salud.
-En el 95, un científico tan prominente como Jared Diamond afirmaba que la atmósfera pronto sería radioactiva y los océanos estarían llenos de petróleo. Pues bien, los niños de ahora reciben una dosis radiactiva un 90% menor a la que recibían a principios de los 60. Y en todo caso, menor al 1% de la radiactividad natural. Y la cantidad de petróleo vertida también se ha reducido en otro 90 %, otra noticia que tampoco vende, claro.
-Los temores de la guerra fría acerca de una confrontación nuclear terminaron en el colapso del imperio soviético y el desmantelamiento -a fecha de hoy- de tres cuartas partes de los misiles intercontinentales, asunto este que apenas se comenta, cosas veredes.
-Se pronosticaron hambrunas sin precedentes en los años 80. Se dijo que la población humana caería hasta los dos mil millones. Llegó la llamada Revolución Verde y China e India, a través de la mejora genética de las cosechas, dejaron de importar alimentos y alcanzaron la autosuficiencia.
-El fin del petróleo. Pues no, mes amis. Si juntamos las reservas de Alberta, en Canadá, las del Orinoco en Venezuela y las de las montañas rocosas, superan en veinte veces las reservas conocidas de Arabia Saudí. Y con los adelantos en el llamado “refinamiento bacterial” pueden ser competitivas en precio con las de la Opep.
-La lluvia ácida se quedó en agua de borrajas y la superficie boscosa que “desapareceria”, resulta que aumentó en los países mas industrializados.
-La plaga del Sida se controló, incluso en Africa. La de las vacas locas se quedó en vacas desinfladas y la gripe aviar se disipó en puro alarmismo. Por no hablar de la “pandemia” de gripe A, potenciada la histeria por laboratorios y políticos torpones.
-El cambio climático. La estrella más nueva, de la mano de Al Gore. Bueno, pues la OMS estimó en 2002 que 150.000 personas morían por esta causa. Pero si tomamos el dato por bueno también es conveniente saber que es una cifra mínima comparada con las muertes por tabaco, accidentes, guerras, enfermedades comunes, etc (cada año mueren 60 millones de personas) Greonlandia se derrite a un 1% al siglo y desaparecerá…en el año 12000.
Y queda el desastre africano. Y en España cinco millones de parados, por culpa de la avaricia de banqueros y políticos. Pero también hubo un número muy alto durante la transición y luego bajó. Sin intención de trivializar este gordísimo problema, tampoco tomemos demasiada hiel, que no es sano.
Y que no nos amargue nadie, claro, que les interesamos asustaditos.
Datos sacados de El optimista racional, de Matt Ridley.