Revista Libros

Un cuento fantástico

Publicado el 01 noviembre 2012 por Kaplan
La globalización nos ha permitido descubrir muchas cosas que, por puro condicionante geográfico, nos eran desconocidas. Ese acercamiento del mundo a nuestras casas ha propiciado la equivocada impresión de que todo es ya conocido, de que lo realmente bueno se acaba abriendo camino por su propio peso y ocupando los grandes titulares de esta nueva generalización del mundo. Un tremendo error de percepción en el que se cae con mayor frecuencia de lo que es culturalmente saludable.A poco esfuerzo que se haga, uno encuentra miles de ejemplos que invalidan esa concepción de las cosas. Aquello que consigue el premio de la notoriedad global lo hace muchas veces por su calidad, pero muchas más por su capacidad mercantil o publicitaria. Por cada elemento de auténtica valía nos llegan diariamente bastantes más de basura. No todo lo bueno logra sacar la cabeza más allá del estrecho círculo de su país de origen. Pongamos ejemplos propios. ¿Dirían ustedes que Valle-Inclán, Baroja o Delibes son escritores importantes, merecedores de un reconocimiento universal? Sí, desde luego. Y sin embargo, más allá de España, el común de los Un cuento fantásticolectores no los conoce. Gente que como ustedes y como yo son bastante dados a la lectura no han abierto un libro suyo en la vida. La mayoría ni siquiera los ha oído mencionar.Lo cierto es que, por mucho que uno se lo proponga, es imposible abarcar todo el planeta y sus miles de recovecos. Así pues, como lectores, estamos abandonados a nuestra suerte. A nuestro afán de búsqueda, a lo que encontremos en los diversos artículos literarios y, sobre todo, al boca a boca. Anoche asistí a una tertulia de trasfondo literario, con la noche de difuntos como tema central. Fue tan interesante como divertida. Como casi todas las conversaciones giraron en torno a los dominios del género fantástico que menos frecuento, me fui a casa con una lista de nombres de escritores a investigar. El primero de ellos ha sido el de Abraham Valdelomar, apodado El Dandy, un escritor peruano de vida agitada y breve, autor de una obra tan variada como extensa. Una amiga peruana me informó de que Valdelomar es muy popular en su país, al mismo nivel que lo puedan ser para nosotros los escritores españoles que mencioné en el párrafo anterior. Yo hasta anoche no había oído hablar de él. He aquí a un ignorante.No voy a hacer más larga esta entrada con una procesión de datos biográficos y bibliográficos del escritor. Si les interesa (cosa que va a ocurrir sin duda una vez que lean y vean lo que viene a continuación), pueden informarse sobre la vida y obra de Abraham Valdelomar en la propia wikipedia. No he encontrado nada publicado en España, pero sus cuentos, novelas y poemas pueden ser localizados en el ciberespacio con facilidad. Como dato más llamativo, Valdelomar fue el eje central sobre el que giró el movimiento colónida, grupo literario peruano que rompió con el romanticismo para evolucionar hacia un estilo postmoderno. En el siguiente poema, escrito poco antes de formarse el movimiento, se puede apreciar cómo la idea romántica está aún presente en la forma, mas no en el contenido. El último verso niega la idea del más allá.
DESOLATRIX

La cruz abre sus brazos sobre el pecho del muerto,
cuya frente parece querer aún pensar,
y en su lívida boca juguetea un incierto
sonreír vago y triste. ¡Cuán incómodo está!
Sombra, silencio, frío, soledad infinita
en el estrecho ambiente. Apacible vagar
del perfume que exhala la corona marchita.
No se oye el badilejo, sobre la mezcla, ya...
El enjambre voraz dentro del cráneo horada,
y las que ideas fueron nutren a los gusanos,
que van hurgando, elásticos, la roña descarnada
hasta que muertos caen de los despojos vanos.
El Cristo de metal se oxida entre las manos,
y desde aquel instante ya no se siente nada...
Pero si la poesía de Valdelomar me ha sorprendido gratamente, el cuento que tienen a continuación ha llegado a fascinarme. Cierra la antología titulada "El caballero Carmelo", y representa el pesimismo religioso a un nivel con el que raras veces me he encontrado. Imaginar las posibilidades que ofrece el trasfondo de la historia, abierto y enigmático, es promesa de satisfacción intelectual. Especialmente si aplican ustedes a la lectura esa perspectiva enfocada desde la ciencia ficción de la que ya hemos hablado aquí otras veces.Les ofrezco dos posibilidades de disfrute. A través de la lectura, que pueden realizar ustedes en esta dirección: Finis Desolatrix Veritae, o mediante el visionado del siguiente corto en sus dos partes. La única diferencia que encontrarán entre ambos se encuentra en el aspecto físico de los dos protagonistas, esqueletos en el original. El relato está escrito nada menos que en 1916, y, no sé por qué (tal vez por la aportación de Lester del Rey), me ha traído a la memoria la clásica antología Visiones peligrosas,, de Harlan Ellison. El corto fue realizado en 1998.
Espero que consideren ambos textos, poesía y cuento, un digno aderezo para esta fecha.

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