Un crimen

Foto: Juan Pelegrín (Las Ventas. com)

Ayer en Madrid se cumplió la máxima de que ”cuando hay toros no hay toreros”. La corrida de Javier Pérez-Tabernero, los últimos atanasios que lidia porque se tiene que deshacer de este encaste ya que las figuras no quieren ni verlos en pintura y, por ello, no los vende, ha sido en conjunto la mejor que se ha visto en las Ventas. El nones de las figuras de vérselas con este encaste ha llevado al finiquito de esta línea. Un auténtico crimen. Estas alabadas, endiosadas y sobrecogidas figuritas de pitiminí ¡paladines de la defensa de la Fiesta!, en realidad son unos auténticos antitaurinos y unos minundis en grado superlativo, por no querer vérselas con toros como los que han salido a la arena venteña. No son toros facilones, son muy exigentes y muy serios, no son la tonta del bote, esos que alaban algunos blogueros, y mucho juntaletras y plumíferos a sueldo que nos quieren convencer que ese es el toro que necesita la Fiesta del siglo XXI. Pero esos si son toros, nada más y nada menos. Frente a ellos estuvieron tres incapaces, en diferentes grados (quizás Pinar el menos malo), por no haber sabido sacar provecho de ellos, porque hoy en las Ventas más de un burel llevaba un cortijo en los cuernos. Pero, indudablemente, por necesidad, porque no tienen más remedio que hacerlo, al menos se han puesto delante de ellos, cosa que sus compañeros coletudos de elevado caché no hacen. En su tiempo lo hizo Ponce, pero eso es ya para el recuerdo. Y así está la Fiesta. Y nos quieren convencer de lo contrario. Y nos llamarán anticuados, inadaptados al gusto de los públicos que es el que paga (“La Maza” en Málaga” o el “Mundo Feliz” en el común del orbe taurino), a la evolución de la fiesta, al arte, a la inspiración… Y, además, nos quieren hacer comulgar con que si cargar la suerte no es relevante, que el pico está justificado, que el toreo al hilo es lícito, y… las mandangas varias para abrazarse a una farola.