Revista Cultura y Ocio

Un cuento de sabios y locos

Publicado el 09 octubre 2011 por Dean
Un cuento de sabios y locos 
Érase una vez un reino en el que vivían hombres, mujeres y niños en un sitio llamado azul con un poco de verde. Al principio convivían con la naturaleza, de tal suerte que sus mejores amigos eran los árboles y los animales salvajes, y eran semejantes a ellos. Luego inventaron dioses que empezaron a adorar, dioses de oro y petróleo, dioses nucleares, dioses que les proporcionaban poder a unos y sumisión a otros, en una forma de sociedad llamada democracia, un sistema en el que la mayoría era gobernada por unos pocos y el mundo se dividió en gobernantes y gobernados. Los primeros se hicieron dueños de todo mientras que a los segundos sólo se les permitía acceder a lo mínimo para que subsistieran y se mantuvieran al servicio de los gobernantes. Algunos de esos gobernantes eran caras visibles, pero la mayoría se ocultaba en las sombras y con su poder eran más temibles que aquellos a quienes los sumisos estaban acostumbrados a ver en las cajas de acondicionamiento masivo de mentes.
El hombre común se acostumbró a vivir de esta manera; la sumisión se fué acercando al masoquismo de forma muy evidente y los gobernantes se hicieron tan poderosos que era casi imposible encontrar entre la gente dominada a alguien que no estuviera feliz o por lo menos conforme con la situación, al fin y al cabo los despojados tendrían más facilidades a la hora de acceder al mundo maravilloso que se les prometía después de esta vida; ya que también se les había hecho creer que lo verdaderamente bueno vendría más adelante, al abandonar sus cuerpos materiales y sus almas trascendieran a un paraiso etéreo de alegría infinita, mundo al que paradójicamente también podrían acceder los gobernantes si en el último segundo de su existencia se arrepentían de haber subyugado a los habitantes de aquel lugar.
Como todo tiene truco, el sistema en cuestión contaba con algo llamado voto. Los sumisos pensaban que con el voto podían decidir si un gobernante era bueno o malo y ponerlo o quitarlo respectivamente, según fuera el caso. A través de las cajas de acondicionamiento masivo de mentes les decían: No os quejeis de tal o cuál gobernante, ya que vosotros lo habeis elegido con vuestro voto de tal forma que su acción es completamente legal; esperad a que podais volver a ejercer el derecho a votar y entonces podreis quitar a ese y elegir a otro.
Pero lo que no sabían las mentes acondicionadas era que desde la oscuridad ellos ya habían decidido quiénes serían los siguientes gobernantes. Por todos lados reinaba la paz aunque hubiera guerras que a nadie importaban; reinaba la obesidad aunque hubiera hambrunas, costosos tratamientos de belleza aunque hubiera niños muriendo por falta de una medicina barata. Todos estaban conformes y los gobernantes felices.
Cierto día un viejo sabio del reino caminaba por la montaña y descubrió en una roca, una descripción que al parecer provenía de las estrellas. Nunca se supo lo que pudo leer allí aquel anciano, pero a partir de aquel momento se dedicó a viajar por el reino diciendo a todos que él no se tragaba el cuento del voto y que no eran los gobernantes sino los sumisos quienes tenían que gobernar y repartir las riquezas que habían acaparado unos pocos. Desde entonces dejó de considerársele sabio y se le llamó loco, aunque lo mismo daba ya que en aquel reino tanto unos como otros eran escasos.
Un cuento de sabios y locos

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