Revista Historia
La figura de Ernesto “Che” Guevara es paradigmática dentro del contexto político social latinoamericano de los sesenta. Se destaca no sólo su papel activo militante sino que dentro de su lucha se enmarca un desarrollo intelectual enmarcado a partir de su experiencia y el abordaje teórico del marxismo. Estas dos características son inseparables, porque demuestra la problemática latinoamericana, su acumulación de contradicciones y la crisis generalizada del sistema. Para llegar a desarrollar su propia interpretación en cuanto al quehacer revolucionario socialista, en discrepancia con el dogmatismo marxista del momento y sus teóricos defensores del mismo, tenemos que destacar el contacto previo que tuvo Guevara sobre la problemática de la región: presenció la revolución boliviana de 1952 y vislumbró sus limitaciones; conoció las profundas desigualdades sociales dentro de los diversos países latinoamericanos; comprendió el calibre de la amenaza imperialista estadounidense cuando colaboró en la defensa del gobierno guatemalteco; y finalmente se inmiscuyó profundamente en la lucha revolucionaria del M26 de julio al entablar relaciones con Fidel Castro. Ese largo viaje hacia un destino lejos de su país natal, lo llevó a comprender las profundas contradicciones emergentes en el contexto latinoamericano y el porqué del fracaso de los llamados gobiernos populistas: de hecho siendo de familia profundamente antiperonista, recién desde Guatemala supo por un lado la importancia de dicho gobierno declarado antiimperialista: en carta a su padre expresa que en dicho contexto agitado por la amenaza yanqui, “Argentina es el oasis de América, hay que darle a Perón todo el apoyo posible” (GARCÍA LUPO, 2007); por otro lado, sabe que no existe revolución a medias y los llamados gobiernos populistas terminan debilitándose y cayendo por culpa de sus contradicciones al no romper con el sistema capitalista. Será a partir de su papel activo en la revolución cubana donde desarrollará un pensamiento crítico e independiente de las corrientes provenientes de Europa, propio de la problemática latinoamericana y cercana a la lucha tercermundista que emerge en África, Cercano Oriente y en Asia. Por un lado no desentona con el pensamiento de Frantz Fanon y su legitimación de la violencia para la liberación opresora colonialista. De hecho, intenta colaborar en la lucha del Congo, aunque infructuosamente. En tanto, por el lado teórico, defiende un marxismo más ligado al pensamiento de Gramsci (adaptándolo a la peculiaridad latinoamericana) y rescata a su vez, los textos del joven Kart Marx, anterior al cientificismo positivista propio de la época que dio origen a El Capital. El pensamiento guevarista destaca el papel central en la lucha de clases de los hombres, estando atento a sus características sociales. Reconoce la distinción entre una vanguardia que dirige el transito hacia el socialismo con el que desarrollan oportunamente las masas, que indefectiblemente se encuentranviciadas de un pensamiento material. La clave y el desafío que propone es la teoría del Hombre Nuevo, es decir, la educación del hombre bajo otro preceptos morales y solidarios con la comunidad. La valorización del trabajo desde otro concepto alejado de la conciencia capitalista. Una nueva Utopía que cree posible desarrollar en la dura transición hacia el socialismo. Esa postura constructiva desde el ámbito latinoamericano lo llevó a entrar en discordancia con los lineamientos que pretendían aplicar los soviéticos y su relación con sus países satélites. De hecho, Guevara apelaba a la colaboración obligatoria que debían tener por su carácter socialista, dichos países para brindar apoyo a los países subdesarrollados pero sin obtener beneficio alguno, porque en efecto si se diera en esa forma, no diferiría en cuanto a la relación neocolonialista en el que estaba sometido el Tercer Mundo frente a Estados Unidos.