Una inspectora educativa entra en un aula donde el profesor está tirándose de los pelos. El alumnado no aprende y es indisciplinado, él se queja de falta de recursos.
La inspectora coge una tiza de color rojo y empieza a preguntar a los alumnos. Qué es esto, cómo se obtiene, para qué sirve, que otros colores hay, cuáles son los colores cálidos y cuáles los fríos, qué transmiten,… Al final les divide en grupos para que investiguen sobre minerales usados en el arte, artistas que usan colores cálidos y/o fríos en su obra, creaciones con tizas… Que elaboren sus propias obras a partir de colores fríos y cálidos, que mezclen distintos materiales… Que expliquen a sus compañeros lo realizado y sean ellos mismos quienes evalúen su trabajo y el de otros.
El profesor está impresionado de los conocimientos que han demostrado y de cómo desde lo más sencillo se pueden crear actividades significativas de aprendizaje. Le agradece a la inspectora su ayuda y ésta se marcha.
Al mes, la inspectora vuelve, y se encuentra el mismo caos.
– Pero ¿no entendió usted nada?
– Señora inspectora…¡es que no encontré tiza de color rojo!
Dejadme en comentarios qué moraleja escribiríais para esta historia.
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