Un bulto bajo el ojo

Escrito el 12 de septiembre

De los balcones de Barcelona caen gotas al suelo, una canción lo dice. Es algo que no sucede en otras ciudades. Las voy esquivando mientras camino de vuelta a casa. Hoy no he escuchado apenas música, pero estoy contenta. En la parada de metro, un chico de ojos intensos me miraba. Me he girado al cruzar la calle para devolverle una última mirada, pero no le he visto.

Estoy contenta, pero un poco triste por dentro. Veo una pareja que sale cargada del supermercado, compartiendo una bolsa de la compra, y nos recuerdo en una situación que no se volverá a repetir. Un momento de inocencia, de juventud, que nunca se recuperará. Yo era feliz haciendo la compra contigo.

Marina vio a su ex y lo encontró feo. No quiero que llegue el día en que yo diga lo mismo.

Me río sola por la calle porque he tenido que dejar una reunión a medias para socorrer a mi compañera de piso, que se había rebanado el dedo con la batidora. Les digo que tengo que colgar y S. contesta: Que lo ponga en arroz. Sonrío como una tonta.

Pienso que es raro que esté bien y luego veo el vídeo de esa pareja que yo no conozco pero tú sí. Y les veo bailando descalzos en el césped, haciendo el tonto, pasando la resaca juntos un domingo, seguramente recordando las anécdotas de la noche anterior. Se ríen, se besan, se miran de la misma manera en que nos mirábamos. Y me duele que no hagas nada para recuperar eso, porque puede que no te importe tanto como a mí. Y lloro.

Y entonces me doy cuenta de que ya no estoy completamente feliz nunca.

Debajo del ojo, tengo un bulto. Me sale cuando no duermo durante muchos días seguidos. Solo pienso en ti cuando me meto en la cama y me pongo nerviosa porque sé lo que pasará.