Revista Opinión
Ingrid Sartiau y Albert S. Jiménez. Foto Tura Soler.
Ingrid Sartiau es belga. Su madre le comunicó la identidad de su progenitor mientras veía la televisión. “Este hombre –me dijo, cuando aparecían unas imágenes del Rey de España en una cadena belga– es tu padre”. La joven sostiene que su madre, Liliane Sartiau, conoció al monarca en 1956, en Francia. Convencida de su relación con el monarca, buscó información sobre los Borbón. Casualmente, buceando en Internet, encontró a una persona en su misma situación: Albert Solà Jiménez, un hombre de Gerona que, desde los años noventa, intenta demostrar su parentesco con el Rey. “Ella encontró una entrevista que concedí a una cadena de televisión holandesa –comenta Solà– y se puso en contacto conmigo”. Los dos hermanos, supuestamente hijos del mismo padre real, pensaban mandar un fax a la Zarzuela, si no lo han hecho ya, para comunicarles el resultado.
Desde hace varios años, Albert Solá tiene clara su relación filial con el monarca. A mediados de los años cincuenta, el por aquel entonces príncipe Juan Carlos, hizo un viaje desde la academia militar de Zaragoza, donde se encontraba estudiando, a Barcelona. Allí, siempre según el relato del gerundense, don Juan Carlos conoció a María Bach Ramón, hija de una familia de conocidos banqueros de la ciudad, que daría a luz a Albert, en 1956. “Poco antes de nacer yo, el Rey le comunicó la noticia a varios de sus amigos”, sostiene Solà en Vanitatis (El Confidencial.) Tras el parto, unas enfermeras de la Maternidad de Barcelona arrebataron el niño a María Bach y lo llevaron a Ibiza, lugar en el que estuvo hasta 1961. Pasada su estancia en la isla balear, regresó a Barcelona y, en 1964, fue adoptado por la familia Solà Jiménez, de Sant Climent de Peralta. Al empezar a investigar sobre su familia biológica, Albert descubrió en unos documentos que aparecía la expresión “chupete verde”, una acotación que, según algunos historiadores consultados por él, hace referencia a los bebés de sangre real. “Estuve viviendo en México, volví para investigar mi adopción. Pero, desde entonces no puedo salir del país, dicen que por seguridad. Estoy encerrado como en una jaula”.
“Si los resultados han sido positivos, soy hija del Rey”, explica Ingrid desde Gante. Ni ella ni su marido, Jean Marie Martí, han tenido tiempo de asimilar esta nueva situación, por lo que se muestran todavía muy precavidos en sus declaraciones. “Nos hemos enterado hace unas semanas –comenta el esposo de Sartiau– y estamos todavía impresionados. No queremos sacar nada de esta situación”. Tras entablar conversación hace unos meses, los hermanos decidieron hacerse unas pruebas de ADN. “Le mandé el material necesario al profesor Jean-Jacques Cassiman, un genetista de la Universidad de Lovaina, reconocido a nivel mundial”, cuenta Solà en Vanitatis. El catalán envió al científico los resultados de su perfil ADN para que los comparara con los de Ingrid y saber qué probabilidad de parentesco existía entre ambos. Dos meses después tenían los resultados. La primera en conocerlos fue ella, pero inmediatamente se los transmitió al español: eran hermanos al 91 por ciento.
Fuentes oficiales de la Casa Real afirman conocer la historia, pero renuncian a darle ningún tipo de credibilidad, pues desconfían de que los análisis científicos confirmen la consanguineidad de Ingrid y Albert. Sin embargo, el médico que ha realizado las pruebas no piensa lo mismo. “La probabilidad de que tengan un progenitor común es elevadísima. Los resultados son claros, pero los estudios no pueden especificar si es el padre o la madre. Yo no sé quién es el padre, son ellos los que dicen que es don Juan Carlos”, afirma desde Lovaina el profesor Cassiman. Tras conocer los resultados, los hermanos solo tardaron una semana en organizar un viaje para conocerse. El encuentro fue el sábado pasado en el hotel Els Arcs de Monells, en Gerona, lugar al que viajó Ingrid junto a su marido. “Después de conocer los resultados de los análisis y ver a mi hermana –dice Solà–, voy a apoyarla en todo”. De hecho, según explica, ya le ha facilitado un número de fax de La Zarzuela, el mismo que utiliza él para comunicarse con Casa Real de forma habitual. “Es uno de los faxes más restringidos que tiene el Rey”.