Una cruel historia se esconde tras una mirada tan honesta y alegre, que ni la sed ni el hambre han conseguido apagar, tampoco el hombre.
Lo encontramos sediento en la carretera de Santa Lucía, a 40ºC, tras bajarnos del coche volvió a confiar en el ser "humano" y se acercó, sumiso y aterrado, a nosotros. Movió el rabo cuando le ofrecimos agua y comida en lugar de maltrato.
Su único delito cometido, probablemente, haya sido perder su olfato cazador.
Si puedes acogerlo hasta que le encontremos un hogar, y conseguir así evitar un triste final que no se merece, llámanos o envíanos un email por favor.
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