Revista Opinión

Un condado rojo en un estado azul

Publicado el 18 agosto 2021 por Liberal

Señores: Ayer al mediodía, arribé en el famoso pueblo de Cape May, estado de New Jersey. Es el retiro veraniego más antiguo de EEUU, y una maravilla de pueblo. Dicen que este condado, Cape May, es un condado rojo en un estado azul. Es decir, un condado conservador en un estado tan progresista y demócrata izquierdista como es New Jersey. La verdad es que, siendo honesto como siempre, ya conocía yo este pueblo desde hacía muchos años y, efectivamente, se nota que es un sitio conservador. Un apunte: en EEUU, a diferencia de Europa, “azul” es el color de la izquierda y “rojo” es el color del Partido Republicano, de la derecha.

Una de las características que más llaman la atención es la educación de las personas por la calle. Pasas por desconocidos y todos te saludan verbalmente o con la mano (el “handwave” famoso de los anglosajones). Es un pueblo donde predomina la gente anglosajona y rubia, protestante. El número de personas negras o de otros grupos visiblemente étnicos se pueden contar con una mano. Es un pueblo caro, donde las casas casi todas son del siglo XIX y para comprar necesitas millones de dólares. En menos de 15 minutos andando, llegas al paseo marítimo. Pero, insisto, siempre me llama la atención aquí lo gentil que es la gente. Incluso, hasta jóvenes adolescentes suelen saludarte si pasas por su casa. Por supuesto, esto es impensable en NY o incluso en los pueblos adinerados de zonas más progresistas. Últimamente, se han ido mudando “New Yorkers” y algunas personas aquí no les gusta que venga gente de Nueva York porque dicen que los “New Yorkers” arruinan la política local. Numerosas casas aquí tienen carteles a favor de la policía y los bomberos. Otras ponen carteles tipo “aquí se respeta la ley y el orden, esto es propiedad privada”. En las tiendas, me ha gustado mucho los carteles que rezan “controla a tus niños. Si sus hijos rompen algo, pasa por caja para pagar el objeto”. Otra cosa interesante: casi todas las emisoras de la FM aquí tocan música o clásica y lo más moderno que suelen poner es música de los 80 (música de la última década realmente blanca). A muy pocas personas de orígenes étnicos no blancos les gusta la música de los 80 porque claro, no pueden identificarse con ese sonido tan blanco y principalmente británico o anglo-americano. No he oído ni una sola emisora com “hip hop” o el vomitivo “reguetón”.

¿Dónde me hospedo? Como os había comentado en una entrada anterior, soy accionista de la “Southern Mansion”. Es una mansión enorme del siglo XIX, propiedad originalmente del industrialista George Allen, de Filadelfia. Esta zona, tradicionalmente, atraía a los millonarios en el siglo XIX de la zona de Filadelfia y en parte, aún sigue esa tradición. Casi todo el mundo aquí viene de Filadelfia o más al sur, de Delaware. Personalmente, yo no cambiaría jamás este estilo por algo modernillo y cutre. Esta casa tiene cortinas largas con encaje, persianas de madera, techos altos, muebles de madera de caoba, candelabros, mesas con lámpara para escribir y, aparte de todo eso, otra cosa que me encanta es el silencio eterno de los huéspedes. Apenas se oye a la gente hablar en el desayuno y eso siempre es una bendición. Me gusta estar rodeado del sonido de gaviotas, caballos y otros animales nobles. Los animales siempre me han gustado muchísimo más que los seres humanos. Me dedico a la contemplación solitaria, a la lectura y, cuando me apetece hablar, hablo solamente con los animales o con personas muy selectas de un círculo reducido.

A las 6 de la mañana, me despierto y me preparo para el día, rumbo al paseo marítimo. Horas después, llego a la mansión de nuevo para que me den el desayuno. El desayuno consiste en (al menos el mío), zumo de naranja natural, café con crema, tortita, tostada de molde con mantequilla y mermelada, beicon, y salchichas con patatas. Es un desayuno muy al estilo clásico anglosajón y eso permite que a la hora del almuerzo, no se coma tanto. Las cenas me las suelo tomar en el gran comedor y entonces doy otro paseo por el pueblo.

Esta mansión fue diseñada por el famoso arquitecto Samuel Sloan. Durante 83 años, todos los descendientes de Allen usaron esta casa como retiro veraniego. Las habitaciones están muy equipadas para mi gusto con varias lámparas, sofá clásico, mesa para escribir y gran cama tamaño “king”. Todas las habitaciones tienen una copia de la Biblia, por supuesto. También tienen grandes armarios de madera, del siglo XIX…madera oscura, como debe ser. A las 6 de la tarde, las criadas suben para preparar tu habitación para la temporada nocturna. Los huéspedes siempre me dicen que parezco el dueño de la casa, ya que me conozco todos sus secretos, puertas y rincones. Normal, pues algunos siempre han dicho que soy un alma antigua en cuerpo de joven.

En este pueblo, si te quedas a vivir, todo el mundo se conoce más o menos. La zona céntrica es muy pequeña y al final vas conociendo a los vecinos de toda la vida. Me gusta que no hay los típicos pesados “modernillos” ni impresentables de zonas como Nueva York. No he visto a un solo joven en chanclas por la calle (salvo en donde la deben llevar, en el paseo marítimo). Pero, por las calles del centro hay mucha gente bien vestida. Yo, por ejemplo, siempre llevo chaqueta americana y nadie se inmuta ni te mira mal por eso. En España, recuerdo que por vestir de forma clásica, mucha gente me miraba mal o me hacían la típica pregunta estúpida “¿no tienes calor con eso??” Pues no, NO tengo calor. Mi ropa no está fabricada en China como la tuya. Mi ropa es de algodón y hecha por los Amish en Pensilvania. Nuestros ancestros llevaban ropa y chaqueta en pleno mes de julio, incluido en España, y nadie se quejaba del “calor”. Cuando tu ropa es de calidad y buen material, no sudas. Me encanta que este pueblo esté lleno de gente mayor formal. En los bares, nadie tampoco te mira ni vienen desconocidos a charlar contigo de forma babosa y pesada. El pueblo es formal, pero a la vez, relajado y sin agobios. Incluso, he ido por el paseo marítimo en ropa formal y NADIE mira. En la cultura anglosajona, lo “diferente” no está mal visto. En España, si alguien fuera por el paseo marítimo en chaqueta y corbata, todo el mundo te miraría mal o raro. Pues eso, nada más que añadir salvo que estoy muy a gusto en la formalidad, con normas estrictas y todo marchando en orden. Así ha sido toda mi vida: ordenada y silenciosa. Aquí tenéis algunas fotos de la gran casa de Allen.

Un condado rojo en un estado azul
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